El Bistró – C/ Policarpo Herrero s/n Hotel Ayre – Oviedo Tlf: 984 110 525
Hay muchas veces que nos afanamos en buscar los sitios más cool de otras ciudades ya sean dentro de España o en el extranjero y descuidamos lo propio. Este podría ser el caso del restaurante que hoy reviso con algo de retraso respecto a sus múltiples visitas, El Bistró.
Nos abstraemos y pensamos que en vez de Oviedo estamos en Nueva York o Sydney, abrimos los ojos y nos encontramos ante el Palacio de Exposiciones y Congresos Ciudad de Oviedo, diseñado por el controvertido Santiago Calatrava, también conocido como «El Centollo» entre los ovetenses.
Ni me gusta, ni me disgusta, pero nadie puede negar su majestuosidad y lo impropio de su ubicación en la parcela que ocupara el antiguo Estadio Carlos Tartiere. Creo que este tipo de edificaciones singulares deben lucir exentas de distracciones tan vetustas como en este caso las torres de Buenavista. Con la apertura de la ciudad al sur, en el área de Montecerrado, hubiese sido un emplazamiento inigualable que habría dado la bienvenida al viajero.
Mención aparte merece el hablar de que la supuesta visera movil que no funciona y que el coste inicial presupuestado de 76 M€ acabara siendo quintuplicado hasta los 360 millones de €, que se dice pronto. Este señor va dejando cadáveres de acero y hormigón allá por donde pasa y los juicios se le amontonan más que a Julián Muñoz y la Pantoja.
Sea como fuere, habremos de velar al muerto, pero el centro comercial que aloja es un walking dead. Además del auditorio y salas polivalentes, alberga oficinas del Principado y el moderno Hotel Ayre dentro del cual nos encontramos con El Bistró.
El hotel es de los que me gusta, tiene un toque de modernidad que siempre busco en mis alojamientos aunque está claro que en este nunca me alojaré viviendo en Oviedo. Predominan los blancos y azules y desde que cruzamos su entrada, con las grandes alturas, nos sentimos hormiguitas curiosas visitando cada parte común.
Subimos las escaleras a mano derecha hasta la primera planta y allí nos encontraremos con El Bistró, un coqueto e intimo restaurante que a mediados de septiembre cumplirá su quinto aniversario.
El ideólogo de este espacio es Javier Loya, un chef de larga trayectoria y recorrido desde sus inicios en el establecimiento familiar del Real Balnerario de Salinas. Desde el 2005 ha ido sumando diferentes conceptos al que ahora se denomina Deloya Gastronomía.
Comenzaría la andadura en Oviedo con su restaurante Deloya en el hotel Santo Domingo Plaza para mudarse años más tarde al emplazamiento más céntrico del Hotel España, donde su restaurante Mestura y cocktelería The Black Bar supusieron un gran soplo de aire fresco a la ciudad. Siguiendo con los emplazamientos hoteleros que tan bien le han funcionado, en 2012 abrió El Bistró y en 2014 el Avant Garde sito en el hotel NH de Gijón. A la par, ha ido potenciando los servicios de catering con ubicaciones tan emblemáticas como Rua Quince (Oviedo) o el Palacio de la Concepción (Gijón).
En El Bistró ha querido potenciar elaboraciones a la brasa, platos sugerentes a precios asequibles en un ambiente distendido donde las mesas corridas dan cabida a grandes grupos que combinados con otras más reducidas pueden ser disfrutadas de manera más romántica en pareja.
Una gran bodega vista es la protagonista de la sala junto a unas lámparas de gran porte y unos modernos panelados en paramentos verticales y horizontales. Su carta es dinámica y van variando sus propuestas aunque algunos de sus clásicos como los tacos de pitu de caleya permanecen.
Aquí os dejo un collage con fotos de mala calidad (que diferencia del Iphone 4 al 6) de algunos platos que pude disfrutar en mis primeras visitas.
El presente articulo se centra en una cena en pareja que si bien salió redonda, no me deja otra alternativa que ser bastante crítico con uno de sus platos.
En todos los restaurantes del grupo cuidan mucho la selección de panes y cervezas y en esta ocasión deguste la Gastro, una artesana de Cuenca declarada como la mejor artesana del mundo en 2015 por el ITQ de Belgica. Hecha con 3 tipos de malta y 7 lúpulos de tres continentes esta cerveza de 5,5º es una delicia.
La otra elección fue La Socarrada, una valenciana de 6º con muchos aromas a miel y romero que maridaría fenomenal con nuestra carne.
De aperitivo nos sirvieron unos grissini con una salsa y una copita, creo que de mango. Esto es lo que tiene dejar el trabajo atrasado pues la visita se remonta a hace más de un año.
Imprescindible empezar con los tacos de pitu de caleya a la mexicana, son todo un acierto y nunca fallan.
Seguimos con un tataki de salmón marinado con guacamole y cítricos. Perfecto.
Rematamos con el esperpento de la noche, el pato azulón a la brasa con cuscús y berenjena a la miel. Quiero dejar constancia de que el plato en si es excelente, sabrosísimo, de altísima calidad en materia prima y elaboración pero en vez de vendernos tanto las excelencias de esta ave, el camarero debería haber empleado ese tiempo en acudir a un curso de trinchado.
Menos mal que estaba bien hecho a la brasa, de lo contrario hubiésemos presenciado la secuela de La Matanza de Texas, el pobre pato no merecía ese mal trato. Cuchillo en mano, hubiese sido más eficaz la motosierra de LeatherFace, contemplamos una parafernalia gore del desconocimiento anatómico de un ave.
Con ese trinchado estaba claro que una ración de aceitunas con hueso nos hubiese creado menos dificultades a la hora de degustarlo, más huesecillos triturados no pudimos encontrar con lo sencillo que es sacar un muslo y una pechuga para cada comensal, cortes limpios y dejar una carcasa sin apurar con la que habiéndola dejado allí nos hubiésemos buscado la vida en caso de querer extraer hasta la última hebra de carne.
He comprobado que ya no lo tienen en carta, una pena porque está delicioso, pero la impericia se debe suplir con aprendizaje y que conste que el camarero fue muy profesional en el resto del servicio.
Obviando este episodio, El Bistró es un lugar muy recomendable, siempre he salido muy satisfecho, el ambiente es muy agradable y aunque se encuentre fuera de las rutas gastro de la ciudad, escaparse hasta el Calatrava y sentirse turista en tu propia ciudad es una experiencia altamente gratificante.
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