Villa Mercedes – Passeig de la Mar, 14 – Sant Antoni de Portmany -Ibiza Tlf: 971 348 543
Tres días en la idílica isla de Ibiza no podían tener mejor manera de concluir que una jornada playera en Cala Conta disfrutando de una auténtica piscina natural de hermosas vistas, unos cocktails en el mítico Café del Mar contemplando unas de las más afamadas puestas de sol y rematando con la cena de Villa Mercedes, un restaurante muy acogedor en la bahía de San Antonio.
Si bien la visita a Cala Conta me fascinó a pesar del enjambre de veraneantes, el Café del Mar me dejó ni fu ni fa. El local y la zona de terraza es fantástica, la música chill out deliciosa, los cocktail ricos y caros, ya me habían advertido. El gran problema de este sitio es que parece el Primark en rebajas, mucho guiri descontrolado y cerdo que deja su basura en la zona de rocas. La puesta de sol bastante normalita, las he vivido mucho mejores en Vigo, Cádiz, playa de Verdicio o en mi reciente visita a Zanzibar, aún así es una cita obligada.
Esta villa con vistas al paseo marítimo y su zona de puerto deportivo dispone de varios escenarios enfocados al disfrute, relax y sosiego de las cálidas noches ibicencas de verano. Con su iluminación azulada nocturna y un trato exquisito parecía el lugar perfecto, lleno de encanto, con el que despedirse de esta mi primera visita a la isla.
Cada una de las estancias de la villa resulta muy acogedora y cualquiera de ellas es perfecta para disfrutar de un combinado o ampliarlo con una comida. Mención especial merece el maitre que nos recibe a la entrada, muy comercial, agradable y de verdadera ayuda.
El aperitivo de entrada no puede ser más español, unas aceitunas y un alioli con el que entretenerse mientras tomamos una cerveza.
El primer entrante fueron unos carabineros cocinados a la perfección, frescos, sabrosísimos y sobre todo a un precio espectacular, tanto que al no dar crédito de lo que había oído tuve que volver a consultar. Cuando te dicen que la pieza son 6€ lo primero que piensas es en un tamaño ridículo, en que no están frescos, y muchas cosas más pero cuando te explican que su enfoque es el volumen y no «atizar» al cliente, los pruebas y ves que no había quisquilla encerrada, no queda más que quitarse el sobrero y arrepentirse por no pedir más.
Las gyozas crujientes con sus salsas orientales no estaban nada mal aunque hubiese preferido la versión al vapor. Una mayonesa de wasabi y una salsa sweet chili las acompañan.
Para rematar los platos principales, la pluma de cerdo ibérico a la brasa con puré de albahaca y aceite de romero. El sabor es muchísimo mejor que la apariencia del plato, creo que intentaron la técnica de arrastre con la cuchara y esta decoración funciona bien con salsas pero con el puré ha sido un desastre.
En el postre nos decantamos por el mousse de chocolate blanco y cremoso de fruta de la pasión con coulis de fresa y merengue italiano. No resultó muy empalagoso y eso para alguien nada postrero ya es un éxito.
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