La Esperanza



La Esperanza – C/ Puerto, 36  El Puerto – Castrillón    Tlf: 618 523 475

Hoy os llevo de visita a una playa que no resulta paradisiaca pero que cumple sobradamente con su función y además cuenta con una casa de comidas en la que comeréis muy bien a precios razonables. No es que su ubicación sea secreta pero a no ser que seáis asiduos de la zona, no es un restaurante en el que se caiga por casualidad porque como he comentado, su playa ni está masificada ni tiene muchos de los encantos que podríamos encontrar en otros arenales.

Para empezar, la playa de Santa María del Mar pertenece a la ensenada del mismo nombre y aunque son distintas, con marea baja se conecta con la playa de La Llada, que aún siendo más pequeña concentra más gente por su cercanía al camping y a una buena zona recreativa con amplios aparcamientos. Quizás una de las razones para que no sea tan concurrida como las de Salinas y San Juan es su arena negruzca por los residuos de carbón procedentes de la contigua mina de Arnao, de hecho, algunas señoras bajan a recoger el cisco (residuos de carbon que secan para arrancar estufas y braseros).

A mi me gusta precisamente por la moderada afluencia de gente y el baño es muy bueno, sin gran oleaje ni corrientes. Durante la época estival el chiringuito perteneciente a La Esperanza abre sus puertas y aunque no tiene un gran tamaño resulta muy agradable con sus sombrillas, además disponen de sidra natural.

Llevo unos cuantos años yendo a esta playa pero aún no había visitado el restaurante. Oportunidades claro que he tenido pero mis rituales solariegos me lo impiden, no me gusta perder el tiempo en una comida formal cuando tenemos un clima tan variable como imprevisible. Por fin coincidió durante el pasado día del Carmen, aun siendo un día por semana mi pareja libraba por la tarde y con el buen tiempo nos acercamos a celebrar el santo de su madre con otros familiares y amigos.

Pilar Bottamino Fernández conoce bien el oficio de guisandera desde sus abuelos, heredera de la tradición de Casa Esperanza en Carcedo (1921-1996), el negocio que montaron a su regreso tras haber emigrado a EEUU para la construcción del ferrocarril entre Chicago y Jacksonville. Esta zona de Asturias tuvo mucho emigrante en los Estados Unidos, os recomiendo el documental de Luis Argeo «AsturianUS» que cuenta la historia de un colectivo de obreros del zinc que emigraron a principios de siglo para trabajar en las fábricas de Anmoore y Spelter, en Virginia Occidental, y Donora, en Pensilvania.

Para picar tenían en carta unos percebes que resultaron muy sabrosos, al mismo tiempo que sirvieron unas ensaladas LTC con un tomate asturiano de categoría.

Tenían cebollas rellenas que venden por unidad al igual que las patatas rellenas que hacen por encargo. Estando en verano no podía faltar el clásico rollo de bonito.

Dentro de los cárnicos se eligió presa ibérica, entrecot de ternera de muy buena calidad y las manitas de cerdo que son un gran termómetro para juzgar el nivel de guisandera. Aprobado con nota, quizás un exceso de pimentón pero muy melosas y con salsa abundante para mojar o empapar con unas patatas muy crujiente.

Rematamos con el arroz con leche que aún estaba templado y requemado que es como más se disfruta y una tarta con un merengue, borrachina, muy equilibrada de azúcar que estaba para comerse a dos carrillos.

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