Amada Carlota – Lg. La Cotariella, 16 – Cabranes Tlf: 609 114 405
De manera extendida en toda la humanidad, los eventos especiales nos gusta celebrarlos en torno a una mesa. Ya sean unas navidades, una boda, un acción de gracias, una reunión de trabajo, un cumpleaños o como en este caso, un santo.
Hay un denominador común, nos gusta comer y disfrutamos de estas ocasiones para estar con aquellos que queremos. La derivada de esta realidad, es que regalar gastronomía siempre es un acierto y en mi caso, mucho más.
Pues bien, la visita a Amada Carlota fue un regalo que me hicieron por mi santo para ser disfrutado con mi novia. Por temas de agenda, hasta finales de septiembre no pudimos encajarlo.
Había escuchado muy buenas cosas de una experiencia que se podía semejar a la vivida en Fuente La Lloba. La comparación ineludible viene dada por el mismo tipo de cocina japonesa y por cercanía puesto que el concejo de Cabranes es limítrofe al este con el de Piloña.
Si bien he encontrado muchas similitudes, un punto diferencial a favor de Amada Carlota es la posibilidad de alojarse en su pequeño hotel rural. Despertarse y salir a uno de sus balcones y contemplar esas vistas, sin duda ayuda a redondear la experiencia.
Arquitectónicamente, el edificio pese a tener tintes modernos se integra a la perfección con el entorno y no explota en exceso ese aire japones que encontramos en Fuente La Lloba.
Gastronómicamente, ofrecen un único menú degustación que varía solo en función de algunos productos de mercado. Se compone de ocho platos, nada por lo que asustarse pues son cantidades aptas para cualquier comensal, incluso aquellos con poco apetito.
La cocina japonesa se basa en la delicadeza y el equilibrio, además es de fácil digestión así que tendréis vuestros estómagos listos para una buena cena o un buen desayuno. Para opciones más contundentes ya buscareis por la zona algo más tradicional asturiano.
Para beber elegimos dos cervezas japonesas de las cinco opciones disponibles. La conocida Kirin Ichiban en formato de medio litro y la hasta ahora desconocida Coedo, una ecológica de trigo.
Como aperitivo empezamos con un niguiri de pez mantequilla, sopleteado con una salsa de soja tamari (reducida), alga kombu y hoja de sisho encurtida.
Seguimos con un variado de sushi: hosomaki (sushi delgado), niguiris (atún rojo, gamba y salmón), gunkan de tobiko (huevas de pez volador) y tamagoyaki (tortilla dulce).
Tempura de verduras servida con una salsa tensuyu que se hace con la cocción de shitake, mirin, caldo dashi y soja. Se sirve templada para que no rompa temperaturas. Estaba tan buena que el sobrante me lo tomé como si fuese una sopa.
Tataki de atún rojo que se acompaña de una ensalada.
Las típicas albóndigas japonesas o niku dango, muy suaves, se parten con sólo mirarlas. Se acompañan de una salsa melosa a base de harina de batata y sake.
Ensalada de alga wakame con salsa goma dare. Recordareis que me encantó y preparé mi propia receta en el blog. Aquí.
Finalizamos con la sopa miso. Os sorprenderá que nos la sirvan al final y no al principio, siguiendo las tradiciones japonesas esta sopa se sirve al final para ayudar a las digestiones debido a las bondades que suponen este fermento de soja. Mi receta.
Ahora si que terminamos con un postre, un bizcocho muy esponjoso acompañado de nata y un helado de jengibre.
Si tuviese que elegir entre Amada Carlota y Fuente La LLoba, me decanto por el que ocupa este artículo. El menú degustación es muy similar, pero encuentro en este una mayor calidad en su cocina, además del plus de poder hacer pernocta.
Esta disyuntiva pronto no tendrá sentido, puesto que los propietarios de Fuente La LLoba dentro de poco disfrutarán de una merecida jubilación.
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