Mesón La Cuesta – C/ Sacramento,16 – Cádiz Tlf: 956 22 59 92
Tantos años empapándome de calidez y calidad sureña y nunca haber estado en Cádiz, parecía propia de la conjura de los malditos. La tacita de plata, cuna de nuestra primera Constitución y punto de partida de numerosas expediciones al Nuevo Mundo, sonaba a ritmo de comparsa en mi cabeza y alcanzaba sones de chirigota por tan tremenda injusticia exploradora.
Hasta aquí hemos llegado, me dije cuando planeé mi estancia en el cercano Puerto de Santa María. Una breve pero intensa incursión dominical me llevó a recorrer los callejones y rincones que suenan a algarabía y huelen a fritura.
Agosto, domingo, 9 de la noche, no son una buena combinación y encontrarte con algunos locales cerrados que tenía señalados a fuego como Casa Manteca, Abastos y Código de Barra, causaron cierto descontento, ahora todo estaba en manos del azar, un guía que no siempre es buen consejero.
Hay veces que el destino ya está escrito y dar vueltas sin rumbo, pero siempre acabar en la calle Sacramento donde al fondo veíamos una tasca con sitio en su terraza, parecía indicarnos que allí debíamos recalar.
Encontrar sitio para cenar en una terraza en esta época te pone en alerta, será que hay poca gente porque es muy malo o porque hemos tenido una suerte del carajo. Si el gusto o destino lo ha de marcar lo que otros digan nunca habría gente en los restaurantes, alguno tendrá que ser el primero.
Unas simples pizarras anunciando alguna de sus especialidades fue suficiente para dejar de buscar. El primer contacto fue de amabilidad y simpatía, y una «maceta» de cerveza echando un vistazo a la carta, argumentos sobrados para no seguir deambulando.
El local es muy setentero, el típico mesón donde te podrías encontrar a los Alcantara de Cuéntame. Y no es una forma de hablar porque recuerdo la visita a Cádiz de ese buen programa llamado Un País Para Comérselo donde Imanol Arias y Juan Echanove recorrían lugares emblemáticos con mucha tradición.
Esas decoraciones obsoletas son vestigios de la historia, concretamente de la de Juan Rodríguez, que durante muchos años dio lustre con sus salsas a la cocina del Hotel Claridge’s en Londres.
A finales de los 70 regresó a su Caí para seguir dando bien de comer, con sus especialidades en pescados, de la que la urta a la piedra es creación propia.
Comenzamos por una abundante ración de choco frito.
Seguimos con los cefalópodos, un pulpo en vinagreta muy conseguido.
Una debilidad que siempre tengo en el sur son las ortiguillas, el mar a mordiscos, que en este caso acompañaban con unos pimientos verdes.
Finalizamos con la afamada urta a la piedra, sin entrar en demasiadas consideraciones, es parecida a la roteña pero la salsa esta pasada y además se acompaña de mariscos. Estaba muy buena.
Al final el azar fue benigno y salimos satisfechos, ha sido el aperitivo de una más que segura vuelta a Cádiz capital para seguir explorando sus rincones.
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