Al Baile La Temprana – C/ Canóniga, 18 – Oviedo Tlf: 984 843 331
Las novedades en la vieja Vetusta corren como la pólvora entre los mentideros de la sociedad carbayona, ávidos de noticias que estimulen el comercio local, la apertura de un nuevo local de hostelería se divulga como aquellos cotilleos que corrían entre los transeúntes del Paseo de los Álamos y los atestados cafés de postín.
«La noche me confunde» es la gran frase del rapsoda Dinio, y no hablo de un clásico griego sino del cubano que irrumpió en todos los saraos habidos y por haber. Retirado de ambientes nocturnos por hartazgo, el casco histórico donde se concentran muchos locales de copas me resulta como el País de Nunca Jamás y no pude vislumbrar los movimientos que se producían en La Corrada del Obispo.
Un buen día a mediados del año pasado, me hablaron de Al Baile La Temprana y me cogió tan de sorpresa como la ampliación del Malasaña que se anexó al antiguo Carulo (Azulete, para los que peinamos canas). En un principio pensé que me hablaban de un nuevo bar de copas ya que comparte edificio con el Per Se y La Piel del Tripulante, pero en realidad hablaban del espacio que en su día ocupó el restaurante La Corrada del Obispo.
El 25 de mayo de 2014 cerraba las puertas uno de los restaurantes más emblemáticos de la ciudad y no porque en su día contara con los Príncipes de Asturias como comensales, sino porque este edificio de dos plantas del S. XVIII tiene un gran encanto. Su estrecho corredor con mesas para parejas mirando al patio, sus gruesas paredes de piedra vista, sus vigas de madera artesonada, su exigua entrada que emboca la misteriosa escalera al comedor, junto con una cocina que durante dieciocho años mantuvo un buen nivel, hizo de este restaurante uno de los locales elegantes por excelencia.
Y el nombre tan extraño, ¿de qué va?, ¿que historia nos cuenta?. Pues parece ser que La Temprana era una afamada guisandera que también organizaba sonados bailes en la ciudad hasta que emigró a México, donde siguió cocinando tradición pero empapándose de las de allí, hasta que regresó y fundó este lugar en el que siguió cocinando y mostrando las influencias de sus viajes.
Tal y como veremos, su carta combina una cocina tradicional con toques mexicanos adaptados a los gustos de aquí, no esperéis excesos con el picante, todo es muy comedido.
Y, ¿cómo me he encontrado el restaurante tras cinco años cerrado?. Pues indudablemente han habido cambios, pero la esencia del recinto se mantiene intacta, ha sido capaz de aportarme las mismas sensaciones de lujo antiguo, confort y hasta paz porque aún estado lleno en ambas visitas, los decibelios parecen estar bien absorbidos y mediada la comida no te encuentras gritando por ese incómodo murmullo que se convierte en griterío en algún local.
Indudablemente Al Baile La Temprana es un restaurante, pero yo también os lo recomiendo como lugar para tomarse un vermut o una copa relajada a primera hora. No es que disponga de un extenso espacio pero cuenta con butacones y sofás chester junto a su barra circular, el lugar perfecto para unos previos antes de comer o de seguir ruta.
Si a un sitio agradable le añadimos una cuidada decoración navideña, parecía que estabas inmerso en la celebración navideña de los Smith en cualquiera de las soporíferas películas temáticas de las cuatro de la tarde. El piano, la profusión de colores cobre, ese techo de espejo envejecido que proporciona una altura doble, los suelos de madera, los tapices, los recovecos donde aparece una mesa e incluso un salón privado al fondo dan ganas de ponerse a comer galletas de jengibre a manos llenas y empezar a cantar Jingle Bells como un poseso.
Han sido dos las visitas casi consecutivas. La primera nocturna acompañada de un grupo y la segunda diurna con mi madre para celebrar su aniversario de bodas, por ello veréis gran diferencia en las fotos y a modo personal mayor satisfacción en la segunda con una comanda más proporcionada.
Respecto a las bebidas parece que tienen una buena carta de vinos y al no beberlos ni me quedé con el que pidieron mis acompañantes. Eso si, os puedo hablar de que no tienen variedad de vermuts más allá de los de Martini y en cuanto a las cervezas las de Alhambra me resultan muy agradables, tanto la Reserva 1925 como la roja. Acompañan de unas excelentes aceitunas kalamata.
Como entrantes empezaré por la ensaladilla rusa con corona de bruschetta. Se trata de una rica versión en la que quizás falte un poco de mahonesa, pero el contrapunto de la mal llamada bruschetta, que en este caso es una picada entre otros de aceitunas, le aporta un sabor muy rico.
Las bollinas de cochinita pibil, romanescu y sweet-chili siendo muy sabrosas pecan de exceso de masa.
Los corazones de alcachofa a la sal de carbón tienen una presentación impecable y un punto perfecto.
Para terminar con los entrantes uno de sus puntos fuertes y variados son los tacos que sirven por dos o cuatro unidades, en este último caso nos permite mezclar dos lo cual es muy acertado a la hora de compartir.
Si no me falla la memoria creo que pedimos las cinco versiones disponibles, que sucintamente os describo sin todos los complementos. Los hay de cordero xaldu, manitas de cerdo, carilleras, verduras «ratatouille» y setas Portobello con verduras. En el de manitas que volví a repetir nos mezclaron dos tipos de tortilla de maíz, una de ellas con maíz azul.
Como principales tenemos el solomillo con salteado de tirabeques. 200grs de ternera con IGP asturiana, buen punto de la carne y crocante de los tirabeques.
Los escalopines de «Xata Roxa» al queso La Peral son un plato abundante con un rebozo clásico de huevo, tiernos y con la salsa servida por separado. Mención especial merecen sus buenas patatas fritas.
Calamar de potera en tinta, arroz y alioli negro. Buen producto y cocinado, la textura de la salsa sin ser muy gruesa tiene un punto medio, el arroz va con sofrito y el alioli de ajo negro está clavado con una emulsión perfecta y equilibrada.
Aunque aquí no aparezcan, en la cena coincidí con una buenos amigos y me comentaron que las cebollas rellenas de ragú de jabalí estaban muy buenas.
En cuanto a los postres pedimos el brownie de Jägermeister con helado de vainilla mexicana y un combinado de helados con sabores de dulce de leche estilo porteño y chocolate blanco con matices violeta. Ambos muy correctos.
Mis conclusiones son muy positivas respecto a lo que esperamos de una experiencia global en un restaurante, comida, ambiente, servicio y precio. Al Baile La Temprana supera con nota todos los aspectos.
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