Comer pasta además de saludable resulta muy divertido y yo creo que por eso gusta tanto y es una de las comidas favoritas de los niños. No sabría decir cuantas variedades de pasta existen pero sin duda en España los spaghetti, macarrones, ravioli, tortelini, lasaña y canelones son las favoritas.

Lo bueno de la pasta es que acepta casi cualquier cosa y en caliente o frío en forma de ensalada nos resuelve muchísimas comidas. ¿Quien no sabe hacerse unos macarrones con tomate?.

Mis padres se marchaban de viaje y mi madre me dio un confit  de pato, aunque exquisito uno de estos muslitos no me llegaba ni para el aperitivo, había que tunearlos y darles más consistencia, hacer de ellos un plato principal como Dios manda.

Por asociación aunque muchos hubieseis viajado a Francia, país donde veneran al Sr. Pato, mi pensamiento se fue de turné por Asia e inmediatamente me vinieron a la cabeza esos patos laqueados y como estamos en temporada, nada mejor que unas setas shitake para acompañar.

De vuelta hice escala por Italia y dado que aún no tenía publicados canelones me decidí por esta versión tan internacional. Si preferís hacer una lasaña obviamente también funciona y puede que sea un pelín más fácil que ponerse a enrollar canutillos.

Puesto que no tenía placas de canelones decidí reconvertir las magnificas láminas de lasaña con pomodoro. Esta curiosa pasta no necesita cocción, con sumergirla un rato en agua caliente ya está lista para usar y con ayuda de un cuchillo cortamos los cuadrados al gusto.

Se que la presentación no es la más lucida del mundo. Aunque lo he intentado con esa vajilla que imita a un vinilo la apariencia es apetitosa pero nada bonita, o quizás yo me haya vuelto muy puntilloso y no penséis lo mismo.

Ingredientes:

1 confit de pato, pasta para canelones, 2 dientes de ajo, 3 tomates, media cebolla, pimentón, leche, harina, nuez moscada, azúcar, sal, queso rallado y setas shitake.

El primer paso es hacer una salsa de tomate casera, el Sr. Pato no se merecía menos y utilizar una de esas envasadas mejor dejarlo para platos de pasta menos lujosos. Pelar, cortar y pochar, un poco de azúcar para quitar la acidez, añadir un poco de pimentón dulce y una pizca de sal.

Mientras tanto pondremos nuestro confit al horno, unos 180º, estará listo cuando veáis la piel dorada con un punto crujiente. Retiramos con cuidado la piel, deshuesamos, deshilachamos y mezclamos con la salsa de tomate.

Hacemos las setas a la plancha, cortamos en trocitos pequeños. Una parte la añadimos a la salsa de tomate y la otra la utilizaremos para la bechamel.

La piel la volveremos a meter en el horno hasta que pierda toda su grasa y nos quede como una galleta crujiente, absorbemos los excesos de grasa con un papel de cocina, dejamos enfriar y picamos con un cuchillo para esparcir por encima en nuestra decoración.

Hacemos una bechamel un tanto especial, en vez de utilizar mantequilla o aceite en esta ocasión nos valemos de la propia grasa del pato. El resto como siempre, fundimos, añadimos harina, y poco a poco leche hasta alcanzar una consistencia no muy liquida, un toque de nuez moscada, incorporamos las setas, trituramos y lista.

Sumergimos en agua caliente las placas de lasagna y cortamos al gusto. En caso de utilizar las específicas para canelones seguimos las instrucciones básicas de cocción. Secamos los excesos de agua, y procedemos a rellenar y enrollar. Cubrimos con la bechamel y finalizamos con el queso rallado. Horneamos y rematamos la faena con el gratinador.

Con cuidado de no desmontarlos, emplatamos y decoramos con el crunch de la piel. Como de bien nacido es ser agradecido, en una cazuela de barro reserve la prueba para mis padres. Ya puestos, es un plato que merece la pena hacerse en cantidad y congelar para futuras ocasiones.