Cuando uno se encuentra de vacaciones se ve todo desde un prisma diferente pero para mi haber regresado a Marbella a pasar unos días de descanso es volver a mi segunda casa, y a mi segunda tierra, Andalucía.

Es cruzar el Despeñaperros y sentir un hormigueo, el olor de las refinerías de aceite y esos campos eternos de olivos me recuerdan que por una parte de mi ser corre aceite de oliva y por la otra sidra asturiana.

Estar en casa significa volver a tus lugares favoritos, no necesariamente tienen que ser los mejores pero si en los que te encuentras más a gusto, esa zona de la playa, ese sitio donde tomar un café, esas rutinas adquiridas con los años que te hacen ir siempre por una calle y regresar por una distinta, pero siempre las mismas.

Para mi primera sesión gastronómica y teniendo en cuenta que estamos en Semana Santa elegí Los Cañizos no fuera a ser que como de costumbre estuviese hasta la bandera en días posteriores y me quedara sin disfrutar mi dosis de mar malagueño.

Desde la calle Estébanez Calderón hasta la zona del barrio de pescadores hay una media hora de paseo agradable pero mas rápido y satisfactorio es dar ese mismo paseo en bicicleta. Estaba anocheciendo y se respiraba nerviosismo puede que por la final de la Copa del Rey de Fútbol o porque los turistas recién llegados y un tanto desorientados pululan sin rumbo fijo por el paseo.

Iba sin reserva así que yo también era uno de esos nerviosos y no fuese a ser que tuviera que acabar en una cafetería cenando un sándwich mixto y viendo un partido de fútbol, vamos, la antítesis de lo que para mi suponen unas vacaciones.

Tuve suerte y me encontraron acomodo en el interior, ubicación que deseaba por haber más luz para mis fotos aunque en condiciones normales fuera de este artículo no hubiese renunciado a la mesa que justamente a mi llegada acababa de quedar libre en la terraza.

Ya había visto por Facebook que habían hecho algunos cambios, nuevo mobiliario en la terraza, una mano de pintura pero sin perder la esencia del lugar que a su llegada nos recibe con esa gran parrilla y esas brasas incandescentes listas para cualquier manjar.

El barrio de pescadores esta perfectamente ubicado si bien algo alejado de las zonas de turisteo, para el que viene de afuera por desconocimiento acaba yendo a los chiringuitos de la playa o al casco antiguo donde también hay sitios estupendos pero que a mi me resultan más artificiales.

Una cañita bien fría con unas olivas me dio el sosiego suficiente para estructurar mi cabeza porque quería comer tantas cosas que alguna debía dejar en el tintero y es que comer solo tiene estos inconvenientes a la hora de pedir y no poder compartir, aún así como tengo buen diente no dejo de sorprender a propios y extraños.

 

Tras contrastar con el camarero y acercarme a la vitrina expositora pronto me decidí por un menú que hiciese justicia a las palabras y fotos que aquí expongo.

Comencé con las pipas del mar, una ración de coquinas con las que abrir boca y entretenerme un rato. Tuve que renunciar a los boquerones en vinagre que habitualmente solía pedir.

A continuación me sirvieron un par de salmonetes que había elegido, ante la pregunta de si los quería fritos o en espeto opte por la segunda forma ya que otra de mis renuncias fueron los espetos de sardinas y obviamente, en Los Cañizos no te puedes marchar sin probar lo que sale de sus brasas.

Deliciosos, frescos, una carne muy prieta y un sabor a parrilla que nos pone una sonrisa permanente.

Llego el turno de los carabineros, había pedido tres unidades que reduje a dos porque el camarero me dijo que eran grandecillos aunque sus gestos con las manos no me cuadraban mucho. Si que tenían razón sus palabras, unos bichos de 180 gramos que casi se me salían del encuadre.

Vaya maravilla!!!, fue decapitarlos y empezar a manar tal cantidad de jugo que rápidamente le encontré explicación y sentido a la cucharilla que me habían puesto. No se si era porque a la gente le sorprende que alguien haga tantas fotos a la comida, por admiración a lo que uno solo puede comer, pero lo cierto es que uno se siente un poco mono de feria aunque a estas alturas de mi vida el que dirán hasta me resulta divertido pues no deja de ser el reflejo de sus frustraciones y/o falta de personalidad.

Llegamos a la parte final y aparece ese estupendo calamar acompañado de «solo media!!!!» de patatas con pimientos. Todo un clásico en Los Cañizos y es que si os acercáis no puede faltar en vuestra mesa.

Yo me confieso ante Dios todo poderoso, he pecado de pensamiento, palabra, obra……..y por supuesto de gula. En el pecado tendré mi penitencia y espero que se traduzca en algún kilo más, mientras tanto seguiré con mi particular procesión por los restaurantes de la región.

Si os pasáis por Marbella no dudéis en acercaros por Los Cañizos, no os defraudara, estaréis muy bien atendidos y os sentiréis como en casa.

 

C/ Guadalete, 14 (La Bajadilla) – Marbella – Reservas: 952 865 550

https://www.facebook.com/pages/Restaurante-Los-Cañizos/132725926787691