Sa Punta – Es Pouet de Talamanca, s/n, Stª Eulalia des Ríu – Ibiza Tlf: 971 193 424
Las opciones que podréis encontrar para comer en la isla de Ibiza son tan numerosas como sus calas, ahora bien, fuera de los núcleos de población importantes, se encuentran los sitios mas pintorescos, esos lugares con encanto y vistas que difícilmente podréis borrar de vuestra memoria.
Muchos de ellos se encuentran en carreteras terciarias y bastante escondidos, de día resultan mas fácil de identificar pero la noche los camufla como búhos y dejarse llevar por algún navegador no siempre nos garantiza el rumbo mas rápido y directo.
Una jornada playera en Cala Basa fue la elección para este día. Chiringuitos muy animados y como en todas las calas, el metro cuadrado de toalla más cotizado que el nuevo Iphone 7.
Tras una visita al mercadillo hippie nocturno de Las Dalias pude conocer sitios inhóspitos donde no me cruce con ningún coche. Verte perdido, sabiendo que no vas a llegar a tiempo de la reserva, solo es divertido si vuestra pareja de viaje tiene tan buen humor como la mía. Cuarenta minutos mas tarde volvíamos a llegar a Las Dalias e hizo necesaria llamada para avisar de nuestra tardanza.
Con cerca de media hora de retraso, por fin, llegamos a Sa Punta. El mismo espacio alberga tres restaurantes diferentes y una tienda. Sa Punta Fine Dining es una propuesta mas tradicional de lo que se espera en un buen restaurante, Ginger es la apuesta asiática y Patchwork, nuestro elegido, esta enfocado a la cocina libanesa.
Por decoración y vistas sin duda Patchwork ofrece las mejores al situarse en la parte alta del restaurante. El colorido y estructura de la terraza ya nos había enamorado cuando desde Oviedo hicimos la reserva.
Esta claro que la visita nocturna nos aporta un mayor romanticismo con las vistas a Ibiza, las velas y esas lamparas colgantes. La gente guapa, bien vestida y perfumada contrasta obviamente con lo que la claridad del día nos puede ofrecer, misma clientela pero con aspecto mas desenfadado playero.
Aunque no soy amigo de tomar fotos prestadas en esta ocasión debía mostraros como se ve el lugar debidamente iluminado y el porqué de su atractivo.
Quizás la comida no entusiasmo demasiado y no es que tenga un máster en cocina libanesa, pero me falto un je ne sais quoi. De todas maneras salimos satisfechos por el disfrute en general, vistas, ambiente y sobre todo compañía.
Comenzamos con un tabbouleh bien distinto al que estoy acostumbrado, según tengo entendido, esta versión se ciñe mas a la cocina libanesa y difiere de otras del Oriente Próximo. Esta ensalada se compone de menta, perejil, tomate y bulgur y en mi versión el bulgur es el protagonista, al contrario de esta que es meramente testimonial y no contenía pasas ni piñones.
Turno de las kebbe, una versión de unas croquetas de carne picada y piñones.
Seguimos con unas sambousek de queso. Se trata de unas empanadillas rellenas de queso feta y halloumi.
Otro de los platos típicos son las brochetas o pinchitos de carne. Optamos por un mix en el que se combinaba el kafta de cordero y el chich taouk de pollo payes marinado en limón, se acompañaban de arroz basmati y tabbouleh.
Para finalizar un kebbah de cordero. A estas alturas con la cantidad de negocios que han abierto en los últimos años, creo que no tengo que contaros que es un kebbah.
Este, estaba delicioso. La masa perfecta y el cordero cortado en trozos grandes tenia muchísimo sabor de haber sido asado.
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