Mesón Leandro – C/ Hoz, 3 – Cazorla Tlf: 953 720 632
Han pasado dieciséis años desde mi ultima visita a Cazorla, uno de los pueblos mas bonitos de toda la geografía nacional y creerme, no me puede la vehemencia por ser el lugar donde nació mi padre y su familia, es precioso se mire por donde se mire.
La llegada tardía a eso de las ocho, nos lo presenta con la mejor iluminación de la luz de oeste y el resplandor de sus casas blancas con la majestuosidad del Castillo de La Yedra o La Peña de los Halcones, lo hacen único al cobijo de la Sierra, una joya cinegética en la que nace el río Guadalquivir.
Claro que he notado muchos cambios, pero la esencia, los olores y los recuerdos imborrables de mi niñez, hacen que recorrer sus calles y rincones pintorescos acompañado de mi madre, revuelva las emociones en recuerdo de la ausencia de mi padre.
A escasos metros del Ayuntamiento nos alojamos en el extraordinario apartamento rural El Alambique, que regentan Valeriano y Lola. Tres habitaciones, dos baños, un enorme salón-cocina, pulcritud y una decoración llena de elementos dignos de cualquier centro de interpretación etnológico.
Las vistas del castillo desde el balcón de la herrería, la plaza de Sta María con sus ruinas y esa bóveda que milagrosamente se mantuvo en pié, subir al castillo o a la ermita de San Isicio, haciendo parada en la fuente de La Glorieta a la altura del numero 50 donde nació mi padre, disfrutar del bullicio nocturno de la Plaza del Huevo, tomarse un granizado en la Plaza de la Tejera o comerse unas porras para desayunar, su festival internacional de Blues, subir a la Sierra o ir a comprar aceite a la almazara, son solo algunas cosas que podréis hacer en la ciudad de Cazorla.
Existen muchas andalucías, tantas como provincias y como diferentes entornos naturales, por ello nada tienen que ver las estereotipadas zonas costeras con el interior de sus diferentes serranías o campos de oliva.
Los calores son los mismos en esta época estival, rondamos los cuarenta grados y para mitigarlos con la ausencia del mar, aquí las piscinas, albercas o embalses como el de El Tranco son el cobijo necesario, aunque unas jarras de cerveza con sus generosas tapillas resultan buena opción.
La gastronomía va en consonancia y sus estrellas son las truchas de la serranía así como la caza, tanto mayor como menor. Quien no recuerda la imagen de aquel muflón despeñándose en el programa de Felix Rodriguez de la Fuente, rodado en estos parajes.
Subiendo por el camino que nos lleva al castillo nos encontramos con el particular edificio Flatiron, nada que ver con el de NY, pero según lo vi me recordó esa estampa. Ahí esta el mesón asador Leandro que entre otras cosas destaca por estar catalogado como Bib Gourmand en la Guía Michelin.
En la parte exterior tiene una buena terraza comedor con un entoldado, pero teniendo en cuenta las altas temperaturas a la sombra quizás sea mejor esperar al turno de cenas para disfrutar al aire libre de las vistas de las ruinas de Sta. María.
Suelos de cerámica típicos de la zona, alguna pared revestida de piedra, vigas de madera, una pintura cálida en color lila, mesas bien vestidas dentro de un estilo clásico conforman este mesón elegante.
El servicio resulta muy amable, pendiente y explicativo respecto de las elaboraciones que ofrecen en carta. Como aperitivo nos sirvieron una deliciosa crema de queso y lacón mientras nos refrescábamos con unas cervezas tostadas bien frías.
Tienen gran variedad de carnes, chuletones de buey o ternera, paletilla de cordero, cochinillo, pato..pero en la comanda he intentado buscar platos más tradicionales de la zona.
Empezamos por una deliciosas croquetas de perdiz, muchísimo sabor y un crujiente perfecto sin nada de grasa.
A continuación el rin rán, un plato humilde que era el sustento energético de los jornaleros. Aunque se le asocia el origen a la región de Murcia, allí utilizan atún pero la reconocida versión que se hace en toda la Sierra de Cazorla con bacalao lo encontrareis en versiones frías y calientes y suele servirse como tapa en los bares.
Se trata de patata cocida machacada a la que se le añade la carne de los pimientos choriceros o ñoras, cebolleta picada, abundancia de aceite de la zona, el bacalao desmigado y desalado, huevo cocido y aceitunas.
La elaboración que nos presenta Leandro tiene una suavidad magnifica y se muestra con toques mas modernos como la aceituna deshidratada.
El tercero de los entrantes fueron las contundentes mollejas de cordero con setas y huevos rotos. Menudo platazo, que suculencia, contundencia y abundancia.
Como platos principales unas chuletillas de lechal, un plato que con una buena materia prima es imposible fallar. Se acompaña de una salsa de fresa y canela, un pisto y unos patatones fritos.
Yo no me pude resistir a la elección de la perdiz en escabeche, se trataba de la pieza entera y al igual que con los puntos de la carne, me sorprendió que me preguntaran por la temperatura del escabeche, lo elegí templado.
Más feliz que una perdiz, es la satisfacción que obtengo de estos bichos en los que con la precisión de un cirujano voy dejando los huesecillos limpios. Me gusta dejarlo todo limpio, mezclarlo con el escabeche y comerlo, en vez de ir poco a poco.
La pieza se deshacía casi con mirarla, muy jugosa y sabrosa. No me arrepiento de la elección, las otras opciones como el jabalí, ciervo..etc las considero mas habituales en mi dieta.
Tras el homenaje, nada de postres, mejor acercarse a la Plaza de La Tejera para tomarnos un granizado de limón con mi prima Isabelita, que no veía desde hace treinta y cinco años.
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