El Patio de los Naranjos – C/ Jovellanos, 4 – Oviedo Tlf: 985 227 909
Si hay un Patio de los Naranjos que conozco bastante bien es el de Marbella, muchos años veraneando en esta bonita localidad malagueña hace de esta plaza en el casco antiguo, un lugar inevitable y envidiable para disfrutar de una cena, una caña o un helado en cualquier época del año.
El Patio de los Naranjos que hoy visito es muy diferente, se encuentra en Oviedo y es una vinatería-restaurante algo angosto y para mi gusto con una luz demasiado intimista. Aparte de la comida resulta interesante la apuesta artística del local, donde es frecuente observar en sus paredes alguna exposición pictórica e incluso algún evento musical en vivo.
Hacía unos cuantos años desde mi primera visita y aunque el local aún es joven sin duda se ha logrado consolidar como una alternativa gastronómica diferente, con incursiones en cocinas del mundo adaptadas a la tradición española.
El servicio es uno de los puntos destacables, la amabilidad, cercanía y profesionalidad de todas las chicas hace que te sientas muy a gusto en un ambiente desenfadado no excesivamente bullicioso.
Hace ya algún tiempo en que me desvinculé de la organización de cenas con amigos. Fueron muchos años liderando un tropel numeroso y las anulaciones o apariciones de última hora, junto con algún descontento (como si hubiese cocinado yo) hizo que ahora sólo proponga alternativas y restrinja mis reservas a la pareja o a mi propio disfrute.
Me agradó mucho cuando me dijeron que habían reservado en El Patio de los Naranjos, hora de un nuevo artículo de la escena ovetense que cada vez tengo más acotada.
Para los amantes del vino aquí os dejo este rioja Murua 2007, yo a lo mío, la potente cerveza belga triple ale oscura de Gulden Draak. Sus 10,5º pueden disuadiros, pero la que en su día fue catalogada como mejor cerveza del mundo, entra con una suavidad inusitada, llena de sabor afrutado.
Comenzamos con unas croquetas distintas de champiñones y trufa y otras de pollo y jalapeños. El sabor y crujiente es muy bueno aunque la textura tira más esponjosa que a cremosa.
El segundo entrante fue el queso frito. Son unas ruedas de queso de cabra fritas sobre un pan tostado con crujiente de cecina e hilos de mermelada que se acompañan de una ensalada de frutas, tomate y canónigos. Una buena opción si queréis una ensalada con algo más, además es abundante.
Las brochetas de verduritas son bastante sabrosas y se agradece el sabor independiente de cada vegetal. Yacen sobre una cama de pisto y cebolla pochada con un poco de queso al que eché en falta un gratinado.
Como platos fuertes primero llegó el secreto ibérico en Masala. Buena aproximación a la cocina hindú, totalmente apto para todos los públicos, no pica. Se acompaña de un arroz basmati.
El wok de tacos de cerdo y pollo con cous cous y piquillo sigue en la línea internacional que os comentaba. Un plato redondo al que consiguen dar mucho sabor a la sémola de trigo, a mi modo de ver a años luz de la sosa y mediática quinoa.
Para terminar aprovechamos que ya quedan pocos higos con este biscuit.
Una cena muy agradable y satisfactoria, con platos que llegan y son capaces de animar al comensal a probar parte de la esencia gastronómica de otros países sin exponerlo a una terapia de choque que pudiese resultar agresiva al paladar y estómago.
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