Casa Gerardo –  Carretera, AS-19, km 9 – Prendes (Carreño)   Tlf: 985 88 77 97

Cuando alguien traspasa el umbral de la puerta de Casa Gerardo uno no puede sentir más que respeto, y ese no viene dado de su Estrella Michelín, que también, pero hablar de un restaurante fundado en 1882 que pronto cumplirá 140 años lo convierte en historia viva no solo de la gastronomía sino también de la cultura regional.

Hablar de una cuarta y quinta generación al frente de un negocio es algo para enmarcar sea cual sea su ámbito empresarial, pero cuando hablamos de cocineros la cosa se pone seria, porque además de regentar el negocio, has de tener un don con el que se nace, aunque luego se perfeccione con el aprendizaje. Pedro y Marcos lo saben bien, el primero a sus 67 años podría ser un merecido jubilado más pero ahí sigue dando guerra como el primer día, su hijo ya ha entrado en los cuarenta y pertenece a esa generación coincidente con la revolución gastronómica española, una nueva forma de ver y entender la profesión.

Podemos decir que convive la tradición con la vanguardia y no dejo de imaginar los «conflictos» familiares que habrán surgido entre ambas generaciones a la hora de aplicar nuevas técnicas o sabores menos convencionales. Casa Gerardo es mucho más que una excelente fabada y una crema de arroz con leche, es cocina con mayúsculas, producto de altísimo nivel y elaboraciones con mayor o menor complejidad que siempre reflejan elegancia.

No se trataba ni mucho menos de mi primera experiencia, aunque ya lleve seis años de blogger, es una nimiedad comparada con mi edad y hasta hoy no he podido hacer tan deseado reportaje. Os desvelaré un secreto, hace algún tiempo tuve reserva firme y la lié parda la noche anterior, consciente que no iba a disfrutar en condiciones del menú degustación llamé para anular. Fue una espinita de la que me resarcí en el gastromaridaje Schweppes que compartí con vosotros no hace tanto, aunque el tiempo pasa volando.

Tanto vuela que aquí me encuentro con cincuenta años a las espaldas. Para celebrar tan magnánima fecha, acompañado de la persona que más quiero y me quiere del mundo, mi madre, pensé en Casa Gerardo como el perfecto lugar de homenaje, porque también me trae recuerdos de cuando íbamos con mi padre y de algún modo lo sentimos presente.

Las celebraciones ya habían comenzado dos días antes con un selecto grupo de amistades íntimas, para esta comida tuve que buscar la moderación ya que por la noche se planteaba otro sarao importante. La ventaja de conocer la casa es que no me vi «forzado» a probar su gloriosa fabada ni el arroz con leche, aunque para nada resultan excesivamente pesados, uno ha de tomar precauciones.

Tampoco nos animamos con ninguno de los dos menús disponibles. Espero que esta prudencia no se convierta en tónica general a partir de ahora, uno tiene una fama de glotón que sostener. Pensándolo bien, ha sido una buena oportunidad para quitarme ese corsé que me arrastra a los menús degustación para tratar de conocer y mostrar una visión más general de lo que ofrece un restaurante u otro.

La carta nos ofrece buena variedad que además se ve ampliada por las sugerencias del día. Mientras nos decidimos, un vermú de la casa y una Alhambra roja de barril acompañadas por una crema de verduras, con la ayuda de la camarera, sirvieron para aclarar ideas y cantidades.

Nos ofrecen unos snacks entre los que encontramos un salmón marinado con pepino, un pastel de pescado, una mantequilla de anchoas y otro que no recuerdo (cosas de la edad).

Mi madre se decidió por el plato de aperitivos de la casa, diseñado para comer de forma individual, a saber: el bocadillo crujiente de quesos asturianos, la cebollita rellena de pisto de bonito, el chupito de crema de nécoras y las croquetas del compango de la fabada.

Por mi parte, habiendo ostras y teniendo la garantía del sitio donde nos encontramos, no dudé en pedir el plato de ostras que se compone de cuatro unidades que podemos combinar al gusto. Exceptuando la natural y la que lleva caviar elegí el resto, una de cada: con licuado de aceituna y gel de vermú, con escabeche de manzana, frita con toques asiáticos y guisada en jugo de pitu, pan de maíz y cebolla roja. Todas las combinaciones resultaron fabulosas y la calidad y carnosidad de la ostra, de Champion League.

Dentro de un apartado que llaman exaltación del producto, elegimos unas cocochas confitadas, pilpil y jugo de pimiento verde. Junto con el salpicón de bugre y el bugre frito con yema de huevo podremos elegir entre 1/3 2/3 o la ración, así que cualquiera de ellos es ideal para compartir.

Como platos principales una merluza a la sidra con la que vi disfrutar a mi madre de manera especial, como gran cocinera que es, su listón siempre esta muy alto y no resulta fácil complacerla como hizo esta elaboración.

Por mi parte elegí el rubiel a la espalda y si mi madre es Yelena Isinbayeva, yo no iba a ser menos que Sergei Bubka. De récord mundial en la primera tentativa, frescura, toque perfecto del vinagre, vamos que tardaré mucho tiempo en comer uno igual.

Llegamos a los postres y tras elegirlos aparecieron con el detalle de una mini tarta de queso azul con su velita que me hizo mucha ilusión.

El postre de mi madre estaba claro, algo con chocolate y para ello el chocolate y avellana, un brownie cremoso, praliné cítrico y salado, helado, Frangélico….

Yo me decidí por la torrija caramelizada con helado de caramelo y macadamias garrapiñadas, ambos postres a la altura del resto.

Tras despedirnos y felicitar a la familia Morán por tan buen trabajo, solo me queda comprometerme a volver pronto. Mi amigo Alvaro me chiva que son muy sportinguistas, pero aún siendo muy carbayón, sobre todo me siento asturiano y volveré tantas veces a jugar este derby como la salud y los años me lo permitan.