Dry San Sebastian – Hotel Maria Cristina, Paseo República Argentina, 4 Tlf: 943 437 600
Volver a visitar San Sebastian siempre resulta muy agradable y placentero, no lo hacía desde el concierto de Bruce Springsteen en el 2015 y si por aquel mes de junio disfruté de una estupenda jornada playera en La Concha, un mes de febrero lo mas normal es que te pille la Tormenta Perfecta.
No os penséis que el nombre del artículo es una de mis gracias literarias, de Dry (seco) nada de nada, más bien un Wet (mojado) San Sebastian. Se trata de la cocktelería Dry Martini de Javier de las Muelas, en el emblemático Hotel María Cristina.
Como si se tratase de una película de James Bond, donde cambia más de ciudad, que una modelo de ropa, me aproximé a San Sebastian. Un viaje relámpago que el mismo Tom Wolfe podría haber descrito en su Hoguera de las Vanidades, sustituyendo el esplendor newyorkino por el donostiarra aunque en nada me parezca al personaje de Sherman McCoy.
“Un martini seco, agitado, no revuelto” se ha convertido en frase mítica del Agente 007, un bon vivant al servicio de su Majestad. Sin pretenderlo, ha puesto al arte de la cocktelería en un pedestal mediático al que muchos se han aproximado tratando de ser quienes no son, emulando a las celebrities.
Javier de las Muelas, barcelones de nacimiento pero ciudadano del mundo por amor al cocktail, firma esta sucursal donostiarra de su emblemático Dry Martini en Barcelona. Desde que en 1979 comenzase a despuntar en el Gimlet, no es hasta 1996 cuando adquiere el Dry Martini de manos de su maestro Pedro Carbonell, que la progresión meteórica de este mixologo, le aupara a formar parte del listado de los 50 mejores bares del mundo.
Su creatividad y visión se equipara al de los grandes chef y con ellos mantiene una armoniosa relación con la que ambos se retroalimentan, al punto de haber creado sus famosos Droplets, esencias aromáticas no alcoholicas para ser usadas en cocktelería o gastronomía.
Ligado a ese mundo glamuroso del cocktail, son numerosos los establecimientos alrededor del mundo que llevan su sello, y lo mismo podemos estar en Bali, Boston o Berlin disfrutando de uno de sus signature cocktail.
Hablar de San Sebastian es hacerlo del Hotel María Cristina, máximo exponente de una Belle Epoque que allá por 1912 cuando la misma Reina María Cristina lo inauguraba, acercaba la ciudad a cotas señoriales afrancesadas. Un proyecto constructivo vinculado con el anexo Teatro Victoria Eugenia, que tanto lustre cinematográfico ha dado a la ciudad.
Desde 1953 el Festival Internacional de Cine ha vivido muchas noches gloriosas, entre ellas el estreno internacional de Vértigo y el estreno mundial de Con la muerte en los talones, ambas de Alfred Hitchcock, o el estreno europeo de la saga de Star Wars.
Muchas estrellas y personalidades se han alojado en el hotel, el bar ha sido ese confesionario donde los feligreses, como le gusta a Javier llamarlos, han acudido en busca del relax que produce un trago largo.
Imágenes para el recuerdo se quedan entre sus copas martini y estanterias de destilados, como la que en 1989 protagonizó Bette Davis según aparece impresa en sus cartas. Una estrella cuya vida se evanescía con el humo de su cigarro pero que seguía brillando como una eterna diva.
El Dry San Sebastian abrió sus puertas en 2012 y no podía dejar pasar la oportunidad de practicar el método Stanislavski para ser Sherman McCoy por un día.
La mayoría de establecimientos nuevos centrados en la cocktelería transmiten una visión moderna e incluso futurista en sus decoraciones, el Dry San Sebastian es la antítesis, es la esencia del combinado. Un entorno “vetusto” pese a la reforma que sufrió el hotel en 1988, es lo que buscamos aquellos nostálgicos, respirar historia y en cierta medida formar parte de ella, pero la mía no os la contaré, forma parte de mi intimidad que para eso no soy ninguna celebritie.
Los cocktail signature elegidos fueron La Fraise Des Bois, elaborado con Bombay Shappire, fresas y frutos rojos.
Y el original Selina’s Cat, en referencia al personaje de Catwoman. Una copa de la que se bebe por la cola del vídrio soplado y que se compone de Leblon cachaça, tequila, Gran Marnier Amarillo, sumo de pomelo, zumo de limón, sirope de Amaretto y sirope de caña.
Teniendo en cuenta que la comida del día siguiente se preveía larga y copiosa, decidimos hacer una cena ligera con las opciones que el propio Dry ofrece para picar. Cambiamos nuestra ubicación a uno de los salones para estar más cómodos.
Los Aperitivos de la Reina son una versión lujosa de los famosos pintxos, a saber: Tosta de foie micuit, Solomillo de salmón, Gilda, Salmorejo, Croqueta de chipirón, Jamón de bellota con pan de cristal, Queso Idiazabal semi curado de oveja del País Vasco, Queso Roncal de oveja del Pirineo Navarro.
Unos nachos gratinados en los que echamos en falta unos jalapeños, pero que avivamos con Tabasco.
Y una crujiente y deliciosa pizza campera con boletus, burrata, trufa y canónigos.
Renunciamos al postre, pero fue suplido por unas piedras de chocolate y almendra cortesía de la casa.
El Mañana nunca muere, así que seguramente volveré a sentirme como James Bond en una próxima secuela, ¿quién sabe donde? pero seguro será “agitado, no revuelto”.
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