La Jamonería – C/ Fuertes Acevedo, 21 – Oviedo Tlf: 985 250 770
El establecimiento del que hoy os hablaré, abierto desde 1994 podría parecer y de hecho lo es, todo un veterano del barrio. Con casi 25 años, en hostelería hay que multiplicarlo por dos o tres, como la vida de los perros, pero para alguien que se ha criado ahí, aún es un jovenzuelo.
Uno de los éxitos de esta casa de comidas reside en su carácter familiar, no solo por su gerencia sino por ese bienestar que se respira sentado en una de sus mesas. Todo resulta muy afable, por un lado el trato recibido y por otra las bondades de una carta que radica su éxito en una buena materia prima.
Podría contaros muchas anécdotas, mi abuela vivía en el número 3 y soy consciente de muchas vivencias que guardo en el recuerdo, desde el chigre que ocupaba sus bajos, El Bodegón, la tienda de Ultra Marinos Casa Tomás donde mi objetivo era sacarle a mi abuela una tableta de chocolate La Cibeles con almendra, la carnicería de José Antonio…etc.
Desde su balcón veía la densidad de tráfico que se dirigía a la carretera que nos comunicaba con Galicia, La Ería eran prados llenos de huertas donde correteé con la advertencia de no acercarme a la Tejera porque allí estaban los gitanos, viví fiestas de barrio con barracas y hasta recuerdo los disturbios con la policía escorriendo calle abajo desde la Plaza de Toros a los fans de Miguel Ríos, que protestaban por la cancelación de su concierto.
Siento este ataque de nostalgia, será la edad que me va transformando en el Abuelo Cebolleta y aunque no corrí delante de los grises, si que comí el bollo en los praos del Cristo atiborrándome de sidra del Benidorm. Esta es la memoria histórica que si deberíamos conservar, otras miserias mejor dejarlas en el cajón desastre de los recuerdos.
Con un nombre como La Jamonería, nos hace pensar que aquí todo gira en torno al jamón y no podemos estar más equivocados. Si que tienen jamones que lucen hermosos tras la barra, podemos degustarlo en una ración, en una ensalada o en unas croquetas pero pare usted de contar.
Todos los platos que encontramos en la carta son de cocina tradicional, muy bien ejecutada, con mucha calidad, sin estridencias ni emplatados imposibles. Si no estuviese dentro de la ciudad, pensaríamos que es uno de esos emblemáticos lugares que la periodista Ana Paz Paredes nos descubre en algún pueblin remoto de su libro Asturias, Pucheros en el Paraíso
La Jamonería es uno de esos restaurantes esquivos de los que no vale acordarse a última hora, siempre suelen estar lleno de incondicionales del buen yantar y por ello os aconsejo planificar con antelación.
El local es muy simple y diáfano, según entramos a golpe de vista ya tenemos la foto perfecta. A la derecha la barra con taburetes para los que gustan del chateo y picar algo en plan informal. A la izquierda el comedor sobreelevado con un peldaño y separado por unas pequeñas mamparas. Desde mi última visita de la que guardaba un recuerdo de un local algo oscuro, esta vez me ha transmitido mucha luminosidad, puede que hayan pintado recientemente.
Comencemos por una ensalada de tomate, algo tan simple y difícil de encontrar de buena calidad. Retos superado.
Nos recomendaron unas croquetas de chosco fuera de carta a las que obviamente no renunciamos, exquisitas.
Como iba acompañado de niños se les pidió un plato de lomo con huevos y patatas. Espera que te ayudo a partirlo, una pa ti dos pa mi, se apreciaba la calidad de la carne.
Seguimos con la tortilla de bacalao, me gustó que utilizasen en la mezcla una fritada de pimientos, la hace diferente.
Continuamos con la morcilla de León, setas y langostinos. Aquí se adornaron con la patatas paja que en principio no me hace mucha gracia pero al mezclarlo le dio un punto crujiente a una morcilla bastante alegre.
Como platos principales optamos por la carrillera de ternera guisada, no conseguí el suficiente apoyo para la lengua estofada. La carrillera estaba muy tierna y la salsa glaseada densa y fina.
Entrecot de vaca vieja, cada cosa por su nombre. Cada vez veo más sitios con el nombre correcto que no quita un ápice de calidad a la carne.
Con los postres optamos por una buena tarta de queso, un requesón con miel y nueces y una torrija acompañada de una quenelle de chocolate excesivamente mantequillosa.
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