La Minerva – Plaza Mayor, 26 – Cáceres Tlf: 927 261 052
El pasado 2 de julio comenzaba unas cortas pero deseadas vacaciones de una semana en compañía de unos amigos, destino Cádiz, sus playas y sobre todo su luz.
Desde Asturias es un viaje largo, pero al que me estoy aficionando, ya que la Ruta de La Plata resulta más entretenida que los aburridos viajes atravesando Madrid. Sin duda por equilibrio en distancias Cáceres, resulta un lugar ideal para hacer noche y así me empeñe con mis compañeros de viaje.
Ellos no son de planear, pues como si se tratara de la «nave del misterio» de Iker Jiménez, siempre les ocurren cosas rarísimas. Lo pude vivir en mis propias carnes y por primera vez en mi vida a escasos 20kms de Salamanca, ví como reventaba nuestra rueda. Lo importante fue que sólo quedó en un susto y hoy os lo puedo contar.
Podría decirse que han sido las vacaciones del renacimiento. Si habitualmente ya valoro muy mucho cada momento de esta loca vida, circunstancias como esta y otra mucho más triste que os contaré en un próximo artículo cobran especial valor en la expresión latina Carpe Diem.
Dentro de mi planificación traté de buscar un hotel céntrico con encanto, sin duda el NH Collection Palacio de Oquendo resultó un acierto. A escasos metros de la Plaza Mayor este edificio histórico resulta perfecto para el descanso del viajero.
Cáceres es una ciudad preciosa, con mucha vida y en este año 2015 ostenta la capitalidad de la gastronomía española. Inviable pasarlo por alto y dado que el año pasado ya había visitado los top Atrio y Javier Martín, esta vez me dejé guiar por la recomendación de Fernando Buitrón y su blog El Emparrao.
La bulliciosa Plaza Mayor data del siglo XIV y en las noches de verano cobra especial relevancia su vida nocturna, las temperaturas bajan y todo el mundo sale a la calle para celebrarlo.
En su cara oeste se ubican casi todos los restaurantes y bares. Recorriendo sus soportales nos encontramos con La Minerva, un local no excesivamente grande al que da vida una magnífica terraza.
En su interior están definidas dos zonas, una de barra con mesas altas y otra de comedor en la que mezclan ambos conceptos altos y bajos.
Sin lugar a dudas en una noche con 24º el lugar para estar es la terraza, la temperatura y las vistas te hacen sentirte parte de un cuadro costumbrista.
Para beber nada mejor que unas merecidas Brabante, de trigo y oscura fueron las seleccionadas.
Tocaba elegir qué comer y dentro de una carta donde predomina el picoteo y tapas tomé las riendas. Eramos tres comensales, así que le dí un buen repaso ante el asombro e incredulidad de los atentos camareros.
Comenzamos con una ensaladita de hojas tiernas y germinados, con queso de cabra marinado en aceite de regaliz, manzana translúcida y pimientos asados al carbón.
Seguimos con nuestras patatas bravas. Efectivamente, son muy suyas, la salsa tenía textura de mousse aderezada con pimentón y la papa era arrugá frita y cortada en gajos. Resultaron chocantes para lo que estaba acostumbrado pero se agradece probar conceptos diferentes.
Extremadura es buena tierra de jamones, así que no pudo faltar una ración de jamón ibérico de bellota con tostitas de chapata, aceite de oliva, sal en escamas y salmorejo para untar. Delicioso y con ese calor ambiente sudado a la perfección.
Estar en Cáceres y no pedir la Torta del Casar D.O. y nuestras compotas caseras hubiese sido un sacrilegio. Aún recuerdo la torta que me traje el año pasado que aromatizó mi coche durante 400kms.
Llega el hermoso canelón de pato con hongos, pera y cardamomo. Muy sabroso y con gran cantidad de rillettes en su interior, imposible decir que se habían quedado escasos de pato.
El calamar rizado, con hongos, sopa de su tinta y salteado de nueces y ajetes. Le faltaba un pelín más de plancha pero al igual que el pulpo y sepia, los cefalópodos me gustan al punto de tener que masticar, lo blandengue me resulta abominable.
Carrillera ibérica, guisada con PX, crema de coliflor trufada (una vez más entra en escena, está de moda sí o sí). Muy rica, estamos en la zona apropiada para degustar los manjares del cerdo.
Cerramos el grueso del amplio menú con una chuleta trinchada de ternera con D.O. Extremadura. Definitivamente tenía un sabor diferente, más fuerte, comparada con una ternera gallega por poner un ejemplo, creo recordar que se trataba de berrenda. Dependiendo del trozo había partes más firmes (que no duras) y otras más tiernas.
Remataríamos el menú de resurrección con el postre 100% Chocolate, creo que visionando la foto no requiere muchas más explicaciones.
En definitiva fue una excelente cena para nuestro primer día de vacaciones y agradezco la recomendación de Fernando Buitrón. Los camareros aún siguen preguntándose donde metímos la comida, espero que muchos asturianos más se dejen caer y esta clase de comandas pasen a resultar familiares, realmente merece la pena.
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