Las Termas



Las Termas – C/ Santiago, 1   –  Astorga (León)   –   Tlf: 987 602 212

Hacía bastante tiempo que no visitaba Astorga físicamente, porque en espíritu gastronómico, me he transportado infinidad de veces a ella comiendo sus famosos hojaldres cubiertos con almíbar, uno de mis pocos vicios golosos.

Coincidiendo con la celebración de un cumpleaños familiar, allí nos fuimos de procesión en Jueves Santo para celebrarlo con la contundencia merecida de un cocido. Como quiera que en estas fechas impera el relax y el turismo está en pleno auge, la reserva en segundo turno me permitió explorar un poco de esta bella ciudad leonesa.

Astorga tiene muy arraigada su relación con la Iglesia y es uno de los destinos más importantes del Camino de Santiago. Nacida como campamento militar romano son bastantes los vestigios que quedan de aquella época.

Dentro de su arquitectura destacan su Catedral, el Palacio Episcopal proyectado por Gaudí, el Ayuntamiento con su Plaza Mayor y la muralla, de la que obtendremos las mejores vistas desde el Parque del Melgar.

Algo que me llamó la atención de la ciudad, es el exquisito cuidado con el que protegen las fachadas medianeras vistas, se ve una ciudad limpia y cuidada. Grandes y vistosos murales de una soberbia calidad decoran unas cuantas zonas, nada que ver con la suciedad visual de grafitties que Oviedo nos ofrece.

Es una ciudad muy golosa, son famosas sus mantecadas y los hojaldres pero además, llama la atención la cultura del chocolate. Allá por 1916 la ciudad contaba con 41 fábricas de chocolate de las que en la actualidad sólo quedan cuatro.

Para los amantes de los cocidos de garbanzos, Astorga y en general la comarca de la Maragatería, es lugar de obligado peregrinaje. Cada cocido tiene sus características, así existen diferencias entre el madrileño, el cocido Lebaniego o la olla gitana.

Uno de las características más llamativas es que los llamados tres vuelcos, son servidos al revés. Comenzaremos por las carnes, seguimos con los garbanzos y verdura para terminar con la sopa de fideos.

Una de las teorías dice que era comida de arrieros y como debían de comer durante el transporte se servían primero los alimentos más sólidos y contundentes por si no daba tiempo, otra teoría dice que siendo comida de labriegos que se la servían en el campo en olla de barro si empezara por la sopa se llegaría a las carnes cocidas frías, de esta forma lo hacían al contrario.

La ración es el nombre que se le da a la fuente con todas las carnes, que pueden llegar a ser hasta doce, entre ellas el chorizo de fiesta, morro y oreja de cerdo, tocino, gallina, cecina, morcillo, costilla..etc. Entre ellas se incorpora el relleno que es una masa elaborada con pan, huevo, ajo y perejil. Se acompaña de una deliciosa ensalada de tomate.

A continuación tocan los garbanzos, y qué garbanzos. La variedad es la pico pardal, se llaman así por acabar en punta como un pico de pájaro (pardal), son pequeñitos y muy mantequillosos. Sus lugares de cultivo más reconocidos son Valdeviejas, Quintanilla de Somoza, Piedralba de San Cristobal y Fuentesauco.

Se sirven secos y acompañados de patata y repollo. Se comen después de la ración, aunque esta no se quita de la mesa.

Para finalizar llega la sopa de fideos, y como dice la tradición, «si sobra, que sobre sopa». También dice la tradición, que el anfitrión es el único que tiene el privilegio de hacer la envuelta, es decir, regar los garbanzos con la sopa de fideos.

Ya sabemos como va este cocido, ahora queda encontrar un buen sitio donde comerlo. Mi último había sido en la localidad de Castrillo de los Polvazares, un bonito pueblo en el que abundan los restaurantes que ofrecen este manjar.

Como quiera que en el grupo nos acompañaba Nacho, astorgano de pura cepa y conocedor de todos los buenos lugares donde sirven cocido, su experiencia indicaba que Las Termas ofrece el mejor de todos.

Huelga decir que la reserva es necesaria, especialmente en estas fechas de Semana Santa. En segundo turno de 3:15 nos plantamos en el número 1 de la calle Santiago, curiosamente el mismo nombre del dueño.

El restaurante es un comedor cuadrado sin especial encanto, no tienen barra de bar donde esperar tomando algo, aquí se viene a comer y punto, muy bien por cierto. Lleno hasta la bandera y Santiago, un afable señor con mucho oficio y cercano a su jubilación, no para un segundo, menuda vitalidad y oficio.

Me comentan que madruga y a primera hora ya está elaborando el cocido, aunque luego desaparece, lo tiene merecido, y vuelve a presentarse a la hora del servicio. Su hija Soraya también esta al pié del cañón y la estirpe está asegurada. Verlo como retira los platos, la fuente y una sopera de un solo viaje, me produjo admiración, tiene mejor muñeca que Rafa Nadal.

De postre y como parte del tradicional cocido, nos sirven unas natillas con bollo y café de puchero.

Alguna cosa más tienen en la carta pero si os soy sincero, a quién le importa. Aquí se come cocido y si no lo hacéis, alguien puede reírse de vosotros, no se puede dejar pasar una ocasión como esta para disfrutar del que probablemente haya sido mi mejor cocido maragato.

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