Se suele decir que la comida primero te tiene que entrar por los ojos y esta máxima se refiere no únicamente al contenido sino también al continente, es decir, la vajilla y todos los complementos que la rodean.

Ya nos podemos encontrar con la última creación estrambótica de Adriá pero como al bueno de Ferran le de por presentarla en un plato Duralex os garantizo que perderá muchos enteros.

Esta semana pasada tuve un hueco para pasarme por la tienda Espacio Store de mi amiga Bea en la calle Ventura Rodríguez, 4 de Oviedo ya que había visto en su Facebook https://www.facebook.com/beatriz.manso.56?fref=ts  que le habían entrado unos platos que me llamaron mucho la atención y que me enamoraron desde el primer momento que los vi. Desconocía que se trataba de piezas únicas pintadas a mano por la artista madrileña Nuria Blanco http://www.nuriablanco.es y que pertenecen a la Serie Duo Zoo.

No tarde en decidirme y adoptar como mascota un rinoceronte al que ya le estoy dando vueltas como hacer la puesta de largo. Se puede decir que he tenido suerte porque según me cuenta era uno de los focos de atención de la tienda, y no me extraña.

Estando allí entre tantas cosas apetecibles (mermeladas, chocolates,arroces, cervezas, pasta, cosmética, joyas, ropa….etc.) dí con unas bandejitas ideales para servir unos pinchos. Ya tenía unos de pizarra pero estos de mármol y encima negros me parecieron de lo mas elegante. Pido disculpas por las fotos pero tienen un pulido tan fino que me resultó imposible con mis medios sacar alguna foto en la que no salieran reflejos y se pudiera apreciar el detalle de los fósiles.

Con mis nuevas adquisiciones me vino la idea de hacer este artículo pues mucha gente me ha preguntado de que marca es este plato o de donde has sacado esos vasos.

Como decía la principio, cuando nos sentamos a la mesa buscando el placer se conjugan todas nuestras percepciones sensoriales y la vista juega un papel muy importante y mas allá del contenido hay que prestar atención al continente. Estoy seguro de que mi corto periplo profesional en San Claudio ha dejado poso y al día de hoy aún sigo mirando en los restaurantes el reverso de los platos que me llaman la atención.

Pequeños detalles pueden marcar la diferencia y hasta un simple desayuno bien presentado puede hacernos comenzar el día de mejor humor.

Mi primera vajilla al igual que mi primera colonia Chispas ni merece ser mencionada, se trataba de piezas cada una de su padre y de su madre, simplemente soportes en los que comer y a los que un recién emancipado no prestaba la más mínima atención.

Pronto llegaría la de Trisa que provenía de la tienda Atrivm que mi hermana tenía en la calle Martínez Marina. Reconozco que esta bastante desfasada con ese estilo tan Versace pero es que 18 años no pasan en balde para nadie y aunque Susana haga mofa de ella le tengo un cariño muy especial a la espera de que me regale una de Vista Alegre, por ejemplo.

Aunque Villeroy and Boch es actualmente una reconocida casa alemana, esta tiene sus orígenes allá por 1748 en la pequeña población francesa de Audun le Tiche y que tras un paso por Luxemburgo mediante una fusión pasó a convertirse en la gran empresa que hoy conocemos con sede en Mettlach.

La vajilla que aquí os muestro pertenece a uno de sus Best Sellers, la serie New Wave que conjuga a la perfección los toques modernos de sus formas con un color blanco que resalta los colores de cualquier comida que presentemos en ellos. Su calidad es sobresaliente, parece que fuese metálica porque ha recibido algún golpe que hacía pensar lo peor y que ha superado sin el más mínimo desconchón.

Con el cambio de casa mis padres me regalaron una vajilla artesanal hecha por encargo a Moma, o lo que es lo mismo, a Mabel Alperi que en su taller de La Manjoya realiza sus creaciones en cristal. Los colores elegidos rebosan asturianía y el orgullo patrio que por el 2006 nos inundaba con el segundo mundial de Formula 1 conseguido por Fernando Alonso y que curiosamente empezó a coger un volante muy cerca de donde Mabel tiene su lugar de trabajo.

Para terminar lo quiero hacer con unos platos de aperitivo o cocktail que compre en Pottery Barn en San Francisco, CA. Fueron el típico flechazo, y es que antes de que llegara la moda de los cocktail bars a España cuando vivía en San Paco, como cariñosamente la llamo, los fines de semana era una práctica habitual disfrutar de algún combinado previo a la cena. Estos platos con sus servilletas bordadas a juego me dolería más perderlos que si alguien entra a robar y se lleva la televisión.