El artículo que hoy he preparado no tiene mucha ciencia, sin embargo me ha motivado por varias razones: estreno cámara de fotos y he practicado una técnica nueva con el deshuesado del pollo.
Ya son muchas las recetas y artículos de restaurantes que en este corto espacio de tiempo he compartido con todos vosotros. Resulta complicado poder transmitir muchas experiencias que se trasladan al mundo sensorial, por más que mis palabras sean las adecuadas, los olores y sabores solo pueden ser compartidos desde la empíria.
Sin duda alguna, las fotografías que acompañan a los reportajes, deben ser capaces de provocar y estimular al lector. En muchas ocasiones he sentido frustración consciente del pobre nivel que estaba trasladando. Por lo que a mis recetas concierne soy capaz de abandonar el ego, pero cuando se trata de profesionales que viven de esto siento mucha rabia por no hacer justicia a muchos de los deliciosos platos que he probado.
Este verano por mi cumpleaños estuve a punto de comprar la cámara, pero al ser un mundo tan ajeno y complicado donde la variedad es infinita, sentí pereza. Tres meses más tarde, por fin, he decido auto regalarme una herramienta de trabajo indispensable para estos menesteres. Se trata de una cámara reflex Canon EOS 700D, una gama media alta con la que espero aprender mucho e intentar sacar el mayor partido en todas las secciones del blog. Esta receta de hoy ha sido la primera que he fotografiado y creo que notareis la diferencia, seguro que tiene muchos fallos pero por comparación, no hay color.
El otro punto que destaco hoy ha sido el aprendizaje de una técnica para deshuesar el pollo. Mi amigo Ali Palmieri del restaurante 21 en Zahara de los Atunes compartió en Facebook un video muy instructivo al que no me pude resistir a poner en práctica ese mismo día.
Esta forma de deshuesar y presentar las alitas de pollo está genial, dejando un solo hueso podremos comerlas de un solo bocado sin ensuciarnos y como podreis observar su presentación gana muchos enteros. La técnica consiste en romper la articulación con la mano, doblamos, cortamos la punta desechándola y con la ayuda de un paño de cocina tiramos hacia abajo, saldrán los dos huesos, eliminamos el más fino y volvemos la piel y carne del revés como si hiciésemos una bola con los calcetines. Las alitas tienen 3 partes, como ya dije la punta se deshecha y nos quedarán la parte central con sus dos huesos y la gruesa que nos deja unos mini muslitos.
Como había comprado media docena, nos salen 12 piezas, así que decidí hacer 4 propuestas diferentes, dos al horno y dos fritas. Las versiones de horno han sido maceradas en una salsa de cacahuetes y otra con yogur y curry. Las fritas las acompañé de un chutney de mango y una salsa agridulce de jengibre y chile. A excepción de la de yogur al curry que mezclé yo mismo, el resto son salsas prefabricadas de calidad contrastada. Como veis, estas son sólo algunas ideas y a buen seguro a vosotros se os ocurrirán muchas más.
Qué rico 🙂 Las fotos muy buenas!
Un abrazo!
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Gracias, si que estan buenas y con esta presentacion es un finger food que mancha muy poco.
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