Por presencia es similar a una quiche pero las grandes diferencias es que he utilizado masa de hojaldre y no masa quebrada y esta tarta no lleva nata por lo que os resultará más ligera.

Hoy hizo un día de verano y no me quise complicar mucho la vida en la cocina, el sol manda y es que en Asturias no estamos como para desaprovechar estas ocasiones así que pensé en una receta fácil que también me solucionaría la comida de mañana. Cuando le envíe una foto a mi madre por whatsapp me pregunto si me lo había comido todo, vaya imagen que tengo y que bien me conoce, pero en esta ocasión falló.

Hacía tiempo que no comía espinacas, igual es por eso que he perdido masa muscular y claro, como voy a encontrar una Olivia. Ya en serio, las echaba de menos pues ha habido etapas en las que no había semana en las que no las preparara en cualquier versión.

Aunque yo prefiero comerla recién salida del horno por aquello de sacar todos los matices de la mezcla con el hojaldre crujiente reconozco que es de los pocos platos que me gusta a temperatura ambiente o incluso en frío.

He añadido pollo para que resultara más completa y le he dado uno de mis toques exóticos, si por exótico podemos llamar a aquello a lo que no estamos acostumbrados. El pollo lo sazoné con merken que es un conjunto de especias chilenas a base de ají cacho de cabra, semillas de cilantro y sal. Por siglos los nativos de la Región de la Araucanía han preparado este condimento único, de acuerdo a la milenaria y rica tradición mapuche. Tiene un sabor levemente picante con un suave final en boca ahumado y que da con su color rojo cobrizo un toque especial que resalta el pollo.

Ingredientes:

1 pechuga de pollo, 1 cebolla, 4 dientes de ajo, 1 bolsa grande de espinacas naturales, 3 huevos, piñones, masa de hojaldre, 200grs de mascarpone, 100grs de Grana Padano rallado, sal, aceite de oliva, un chorro de vino blanco, mantequilla y merken.

Primeramente cortaremos el pollo en trozos de unos cuatro centímetros, sazonamos con la sal y el merken y reservamos.

Pelamos la cebolla y los ajos, cortamos en brunoise, pochamos en una cacerola baja con un poco de aceite de oliva, cuando empiece a dorar le añadimos un chorrito de vino blanco, en este caso utilicé Albariño, dejamos que reduzca.

Paralelamente cortaremos las espinacas naturales tomando un buen puñado de hojas y retorciéndolas para hacer unos cortes en juliana. Las añadimos al pochado y salamos,cuando observemos que están a medio hacer y el volumen haya disminuido añadimos un puñado de piñones, salteamos, retiramos del fuego y guardamos el conjunto en un plato. La idea es que no se hagan demasiado.

En la misma cacerola del pochado echamos un poco más de aceite y hacemos el pollo hasta que esté doradito pero sin que se nos reseque demasiado.

Mientras el pollo se hace en un bowl grande batimos los huevos, añadimos las espinacas, rallamos el queso parmesano e incorporamos el mascarpone, vamos mezclando todo el conjunto para al final añadir los trozos de pollo, volvemos a mezclar y reservamos.

Cogemos un molde para tartas, untamos toda la superficie de mantequilla. Extendemos la base de hojaldre, la estiramos un poco con el amasador de manera que la lámina supere el diámetro del molde, con cuidado vamos dando la forma sin presionar demasiado y empezando por la base, los bordes me quedaron más holgados por lo que aproveche y con los dedos le fui dando esa forma de ondas.

Vertemos toda la mezcla e introducimos en el horno que habremos precalentado a 200º y que bajaremos a 180º con la función de calor arriba y abajo. Entre 20 y 30 minutos deberá estar lista, aunque visualmente observéis que el hojaldre ha dorado cerciorarse introduciendo un palillo, este ha de salir limpio, señal inequívoca de que todo ha cuajado a la perfección y que está listo para retirar.

Dejamos enfriar unos 5 minutos, con la ayuda de un plato y como si le diésemos la vuelta a una tortilla desmoldamos el pastel y procedemos otra vez a darle la vuelta, ya está listo para servir.