Arbidel –  C/ Oscura, 1  –  Ribadesella   Tlf: 985 861 440 – 629 268 378

El pasado 24 de mayo pasará a la historia como el día en que el Real Madrid gano su décima Copa de Europa en Lisboa, el día que se enfrento a otro equipo de la capital de España, el pundonoroso Atlético de Madrid ganador de la última Liga española, pero para mi será el día en que disfruté de mi particular final de Champions en un Estrella Michelín.

Indagando en los datos del share resulta que este partido fue seguido por 11,3 millones de espectadores llegando a los 12.365.000 en el pico de la prorroga. Se me viene a la mente la frase recogida en las Sátiras X del poeta romano Juvenal «panem et circenses» que traducida hace referencia a darle al pueblo pan y juegos de circo.

Como resulta que no soy futbolero el circo de los millonarios persiguiendo un balón lo dejo para esos millones de espectadores, me quedo con el pan, que al menos satisface mi estomago y mi espíritu sobre todo si es de la calidad del restaurante de Jaime Uz.

Pasaba el fin de semana con unos amigos en el Oriente de Asturias y a día de hoy creo que aún no entienden que me fuera solo a disfrutar del panem mientras ellos disfrutaban del circenses, ¿cual es la diferencia?, ninguna pero el poder de los números manda y esta claro que los que elegimos mi opción estamos en clara minoría pero no podía desaprovechar tan pintada ocasión y cercanía con Ribadesella para darme un homenaje con el modo autista ON.

He tardado en escribir este artículo porque el crítico gastronómico de El País, José Carlos Capel se me adelanto y no le quería hacer sombra, es broma, mi máximo respeto por un buen profesional y ha sido justo al revés.

El restaurante Arbidel se encuentra en el casco histórico, a unos pasos del Ayuntamiento de Ribadesella, una preciosa localidad costera asturiana con muchísimo ambiente en verano y que alcanza su cenit en el primer sábado de agosto con la llegada del Descenso Internacional del Río Sella, una fiesta o folixia como decimos aquí, por todo lo alto y es que el Día de Les Piragües aquello es un hervidero.

Cuando llegas al restaurante, algo escondido, lo primero que me llamó la atención fue una decoración muy bistró parisino, una terraza coqueta con una ambientación muy chic y cuidada al mínimo detalle, desde los faroles que jalonan su entrada hasta las mantas rojas de cortesía que hacen juego con los cojines y el toldo pasando por la bicicleta antigua.

Desde su entrada con la carta expuesta de manera muy original en unos platos de Villeroy & Boch se nos hace una declaración de intenciones, estamos ante «La cocina de Jaime Uz».

Jaime es un chef con mayúsculas que se ha curtido profesionalmente con gente de la talla de Berasategui, Arbelaitz y Aduriz, muchos años de duro trabajo que este año han sido premiados con la concesión de una Estrella Michelín. Entrar en la cocina de Jaime Uz es una invitación a la tradición utilizando como base productos de la tierra pero adaptados a las nuevas tendencias que marca el mercado gastronómico, calidad, innovación, estética, sabor y por si fuera poco respetuoso con la coyuntura económica que actualmente vivimos y es que 4 aperitivos, 5 medias raciones y 2 postres componen su Menú Ribadesella 2014 a un módico precio de 30€, casi lo mismo que he llegado a pagar por un par de langostinos en un lugar de cuyo  nombre no me quiero acordar.

Curiosamente me ubicaron en la misma mesa que habían estado mis padres, ¿será la mesa de los García?, ¿donde hay que firmar? y es que he sido el último de la familia pues aún siendo el primogénito mi hermana se me adelantó.

El servicio está a la altura, fui atendido por tres camareros muy profesionales y afables a los que dí un poco de guerra con mi demora al realizar el reportaje fotográfico.

Poco o nada os voy a contar de los platos ya que todos me parecieron estupendos y creo que el nombre de cada uno de ellos es bastante descriptivo y no hay necesidad de entrar en tecnicismos con los que demostraría mis limitaciones y mi probable impericia. Lo que si haré será marcar con un asterisco aquellos que más me gustaron o sorprendieron.

Mientras examinaba el menú sirvieron unos aperitivos, un crujiente de morcilla, jamón y unos biscotes de pan que no recuerdo bien su descripción. El perfecto acompañamiento para mi ya clásica cerveza.

Ensalada líquida de maíz y guacamole.

*Tartar de salmón y algas.

*Brandada de bacalao, toffe de tomate y almendras.

Crema de patata y coliflor con cúrcuma y berberecho.

*Gazpacho de manzana verde, sardina marinada y Pría (matices de la tierra).

*Tomate raff y cebolla roja en ensalada de anchoas ahumadas y Varé.

*Cuscús trufado con huevo, setas y repollo.

Bacalao, jugo rustido de pulpo, verdinas y vegetales.

Carrillera tostada, puré de apio nabo y remolacha en ensalada.

*Cremoso de plátano, piña confitada, cáscara de limón helada y manzana.

Migas de chocolate, crema de calabaza y naranja, y helado de yogur.

Como corresponde a una buena comida y teniendo en cuenta que nunca me desvela, terminé con mi obligado café solo.

Espero volver pronto y degustar alguno de sus arroces, pescados y mariscos siguiendo las indicaciones del propio Jaime y José Carlos Capel. Creo que mi declaración de intenciones está clara, ¿tenéis ya la vuestra?.

Editado 21/09/14

Como lo prometido es deuda y las ganas de probar las otras exquisiteces de la carta muchas, no se me ocurrió mejor manera de despedir el verano. Y vaya día!!!!!, por miedo al tiempo reservé en el interior pero tuve suerte y pudimos cambiar la mesa a la terraza.

El recibimiento de Jaime muy cariñoso y tan atento como siempre. Aunque más o menos la comanda estaba clara, sus consejos en cuanto a cantidades y cambio en algún plato fueron de mucha utilidad y no se equivocó ni un ápice.

Vaya por delante que no me pude resistir a repetir con el gazpacho, creo que un imprescindible si os acercáis por Arbidel y no podía permitirme que mi amiga María dejase de probarlo. El resto de platos degustados no defraudan, todo lo contrario, enamoran y debo destacar el crujiente de las croquetas, la carnosidad de los bocartes, la cremosidad en el arroz, potencia de sabor en las cigalas, excepcional el ravioli de pitu y los contrastes del postre de manzana con el helado de canela.

Croquetas cremosas de «adobu» y Gamoneu

Bocartes rellenos con suave de Cabrales y vinagreta de manzana y tomate.

Arroz cremoso con calamares y cigalitas, acompañado de virutas de Gamoneu D.O.

Raviolis de pitu de caleya sobre cigalas fritas y su jugo ligado.

Tarta de manzana caliente y su helado.

Poco más puedo añadir a esta revisión, tal vez unos …………………………………………..

Editado – 15/04/2016

Esta última visita casi me coincide con mi particular aniversario, hace dos años que cruce y me enamoré por primera vez de la Cocina de Jaime Uz. Paradojas de la vida han hecho que mis acompañantes de esta ocasión fueran los mismos que en su día se habían quedado viendo aquella histórica final madrileña que quizás se pueda volver a repetir.

Bromeaba con un amigo que hizo un comentario a mi visita de Quince Nudos hacía menos de quince días antes, que el plan ideal sería comer allí y cenar en Arbidel. Sin premeditación alguna resulta que me ofrecen un plan envidiable que incluía esta visita obligada del buen yantar, al que obviamente no pude renunciar.

Ocasión pintiparada para probar el nuevo menú » Santa Marina 2016″ y saludar a unos de los chefs más afables que me he ido encontrando durante estos más de dos años de blog.

Seguir conservando su meritoria Estrella Michelín, que luce gloriosa en la entrada con el simpático y adelgazado Bibendum, no es tarea fácil y no hay mejor aval que un libro de reservas del que ahora que vamos al buen tiempo resulta complicado formar parte.

En este tiempo ambos hemos evolucionado, al menos en experiencias. Yo por mi parte he crecido mucho como foodie y bloguero, son muchos los restaurantes visitados y muchos los artículos escritos, que a día de hoy te permiten comparar y reafirmarte en experiencias pasadas.

Arbidel fue mi primera visita consciente a un Estrella Michelín al margen de las que pude hacer con mis padres, por ello guardo un magnífico recuerdo de aquel día en que un comensal solitario con su Iphone 4, disfrutó de un menú largo, un trato exquisito y el premio de poder felicitar al chef. Ahora con mucha más soltura, acompañado de mi cámara reflex, te sientes satisfecho de un trabajo que aquellos que te hacen disfrutar con sus platos saben valoren el entusiasmo de un simple «disfrutón».

Ahora hasta me permito hacer collages con los aperitivos y snacks como este que os dejo.

Para acompañar a mi cerveza Vorágine nos sirvieron los conocidos crujientes de morcilla; un excelente calzone de pitu de caleya y queso Casín, cebolleta y coco picante; galleta de boroño con manzana y morcilla y un crujiente de algas  con emulsión de oricio y cigala.

Aunque no estaba dentro del menú complementamos con un aplaudido tartar de xarda, yema y brotes.

Damos comienzo a los platos fuertes con el tartar-ceviche marino, manitas crujientes, apio y manzana (matices picantes y vegetales). La costra crujiente de manitas se rellena con xarda y merluza donde cada punto de color aporta sus matices, el coco, apio, manzana, remolacha.

Conceptualmente seguimos en la línea del plato anterior pero en forma de coca tostada de ahumados, sardina y algas (Verduras texturizadas y Gamoneu). Precisamente esta joya de queso que tenemos en Asturias corona en crujiente y se acompaña de un delicioso y refrescante helado de calabaza y naranja. Los ahumados en este segundo plato son como una progresión respecto al primer plato.

Falso risotto de champiñón y trufa, tuétano de coliflor, esparrago de campo y de mar. Aquí surgió la anécdota de la noche cuando se me ocurrió decirle a la camarera que si para el trampantojo habían utilizado Pennette cuando en realidad se trata de Puntalette, un fallo, desconocimiento y la mente sucia de mis amigos hizo que ambos nos sonrojásemos.

        

Sabores muy vegetales en los que utiliza el espárrago triguero y la salicornia en un plato de toques cremosos. Como podréis imaginar el tuétano de la coliflor es el tronco.

El siguiente plato es una concentración de sabores salvaje que a alguna de mis acompañantes les resultó fuerte. Pote de berza, repollo guisado, chosco y foie. A mi me encantó meter mano a esas reducciones en las que una cucharada sabe a cinco de uno normal.

«Gochu» asturcelta, asado con anís, soja y jengibre, manzana de sidra y ajo negro. Una carne que cada día va teniendo más presencia en la cocina asturiana y gallega. El dado de manzana sobre la tierra de ajo negro tiene muchísimo sabor, y el punto grande de salsa nos recordó al sabor de las porras Koyack, y es que el ajo negro tiene unos matices muy sorprendentes.

Para los postres empezamos con uno muy refrescante. Néctar de manzana y apio, puré de guisantes, algas y helado de romero y leche aireada. La mezcla de la manzana con las algas wakame y coidium funciona muy bien y los toques aromáticos que ofrece el romero en versión helado y crujiente hacen de este, un postre muy digestivo.

El segundo postre, algo más dulce pero sin llegar a empalagar es un bizcocho borracho, frutas y vegetales torrefactas y heladas, y un merengue italiano de almendra tostado. Helado de chocolate y sorbete de guindas redondean un bello plato estético y con fundamento.

Con los cafés nos servirían unos petit fours a base de mini trufas y cocadas.

Una vez más Jaime ha conseguido mantener ese enamoramiento y como hice la última vez, me despido con unos puntos suspensivos……………………………………………