Benard – Rua Garret, 104 – Lisboa Tlf: +351 21 347 3133
Hacía 15 años que no visitaba Lisboa, una ciudad que en su día ya me había causado muy buena impresión, pues a pesar de ser la capital de Portugal, nunca he tenido esa sensación de ciudad abrumadora como puede ser Madrid, le encuentro más semejanzas con Barcelona.
Portugal ha cambiado enormemente en todos estos años y Lisboa con ella, pero sigue manteniendo una esencia muy familiar, quizás son sus gentes o la configuración urbanística, pero en escaso tiempo te acabas sintiendo un lisboeta más.
Portugal parece estar de moda, no os hacéis a la idea de cuanta gente que conozco ha elegido el país vecino para una visita. Hasta el proletariado formado por la pareja Cruz-Bardem ha elegido el Algarve para sus vacaciones, eso si, en el hotel Vila Vita Parc con una exclusiva villa de 8.000 eurazos la noche.
En mi caso elegíamos el céntrico pero más modesto My Story Hotel Tejo del que quedamos encantados por ubicación en la Rua dos Condes de Monsanto, 2, amabilidad y excelentes habitaciones. Antes se llamaba Lisboa Tejo y creo han hecho una buena reforma, la cama excepcionalmente cómoda y un baño con ducha de lluvia muy funcional.
Habiendo llegado antes de que la habitación estuviese disponible aprovechamos para tener una pequeña toma de contacto con la ciudad y hacer una comida sencilla y temprana.
En menos de 10 minutos estábamos en la concurrida rua Garret, en pleno barrio de Chiado. Aquí se encuentra el famoso café A Brasileira, donde el poeta Lisboeta Fernando Pessoa pasaba mucho tiempo, y desde 1988 ahí sigue en forma de estatua de bronce, una foto obligada.
Unos metros más abajo podéis visitar la Librería Bertrand, la más antigua del mundo, fundada en 1732.
Bajo un sol de justicia conseguimos una mesa en la terraza de Benard, una pastelería con mucha historia, tanta como los años que llevaba sin visitar Lisboa multiplicados por diez. 150 años dan para muchas curiosidades, tales como la cena que se le organizó a la reina Isabel II en este local allá por 1940.
Fundada en 1868 en la calle Loreto por Élie Benard adoptaba el nombre de pâttiserie, algo que se cambió en 1926 por pastelaria ya que se creó un impuesto para erradicar los nombres franceses e ingleses de las fachadas.
La ubicación en rua Garret vino con su traslado en 1902, tres años antes de que existiera A Brasileira. El machismo reinante en los años 20 desaconsejaba la presencia de mujeres sin la compañía de su esposo pero la excelencia del local frecuentado por la clase alta lisboeta lo convirtieron en excepción.
Parece ser que son muy famosos sus croissant rellenos pero no eran horas, yo buscaba desesperadamente una Super Bock Stout, una cerveza negra que me encanta y que entra con mucha suavidad.
Todas estas historias que os cuento no las conocía cuando recalamos en su terraza y cuando entré en el interior para mi habitual sesión fotográfica quedé sorprendido por la amplitud del local y esa decoración con sabor retro que hasta incluía un piano con dos candelabros encastrados.
Obviamente su fama proviene de la pastelería así que como restaurante no me causó una buena impresión, puede que la comanda no fuese la acertada, quien sabe.
Comenzamos con una ensalada mixta digna de un niño de los campamentos Masterchef, no podía ser más gris aunque fuese tan colorida.
Buscábamos algo que nos refrescase y quizás por ello elegí un plato tan viejuno como el cocktail de gambas. No podía ser más triste por mucho que las gambas se colocaron con gracia, esa lechuga en la base resulta que era decoración porque cuando me dió por revolver, había más debajo de la buena salsa rosa y ya me había comido la mitad, como si fuera un grillo. Por lo menos las gambas eran de buen tamaño aunque bastante insípidas.
Finalizamos con el bacalhau à Lagareiro, sin duda el mejor plato de todos y tras cuatro días del que guardo mejor recuerdo de todos los bacalaos que probé. Esta elaboración parece ser que proviene de la zona del Minho, comarca más cercana a Galicia, y donde abundaban los lagareiros o gente que prensaba la aceituna, de ahí su abundancia en aceite de oliva.
Se elabora al horno junto con cebolla, pimientos, muchos ajos y se acompaña con unas patatas golpeadas o batatas a murro y una buena ración de grelos, estos delatan la zona tan próxima a Galicia. Estaba jugoso y se desprendían buenas lascas.
Esto fue todo, suficiente para poder echar una buena siesta y recuperarse del viaje antes de descubrir nuevos lugares.
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