Hoy nos adentramos en uno de los locales más legendarios de la ciudad de Oviedo, la que durante muchos años fuera conocida como la sidrería La Gran Taberna, desde hace 2-3 años ha cambiado de propiedad, un acierto mantener parte del antiguo nombre para ahora llamarse La Gran Vetusta. Para los despistados milenial, nada tiene que ver con el grupo Vetusta Morla, se trata del nombre ficticio con el que Clarín, en su obra La Regenta, de manera burlesca e irreverente se refería de manera secreta a Oviedo.
Aquella crítica soterrada de hace 135 años, con el tiempo, lejos de repudiarla, los ovetenses la hemos adoptado como algo grandioso equiparable al gentilicio de ser carbayones. Por todo ello, La Gran Vetusta no deja de ser aquella sidrería que a escasos metros de la la catedral se convirtió en referente de los chigres capitalinos.
Hay veces en las que tratar de reformar un local para lavarle la cara no funciona, por qué perder la esencia de algo que vende y funciona. Entre esos gruesos muros de piedra de más de un metro, las vigas metálicas y de madera, el suelo de cerámica de gres rústica y la abundancia de madera en el mobiliario se respira historia y muchos recuerdos que conviene proteger.
Quizás ese fue el mismo pensamiento del chef Ivan Martínez Villar con el que mantengo ciertos lazos desde hace veinte años. Por aquel entonces la sidrería El Montañes en la calle Isla de Cuba, 8 era uno de mis restaurantes cabecera donde acudía con mis amistades a deleitarnos con aquella carne a la piedra, buenas costumbres carnívoras que como veréis en La Gran Vetusta han elevado de nivel.
Guardo también muy buenos recuerdos de aquel arroz caldoso con bogavante que dejó boquiabiertos a mis empleados cuando ahí celebramos una comida de navidad. En general, una cocina tradicional que siempre destacó por el buen género y que ahora mantienen intercalando con otras elaboraciones más actuales, pero manteniendo la esencia de lo que es una buena sidrería.
Ivan es uno de esos chef-hosteleros que ejerce de asturiano y no duda en participar en la promoción de los productos de nuestra tierra, lo mismo se baja a Madrid a promocionar les fabes, como se presentan a los concursos de cachopos, ofrecen jornadas como la del Desarme o te organiza una cata de atún rojo Balfegó para aproximarnos platos de cocina fusión.
Tras varios intentos de ir a comer a La Gran Vetusta por fin lo conseguí, suelen tener mucha gente, la cercanía con la catedral hace que paren numerosos grupos de turistas y aunque como fuera de casa con bastante frecuencia durante los fines de semana, por una u otra circunstancia no se me había arreglado. La ocasión llegó y por partida doble, con un margen de tres días repetía visita.
Estando en una sidrería, nada mejor que llegar temprano y disfrutar de un par de botellas de sidra Quelo aunque también tienen sidra Fran. Si sois de los que no os gusta mezclar, en el comedor de la planta superior podéis seguir con sidra pero no escancian como abajo, con el tapón uno se arregla bien. En mi caso cambié a cerveza, una sorpresa agradable, la San Miguel Manila se aproxima bastante al sabor de las artesanas.
Como veréis ambas comidas se centraron en la carne, siendo especialistas y con varias opciones de procedencia y maduración la gran mayoría de los presentes tuvimos claro cual sería el plato principal. Como entrantes aquí os dejo unas cuantas opciones muy satisfactorias.
Unos pimientos del Padrón y calamares frescos.
Los sorprendentes higos rellenos de foie, deliciosos.
Estando en temporada quien le dice no a unos oricios.
Seguimos con los bocartes con virutas de jamón ibérico y unos fritos de bacalao en orly de tinta de calamar.
El surtido de tortos con escalibada y anchoa, picadillo y jamón.
Llega el turno de las carnes que acompañamos con una parrillada de verduras, chuletones que superan ampliamente el kilo. Comenzamos por uno de angus que hizo las delicias de los menos carnívoros, mucho sabor pero sin la fortaleza del siguiente.
Vaca gallega con una maduración en cámara de 90 días, impresionante pero no apta para todos los públicos, sabores muy profundos.
Por último, una de importación holandesa que al final de su vida ceban con chocolate. No penséis que sabe a Dalky, le da ciertos matices casi imperceptibles.
Para cerrar no podíamos perdernos el cachopo Goxieru, clasificado tercero en el III Campeonato Regional de cachopos y cachopinos de Asturias. Ternera asturiana IGP, jamón ibérico, boletus, quesos ahumados de Vidiago y Pría y un rebozo panko y almendra da como resultado este cachopo de campeonato. Con un tamaño correcto, rebozo muy crocante, carne tierna al punto y abundancia de relleno con queso muy fundente.
Los postres ni llegan ni se les espera pero un gin tonic tras los cafés, se hizo necesario para ayudar en la digestión de un suma y sigue navideño que tendrá sus largas consecuencias.
Editado 03/06/2019
Tras un fin de semana casero en el que me centré en diversos cocinados llegó el lunes y me faltaba algo, una buena dosis de carne, era todo lo que tenía en mente, y cuando te vienen estos pensamientos impuros el mejor sitio que encontrarán los carnívoros, por calidad y variedad es La Gran Vetusta.
Obviamente de sólo de carne no vive el hombre así que complementamos con unas zamburiñas y un pulpo a feira.
Los huevos rotos los dejé para mis acompañantes y como tampoco procedía cometer excesos a comienzo de la semana, prescindí del chuletón y en su lugar sustituí por un delicioso entrecot de angus.
Rematamos con unos cafés en su terraza, un auténtico privilegio sentarse al sol con la catedral a mano izquierda y la plaza Porlier a la derecha, pequeños lujos que nos hacen reflexionar sobre lo privilegiados que somo los ovetenses contemplando estás estampas de postal sin aglomeraciones.
El mejor restaurante de Oviedo!
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