Naguar – Avenida de Galicia, 14 – Oviedo    Tlf: 684 603 384

Aunque como veréis o habréis leído ya, este artículo se trata de una edición del original, pero por la consistencia de la nueva visita entiendo que debo tratarlo como si fuera un sitio nuevo.

No me alejo mucho de esta circunstancia, porque el mismo local de la Avenida de Galicia ha sufrido tal reforma que está prácticamente irreconocible y el tipo de cocina que Pedro nos ofrece ahora, aunque conocida, es un volver a los orígenes, centrarse en una cocina de tradición y mercado abandonando otro tipo de conceptos más asiáticos o de fusión.

Aprovechando la visita inesperada de mi buena amiga Elena en compañía María, una malagueña salerosa que pisaba por primera vez el Principado, visitar el Naguar para que se empapase de nuestra cultura gastronómica fue mi pequeña aportación a esos buenos recuerdos que a buen seguro se llevó a tierras más cálidas, se empapó de asturianía y lo digo en sentido literal porque más no pudo llover durante los cuatro días.

La reestructuración y nueva decoración del local me ha encantado y si leéis más adelante veréis que la oscuridad era algo que no me atraía demasiado. Han racionalizado los espacios, prescindido de aquella entrada «absurda» tipo hall que perdía su sentido al no poder fumar y resultaba algo incomoda por el constante trasiego de gente entrando y saliendo de sus puertas automáticas.

Se ha eliminado la inmensa barra y la existente ahora cumple sobradamente su función, esperar por una mesa, tomarse el vermút y todo ello con muchas más posibilidades de encontrar mesa para comer. El aforo ha aumentado considerablemente y se distinguen tres zonas claramente diferenciadas. La cocina sigue siendo vista pero al bajar el panelado de rejilla le da más intimidad.

El suelo ha pasado de la madera a un cerámico con mosaico hexagonal en escala de grises en toda la zona de entrada hasta llegar a la cocina. El comedor principal mantiene los suelos pero al igual que en el resto del local se juega con el blanco y negro, predominando el primero y dejando el conjunto en un ambiente luminoso pero elegante.

Las luminarias también han cambiado, aunque se mantienen algunas piezas elevando los lúmenes con unas bombillas más luminosas. También juegan mucho con los biombos, presentes en varios rincones, separando espacios de un mismo entorno. El cambio me gusta mucho, luminosidad, incluso los manteles ahora son blancos, sin duda mis fotos lo agradecen.

Puede que no interese este aspecto, pero este montaje fotográfico que he hecho de la cocina, debería servir de ejemplo ya no solo en un restaurante, en vuestras casas también debéis mantener este orden y limpieza, ver esto me ofrece garantías de salubridad.

Como aperitivo nos sirvieron un caldo de pote con pan de escanda, muy sabroso, con toda su esencia.

Unos tortinos de maíz con gel de picadillo o Cabrales. Obviamente se pidieron ambos, María debía probar cuantas más cosas mejor. Ricos pero para mi gusto personal y el de otro comensal, quizás demasiado crujientes y suflados, ambos coincidimos en que notar por dentro un poco de masa era nuestra preferencia, pero claro esto son gustos personales, nada que ver con la magnifica ejecución.

Coincidió que eran las jornadas del oricio y obviamente alguno teníamos que probar aunque con resultados unánimes bastante dispares.

Se pidieron el de manzana a la sidra y el de croqueta fluida. El primero aún estando muy rico no nos transmitió ese sabor salvaje a mar de los oricios, creo que las gónadas estaban en textura de gelatina y perdía.

Sin embargo el de croqueta fluida gustó mucho y aquí si que sentimos la explosión del Cantábrico en nuestras bocas.

Seguimos con el pulpo de pedrero guisado en su jugo con patata pisada. Precisamente al estar guisado el punto era correcto para este tipo de plato, en su versión a feira le pediría más dureza.

La croquetas de de bacalao al pil-pil en la excelente línea de todas las que hace Pedro Martino, esa versión líquida me fascina.

El siguiente plato me sorprendió por una razón, ninguno de los comensales asturianos sabían o habían probado el chosco salteado (caliente). El chosco de Tineo en tacos con manzana asada «Xuanina» es un plato que en caliente preparo muchas veces, al pasarlo por la sartén o con un golpe de microondas se potencian los sabores de este embutido.

Supuestamente para rematar teníamos el arroz cremoso con pitu de caleya, muy sabroso, manteniendo el nivel de los grandes de la región en la elaboración de este plato.

¿Postre?, y ahí salta la malagueña que no ha probado todavía los quesos. Valgame el cielo, esta mujer de talla petit es un saco roto aunque con buenos fue a dar. Marchando una tabla variada!!!

Gamoneu «Sobrecueva», Cabrales «Maín», Rey Silo «Máximo», Geo de Lazana elaborado en Las Regueras y el Pregondón de Amieva que sustituyó al Varé anunciado en carta.

Los dos últimos no los había probado si bien el Lazana lo conocía en su versión afinado. La selección es excelente y se acompaña de unas avellanas tostadas ligeramente caramelizadas, y dos confituras, de zanahoria y de orejones.

Estábamos tan a gusto que tras los cafés nos dio por mirar la hora y ya nos acercábamos a las 2am, sólos y con un poco de vergüenza por retener al personal. Gracias por la paciencia a los que quedaban y por un magnifico servicio e imagen transmitida a nuestra novata malagueña, ya está deseando volver.

Hablar de Pedro Martino en Asturias es hacerlo de uno de los grandes chefs de nuestra región. Un bagaje profesional envidiable que le convirtió en Mejor Cocinero Joven de Asturias y que ha pasado por sitios tan destacables como La Gruta, Trascorrales, Del Arco, Palacio de Cutre, Jean Luc Figueres, stages con Berasategui, Manolo de la Osa…, hasta que abre su primer restaurante, El Cabroncín, después L’Alezna que lo encumbra a los altares consiguiendo una Estrella Michelín y actualmente en su local de la Avenida de Galicia, el Naguar.

El nombre del restaurante hace referencia a una palabra en asturiano que significa hacerse la boca agua. Sin duda un término muy apropiado pues cada uno de sus platos por presencia y sabor es lo que nos produce. Se trata de una cocina en la que busca la sencillez con platos que fácilmente se pueden compartir y en los que mezcla tradición y fusión con otras cocinas mundiales. Es un asiduo a los campeonatos de pinchos, esos pequeños bocados con los que no para de ganar premios. El más reciente ha sido su primer premio en el Campeonato de España de Tapas Marineras desarrollado en Noja.

Aunque ya había estado unas cuantas veces, no ha sido hasta esta última visita en que me he decidido a preparar el artículo. Las fotos no valen gran cosa, a pesar de que tengo Iphone 6 nuevo, la decoración de inspiración art- decó, años 20, Bauhaus, jazz primigenio…no es muy luminosa, el negro dominante absorbe mucho, resulta un comedor intimo. Espero ir poco a poco haciendo ediciones y mostrando más platos de su divertida carta.

 

Llevaba muchos meses sin ver a unos buenos amigos que se han ido a trabajar a Mexico, el lunes Santo fue el día elegido para el reencuentro y tras unas cervezas en la concurrida Avenida de Galicia decidimos quedarnos a cenar picando algo en el Naguar.

Como aperitivo mientras esperábamos nos sirvieron un riquísimo hummus de fabes.

Nos decidimos por unas croquetas de bacalao que ofrecían fuera de carta, son de esa versión líquida que nos hacen perder el sentido y como no tengamos cuidado la impaciencia puede acabar quemándonos la lengua.

Seguimos con unas gambas rebozadas en panko que vienen acompañadas de una espuma.

Yo me encapriche con las gyozas de verduritas con infusión de citronela. Tan pronto como me haga con una vaporera de esas, es una receta a la que le tengo muchas ganas.

Como plato fuerte nos inclinamos por el pollo teriyaki con alga wakame y sésamo sobre una base de fideos crujientes.

Para terminar con dulce convenimos compartir la ganache de chocolate blanco y fruta de la pasión con menta.

Perfecta forma de cerrar una cena en la que estuvimos con el freno de mano echado tras tanto día de fiesta y excesos. Lo importante era el reencuentro y no se me ocurre mejor sitio para disfrutar de una plácida cena donde poder platicar de lo divino y lo humano.