Aunque pueda parecer extraño, mi cuerpo funciona al revés y durante las vacaciones he conseguido adelgazar unos kilos. No hay ningún milagro, no cometo muchos excesos, tengo más actividad física respecto a mi rutina sedentaria frente a la pantalla del ordenador, pero sobre todo, no cocino y no tengo la presión de ofrecer publicaciones, así que muchas veces tiro con lo mínimo. Debemos contemplar nuestro cuerpo como un balance empresarial, el debe y el haber, si conseguimos gastar más de lo que consumimos o no realizamos inversiones en calorías, se consigue bajar peso.

Este agosto y principio de septiembre estamos sometidos al tarifazo eléctrico, está siendo el tema estrella de conversaciones y penurias, encender la vitro o el horno se ha convertido en todo un lujo para el que quiera mantener unos horarios dignos.

Pensando en controlar ambos ahorros, el económico y el calórico, para esta primera receta post verano me apetecía algo muy refrescante y me he inventado esta ensalada que por ingredientes nos acerca a la cultura helena. Aunque hoy en día pueda parecer bastante normal, hace treinta años no era tan frecuente comerse una ensalada de pasta dentro de nuestra cultura española. Mi experiencia personal con estas elaboraciones me traslada a mi etapa americana, allí las pasta salad, en mil y una versiones, es un plato muy consumido por el americano medio e incluso de alto standing.

Allí casi todas las empresas tienen su pequeño comedor, una mini cocina con microondas donde los trabajadores comen apurados los tupper que se traen de casa. Luego está la opción de irse a un típico deli y comprarse una ensalada, un bagel o acudir a las hamburgueserías para comer aprisa y corriendo en cualquier bordillo, parque e incluso de pié a las puertas de sus centros de trabajo. En la mayoría de los casos solo disponen de media hora, nada comparado con nuestras dos horas que hasta nos deja tiempo para una siesta.

Hace tres años publiqué más o menos por estas fechas una deliciosa y sorprendente Ensalada de Pasta, Mortadela e Higos, una combinación donde utilizaba una mortadela cortada en tacos que salteaba. No os la perdáis.

Podemos elegir cualquier tipo de pasta, yo me he decantado por unas hélices tricolor por aquello de hacer un plato más vistoso. La salsa elegida para un plato griego no podía ser otra más que la tzatziki, mayoritariamente compuesta de yogur y pulpa de pepino, resulta deliciosa y muy saludable. Tampoco podían faltar las carnosas aceitunas kalamata o el queso feta, unos ingredientes que fácilmente asociamos a la saludable cocina mediterránea.

Con los ingredientes anteriores ya podríamos tener una rica ensalada, pero para hacerla más colorida y sumar elementos saludables, jugar con frutas de temporada es un acierto. Empieza la temporada fuerte de los higos que culmina el 29 de septiembre con San Miguel, los llamados higos miguelinos, y por supuesto no podían faltar. Aprovechando los últimos frutos de mi huerto urbano completo con unas frambuesas y unos physalis, estos frutos del bosque nos ayudan a dar un punto agridulce.

Estamos ante una ensalada muy refrescante llena de contrastes y se hace de manera rápida y sencilla. Aunque la presento de forma delicada, si lo mezclamos todo en un bowl, al día siguiente nos aguanta perfectamente en la nevera y los sabores se multiplican.

Ingredientes:

300grs de pasta, 250grs de yogur griego, 2 pepinos, 1/2 limón, hojas de menta o hierbabuena fresca, 8 higos, 100grs de queso feta, aceitunas kalamata, frambuesas, physalis, piñones, agua, AOVE, sal y pimienta negra recién molida.

Comenzaremos la receta cociendo la pasta en abundante agua fría con un poco de sal, cuando bulla añadimos la pasta y respetamos los tiempos del fabricante buscando una cocción al dente. Escurrimos el agua y refrigeramos.

Seguidamente nos ponemos con la salsa tzatziki pelando los pepinos y rallándolos, con un colador de malla o una estameña separaremos la pulpa del agua presionando varias veces, este proceso es vital para que la salsa no nos quede aguada. En un bowl ponemos la cantidad de yogur, añadimos la pulpa del pepino y las hojas de menta picadas en fino. Ahora aliñamos exprimiendo el medio limón, una pizca de sal, dos o tres vuelta del molinillo de pimienta y un chorro de aceite, mezclamos y rectificamos en su caso antes de llevarlo a refrigerar.

Una de las claves de la receta es que tanto la pasta como la salsa esté bien fría. Mientras esto sucede aprovecharemos para pelar y cortar en cuartos los higos, cortar el queso feta en dados pequeños y retirar las hojas de los physalis.

Cuando todo este frío ya podemos emplatar poniendo en medio de un plato una cantidad generosa de pasta, salseamos por encima, colocamos los cuartos de higo en las señales horarias, esparcimos unos piñones, y buscando los huecos libres vamos distribuyendo el queso, las frambuesas y physalis, colocamos unas hojas de menta, un physalis con sus hojas y rematamos con unas gotas de aceite.