El Asador de Abel – Casa Farpón



El Asador de Abel – Casa Farpón  Tlf: 985 740 913 –   Revuelta El Coche, S/N, 33188, Asturias

Cuando llega el día 19 de julio en mi familia, es tiempo de recordar y disfrutar, no sin grandes dosis de tristeza y añoranza, este hubiese sido el 79 cumpleaños y ya van ocho sin él. Aunque pueda parecer irrelevante, banal o incluso estúpido, me he arrogado el papel de pater familias para intentar dar en el clavo con aquel restaurante que realmente hubiese satisfecho los gustos de mi padre.

No definiría a mi padre como persona de pico fino, aunque por su profesión hubiese disfrutado de buenas mesas, pero habiendo crecido en una familia de orígenes humildes, huérfano de padre a los 10 y siendo el mayor de cuatro hermanos, una de sus obsesiones era que en las celebraciones no faltase de nada.

La elección de este año me ha dejado más que satisfecho, no solo por el festín y la calidad de todo lo disfrutado, si no por recordar lo que nos contaba de aquellas excelsas comidas que se celebraban en aquella mítica La Gruta, siendo él Gerente de CEYD durante 30 años y Abel Terente un icono en sus cocinas durante 26 años. En lo que a mis recuerdos concierne, destaco unas cigalas descomunales abiertas, a la plancha, y el Miguel de la época Rock and Ríos, sentado en la mesa de al lado.

Ser la cara visible y tener el reconocimiento de otros por los éxitos empresariales no es suficiente cuando sientes como tuyo algo que no lo es, por ello, las vidas paralelas de Juan García González y Abel Terente González hicieron que en el  año 1999 uno fundara Sacejo Construcciones y Promociones (SCP) y el otro, El Asador de Abel, en Argüelles (Siero). El sector de la construcción siempre ha estado muy ligado al de la hostelería, siempre ha existido una retroalimentación como lugar reconocido para mediar, conseguir, celebrar, o solucionar temas de empresa. Administración Pública, Sindicatos y Banca son el otro pilar de la ecuación, sectores donde se han forjado muchos de los que en argot se conocen como «triperos».

Abel se trasladó a lo que era La Revuelta del Coche para seguir su camino durante 24 años más en el que se ha convertido en uno de los centros neurálgicos de la empresa asturiana. No solo mantendría esa clientela de trabajo, el fin de semana se completaba con las familias de estos empresarios y de muchos otros que tienen la buena costumbre de desplazarse a otros lugares, quizás para no encontrarse a los de siempre.

Se acercaba el necesario y de sobra excedido tiempo de la jubilación y aquí entra en juego la pujanza, juventud y cabeza asentada de Javier Álvarez Farpón. Se conocieron como premiados de la Caldereta de Don Calixto, en las categorías de Maestro Nacional y Joven en 2017, unos premios que concede el diario El Comercio y del que podríamos decir les llevaron al Huerto de Calixto y Melibea.

Javier es como el Eduardo Noriega que ahora ha vuelto a desempolvar Renault en su anuncio del Megane, aquellos denominados JASP  «Joven Aunque Sobradamente Preparado». Ha trabajado con Nacho Manzano en Casa Marcial (2 Estrellas Michelín), con Gonzalo Pañeda en Auga (1 Estrella Michelín) y Diego Regueiro en su restaurante de Tox, pero además regentó su propio restaurante en la casa rehabilitada de sus abuelos en Mamorana (Lena).

Los romanticismos funcionan muy bien en las películas o las poesías de Becquer y las ansias de Javier por seguir creciendo profesionalmente, le han llevado a «aparcar» ese concepto romántico-rural dando el relevo generacional a Abel, formalizado el 2 de mayo de 2023.

Tras un año y tres meses, el testigo cedido se ha consolidado, Abel disfruta de su merecido descanso y Javier poco a poco va marcando su impronta en el negocio, sin perder la esencia del mismo. TBP es el triangulo mágico que hará de este restaurante ser más sólido que las Pirámides de Egipto. En la cúspide nos encontramos con el TRATO, ser bien recibidos, atendidos, mimados, recomendados y recordados, porque un cliente defraudado o engañado no es solo una pérdida irrecuperable, hay que multiplicarlo por unos cuantos más de su entorno de influencia.

En la base tenemos BRASAS y PRODUCTO ambas han sido y son las que atraen clientela. El fuego es la esencia de la cocina desde el homo erectus en el Paleolítico y el buen trato de sus brasas hace que un producto de calidad, apenas necesite algo más para destacar, un poco de sal. Buenas carnes y pescados es lo que encontrareis en este fabuloso asador, pero además no falta la sapiencia de esos guisos tradicionales que nunca pueden faltar, esencia de la gastronomía de nuestra tierra y donde por semana dependiendo de temporada o despensa podremos encontrar verdinas con callos de bacalao, marmitako, ensaladilla rusa o cebollas rellenas de bonito, calamares en su tinta o chipirón de potera.

Antes de entrar en faena y como nexo de unión entre todo lo mencionado anteriormente, una buena bodega siempre ha de ir ligada a una buena comida. Aunque no fuese como ese culebrón de hacerse querer entre Florentino y Mbappé,  el fichaje del sumiller murciano Juan Luis García Ruiz, hace un año tuvo tanta repercusión en el mundo gastro como el del astro francés fichando por el Real Madrid. Si uno es un virtuoso del balón aunque no demostrara nada en la reciente Eurocopa, Juan Luis es una nariz privilegiada en lo suyo y los 12 años en Casa Marcial forjó un tándem ejemplar que a buen seguro reeditará con Javier en busca de las cotas más elevadas, de conocimiento y trato va sobrado.

El restaurante se encuentra dentro de un entorno rural aunque circundado por mucha industria, el gigante de Amazon no dista mucho y ya que hablé del sector de la construcción, Hormigones y Prefabricados Juan Roces está justo enfrente. Hace años que el entramado de carreteras cambió al construirse la Autovía A-64, ahora es algo más enrevesado con unas cuantas glorietas donde a cualquier hora se puede encontrar a una simpática pareja vestida de verde, lo bueno de todo ese entramado es que muchos son los caminos alternativos para llegar a Roma 😉

Cierto es que poniéndome un poco pijotero, al edificio le falta un poco de conservación exterior relacionada con la pintura y madera, una capina de aglomerado en el parking, pero en realidad no estamos en el centro histórico de ninguna ciudad y lo que cuenta es su cocina. Por dentro sigue igual, no hay que complicarse mucho la vida, vamos a lo mollar que para estética y aparentar ya existen otro tipo de negocios más instagrameables. Conozco unos cuantos lugares que cambian de dueño, gastan los millones que no tienen en aparentar un cambio y en la esencia del negocio no aportan nada nuevo ni bueno, hoy los veréis en las redes y en uno o dos años desaparecerán ahogados por esa codiciosa inversión inicial por hacerse visibles sin haber demostrado nada aún.

No descarto que sea cuestión de edad, mucho tiempo vinculado a la gastronomía, exceso de redes sociales, pero cada vez soporto menos el hype (abreviatura de hipérbole o ponderación desmesurada, en inglés) de muchos restaurantes y productos. Me he cansado de tanto sushi de mercadillo, ahora toca el ramen y los hot pots; las hamburguesas están cojonudas dentro de una normalidad y el desfase de panes y toppings acaban por enmascarar el sabor de la carne; la trufa esta rica en su justa medida así que dejemos de laminar tuber melanosporum como si no hubiese un mañana, es un esnobismo; hacer repostería XXL o llevarla al guarreo máximo echando cremas, chocolates, helados, siropes todo en uno, estos son algunos de los ejemplos.

Ya sentados en la mesa vamos a disfrutar de un aperitivo, en mi caso y no solo por conducir, la «dieta» sigue vigente (hoy me la salto). Pido una 0,0 tostada de Estrella Galicia que durante este último año ha sido mi bebida preferida para alternar, digamos que le acabas cogiendo cariño y dentro de su clase es la que más me gusta. Mi madre pide un vermú y Juan Luis le ofrece uno muy particular, el suyo, servido muy frio. Con unos marcados toques cítricos está para ducharse en el, nos desveló su secreto pero no seré yo quien lo pregone y reproduzca en estas líneas, lo mejor es que vayáis y lo degustéis. Lo acompañaron con unas gildas de libro.

Era temprano y aún no había llegado el grueso de comensales así que pudimos disfrutar de una siempre instructiva charla con Juan Luis a cerca del hype de los vermús, trucos para mejorar alguno del mercado y por supuesto de sidra, porque en el Asador de Abel – Casa Farpón, se puede disfrutar de la sidra natural asturiana con una selección de diferentes palos y lotes específicos elegidos en los llagares por él.

Nos acompañaría durante la comida una sidra G. Costales, la DOP de Sidra Frutos en Villaviciosa, concretamente el Lote 9 que fue corchada a principios de junio y lleva mezcla de las variedades autóctonas de manzana blanquina, raxao y collaos. Agua de Cuevas, pan de Ibias, mantequilla de cítricos y un chorizo Joselito también formaron parte de este buen comienzo.

Elegir los platos fue harto difícil, apetecía todo y yo tenía claro que iba a caer un chuletón, esto no dejaba margen para mucho más así que consensuamos un par de croquetas por persona, se ofrecen por unidades y son la versión de las fantásticas y afamadas croquetas de Nacho Manzano.

Seguimos con una tortilla de bacalao con su pil-pil y piparras. No os la podéis perder, el cuajado nos pareció perfecto, ni huevo fluido ni un secarral, el punto perfecto por mucho que algunos disfruten de huevo batido crudo. El pil-pil por encima con el ajo frito laminado y los trocitos de piparra consumieron la segunda ración de pan.

De plato principal mi madre eligió una Fabada de Argüelles y su compango. Para ser julio y tener 28º me pareció un abuso, pero según sus palabras «ahora para mi sola no la preparo»; entiendo perfectamente que este plato tan representativo y contundente lo eligiese para darse un homenaje y recordar cuanto lo disfrutaba mi padre. La probé y sabía como huele, ese olor embriagador que todos los asturianos tenemos muy calado en la pituitaria cuando te acercas a la hora de comer en el entorno rural, fabes grandes, enteras, mantecosas, suaves con su caldo contundente y un buen compango asturiano de sabor ahumado.

La elección de la raza de chuletón vino determinada por un menor tamaño, en esta ocasión una Jersey de 750grs. Los otros cortes disponibles de Frisona y Charra salían de un chuletero más grande y preferí no abusar de este día de asueto fuera del régimen. Con un punto perfecto, un sabor con cierto dulzor, una grasa nada excesiva y con mucho sabor, acompañada de patatas y pimientos, di buena cuenta de ella.

¿Había hueco para el postre?, quizás no pero cuando mi madre no pudo renunciar a su ración de chocolate en forma de coulant con avellana por el que debía esperar 12 minutos, me animé a pedir la tarta cremosa de queso al horno con sorbete de sidra.

El coulant perfecto, aquí si que ha de fluir el chocolate líquido al partirlo, y la combinación con un helado de frambuesa es de mis favoritas.

La tarta de queso tiene un sabor marcado a queso azul sin ser abusivo, el punto es el que debe ser, cremoso, nada de mazacotes ni versiones fluidas (eso es una tarta sin cuajar que tu abuela o madre nunca habría sacado del horno porque el palillo no engaña), el sorbete de sidra con mucho sabor y refrescante, otro acierto en el acompañamiento.

Finalizamos con un café solo, Brasil 52% y el resto mezcla de Colombia y Honduras. Acompañan con unas trufas cortesía de la casa.

Da igual que hayan pasado 8 años, tener el recuerdo presente a diario y celebrar las ocasiones especiales ignorando la fatalidad, es reconfortante pero como bien apostilló mi madre, el sigue igual y nosotros vamos envejeciendo.

Sin duda me felicito por mi elección, aunque había apostado por caballo ganador. Abel puede estar satisfecho, Javier es un magnífico relevo con personalidad propia que en el futuro dará más que hablar, porque su trayectoria le avala y el camino emprendido ha hecho que disfrutáramos muchísimo en su nueva casa.

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