Como no quiero ser cansino con mis publicaciones sobre Oporto prometo que esta será mi última, eso sí, hasta que realice mi tercera visita. Para ser exactos he de decir que el restaurante que hoy toca se encuentra en Matosinhos a unos pocos kilómetros al norte de la desembocadura del Duero.

Esta zona junto con la de la Foz do Douro alberga una de las playas más concurridas, donde la gente de Oporto da rienda suelta a los calores del verano con minúsculos bikinis que por un momento te hacen soñar con playas como Copacabana.

Termina la jornada playera en uno de sus chiringuitos con la sempiterna Super Bock y decidimos visitar una de sus emblemáticas marisquerías y sin duda Marujo (Rua de Tomaz Ribeiro, 284) es sinónimo de éxito. Según entramos, llama la atención sus expositores con todo tipo de mariscos, buena señal y buena carta de presentación antes de que nos ofrezcan la posibilidad de acomodarnos en zona fumadores, si, si, como escucháis, y es que lo importante de la convivencia es el respeto y mientras el tabaco sea legal me parece justo que existan espacios habilitados a tal efecto.

Estamos en verano y no queremos perder la figura así que se impone la moderación y nos conformamos con unos langostinos king size, unas ostras, una cataplana de pescado (nuestro equivalente a calderada y que hace referencia al soporte en el que se cocina y sirve), y rematamos con un banana split.