Cuando las neuronas se me ponen inquietas, mi cabeza parece un after hour de Berlin y esto no es nada malo, quizás me quite alguna hora de sueño pero la fiesta que se dan es incomparable.

Finales del verano es época de higos, así que previamente a sacar la entrada del club, maneje unas cuantas posibilidades entre las que salieron los higos rellenos. Precisamente esta salió de pensar en como rellenarlos, extraer la pulpa manteniendo la forma, inyectar chocolate, son algunos de los pensamientos iniciales.

Al final ya visteis que lo más práctico fue partirlos a la mitad, pero aún tenía el formato postre por definir y a veces las cosas son más sencillas de lo que inicialmente las planificamos.

Para qué inyectar más dulce a unos higos que por si mismos nos aportarían el dulzor suficiente. Tenía que hacerlos atractivos y recubiertos de una tempura siempre funciona.

El relleno desapareció pero mi idea de una sopa fría de requesón, menta y sirope de agave pronto se convirtió en la piscina adecuada donde darse un chapuzón de madrugada.

El requesón es bastante insípido pero quería huir de la manida miel, la solución a mis problemas se llama sirope de agave. Aporta el dulce en su justa medida y con la desmedida producción de menta de mi eco garden, remataría el frescor de esta sopa fría.

En cuanto a texturas y contrastes os podéis imaginar. El crujiente de la tempura, caliente con el interior del higo frío y la sopa hacen de este postre una auténtica locura que no empalaga.

Ingredientes:

Higos, harina de tempura, requesón, sirope de agave, hojas de menta en abundancia y aceite de girasol

Primeramente hice la sopa triturando con la batidora de brazo el requesón, sirope y menta. Al meterle aire sin falta de añadir leche conseguís esta textura líquida que meteremos a enfriar en la nevera.

Con mucho cuidado hacemos una incisión circular en los higos dejando el sombrero, después de arriba hacia abajo vamos pelándolos con mucho cuidado. La idea además de crear un efecto visual atractivo es tener un soporte por donde coger los higos a la hora de freírlos. Hay que meterlos un rato en el congelador para que se queden tiesos y fríos por dentro.

Para la tempura mezclamos la harina con agua muy fría, yo le pongo unos cubitos de hielo. Asiendo por el sombrero rebozamos los higos y cuando el aceite esté muy caliente los sumergimos manteniéndolos cogidos con dos dedos. Los sacamos a un plato con papel absorbente para quitar los excesos de aceite.

Como me había sobrado mezcla pensé en sacar unas virutas de forma abstracta para dar volumen en la presentación.

A la hora de comerlos, podéis hacerlo de un bocado cogiéndolos por el sombrero, de un mordisco sale todo el higo quedando tan solo el rabo en vuestras manos.