Carulo – Plaza Juan XXIII nº2 (acceso Plaza Porlier) – Oviedo Tlf: 985 229 359
Ser el cocinillas de la pandilla y tener ciertas dotes para la organización suele desembocar en que se te nombre de facto organizador de cualquier tipo de evento. Hubo una época en que me pasaba buena parte del viernes haciendo mil llamadas confirmando y reconfirmando asistencias, buscando restaurantes para acoger mesas de hasta 16 comensales, y la verdad no lo hacía nada mal pero de todo cansa uno.
Con tiempo resulta muy sencillo todo, pero cuando te avisan el mismo viernes a las 21:00 la cosa se complica y no me gusta esa máxima de donde comen 6 comen 8, lo hacen pero apretados y eso no es divertido. Lo más normal es que te digan que no hay sitio y entonces comienza el peregrinaje del mendigo, «buenas noches, tendríais una mesa para 6?. Mañana para comer o cenar?. No para cenar dentro de una hora. Imposible!!!!!. Y un poco más tarde no habría forma?. Ufff que va a estas horas esta todo lleno. Gracias y perdona.»
Volví a las andadas con la organización y sucedió lo de siempre, tres llamadas sin éxito porque además han de ser sitios más o menos céntricos. Me dio por echar un vistazo al Tripadvisor y así es como acabamos en Carulo, leí alguna crítica, vi unas fotos sugerentes y el emplazamiento era ideal.
El restaurante se ubica en la Plaza Juan XXIII, ni idea de donde era pero en cuanto os diga que esta donde el Café Dolar y que ocupa lo que era el antiguo Azulete seguro que a más de uno os suena. En mi época de estudiante de derecho allá por finales de los 80 eran lugares que debías conocer tanto como el Derecho Romano o Constitucional.
A pesar de encontrarnos a finales de noviembre la temperatura era más que aceptable para disfrutar de su terraza tomando unos vinos y cervezas. Con sus sillas de madera tiene un toque muy chic y da la sensación de poder estar en cualquier terraza de una capital europea.
La decoración es muy sencilla pero acertada, combina el verde, blanco y negro que le da un toque moderno muy limpio aunque creo que en el comedor le hace falta algún cuadro en blanco y negro o quizás unos vinilos adhesivos, resulta excesivamente minimalista.
El servicio resultó muy agradable, paciente y de gran ayuda a la hora de establecer cantidades y tomar alguna decisión en las típicas disyuntivas que surgen durante la comanda de un lugar que desconoces.
Comenzamos con unas croquetas variadas que estaban muy buenas, una bechamel muy suave tirando a líquida, y la docena resultó una ración abundante para repartir entre los seis comensales.
A continuación una ensalada de espinacas con queso Varé, nuez y crujiente de cecina.
Los tortos con morcilla y manzana me sorprendieron, estaban crujientes, la morcilla alegre y el toque de la manzana al natural no me lo esperaba, sinceramente, pensé en una compota pero me gusto la combinación de texturas crujientes.
Como principales se pidieron dos arroces, uno con almejas y otro con langostinos siendo la opinión generalizada que este último estaba más sabroso. El de almejas pecó un poco de salado pero en ambos el punto del arroz era muy bueno, al dente.
Aunque probé los arroces yo me decidí por el entrecot de buey, tamaño adecuado y punto perfecto, tierno, jugoso con una guarnición clásica de patatas fritas y pimientos asados.
En los postres optamos por el clásico coulant de chocolate aunque aquí lo llaman bizcocho de chocolate fluido con frutos rojos y sorbete de fruta de la pasión. El punto era bueno aunque la verdad es un postre que ya me cansa, lleva unos años de moda y casi no hay sitio en el que no lo tengan.
Aunque sencillo si que me gusto mucho el yogur griego con almendras y sorbete de mango. Muy abundante e ideal para compartir, el yogur estaba con el punto de cremosidad perfecto.
Para finalizar con los cafés nos sirvieron unos chupitos de licor de arroz con leche cortesía de la casa que estaba muy bueno. Hay veces que te invitan a licores que parecen destilados en un garaje ilegal, esta muy bien el que tengan un detalle pero hay que tener un poco de cabeza y por el hecho de ser gratis no puedes dar mataratas, es preferible que se ahorren esa generosidad.
En conclusión la experiencia en Carulo ha sido positiva, una alternativa agradable más a tener en cuenta si queréis comer o cenar por el centro de la ciudad.
Pensé que tenía una cocina más elaborada. No deja de ser otro gastrobar. (Qué nadie me tome a mal esta frase que yo también voy a este tipo de sitios a veces).
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Sí , Toni, la tendencia gastrobar está muy extendida. Creo que este tipo de locales aúna las necesidades de reunión con una cierta cocina distendida.
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