Sidrería Casa Carmen – C/ Manso, 26 – Gijón Tlf: 985 33 44 15
Tener el mar tan cerca es un auténtico privilegio y de vez en cuando, porque si, me apetece desplazarme hasta Gijón para darme una vuelta y vivir un ambiente urbano muy diferente al de Oviedo. Parece mentira que en un cuarto de hora me invada la sensación de estar en otra estación del año, pese al aire que corría, San Lorenzo vestía de primavera e imágenes tan bonitas como esta alegran hasta al más triste.
Algo que no cambia es la hostelería, los lunes suelen ser día de descanso en todas partes y varios planes se vieron truncados. Bloqueado y aquejado de una debilidad mental transitoria acudí a mi odiado Tripadvisor en busca de ayuda, y así llegué a la sidrería Casa Carmen en el barrio de La Arena. Tanto voto positivo hace al pueblo soberano, aunque habría que hacer un estudio de las necesidades y criterios de satisfacción que busca el cliente.
Si hablamos de amabilidad, cantidad y rapidez no saldréis defraudados, pero si buscamos un lugar acogedor probablemente salgamos defraudados. Vale, ya se que es una sidrería y el ambiente suele ser bullicioso, algo que acepto y no me molesta, pero el trasiego de repartidores con esos cajones atravesados por medio de la barra y la actividad propia de un reparto a domicilio con los pedidos cantados, resulta tan molesta como la barra de bar que parece un almacén.
Se que puedo parecer algo pejigueras, pero esa sensación de barullo trasciende al comensal por más que el funcionamiento del local sea efectivo. Sin reserva, nos ofrecieron mesa pero advirtiéndonos del tiempo que tendríamos, aceptamos y respondieron a la perfección con el rápido, amable y eficiente servicio.
En la comanda nos advirtieron de la excesiva cantidad y decidimos hacer caso, no siempre suelen acertar con esta recomendación. La fachada exterior, a pesar de su colorido, no había reparado al principio en uno de sus reclamos, nos hablan de especialidad en cachopos, no XL, si no, XXXL y uno ya empieza a entender la fama que les precede, con un edredón comen cuatro sin hipotecar el mes, pero además seguro que está bueno porque la gente no es tonta.
Por lo que a nosotros respecta, estaba con mi pareja y su sobrina que no son precisamente titanes del manduque, yo me apunto como colaborador necesario y barrendero de platos profesional.
Comenzamos por una zamburiñas que no estaban nada mal.
La niña pidió un fuera de carta, solo tortos con huevos fritos. 3 tortos considerables, gorditos, crujientes con un par de huevos son un señor plato.
Sartén de patatas, picadillo, huevos y salsa de Cabrales que si comiéramos antes de participar en el concurso de Supervivientes nos daría para ganarlo renunciando a las pruebas para obtener comida.
Yo me decidí por los escalopines al Cabrales, espera, no sabía que era la edición Supervivientes Duo. Yo creo que se trataba de uno de esos cachopos XXXL pero en versión puzle, carne tierna, buena salsa, rebozo de huevo que los aligera comparado con los empanados. El pero que les pongo es la limpieza del aceite, con tanta fritura hay que filtrar de vez en cuando, en un cachopo puede que no se note pero aquí cantaba mucho.
No hubo tiempo para más, aunque tampoco estómago. Lo peor de Casa Carmen fue que después de la fartura tuve que ir al Ikea y la cama Sflingën Toburk me hacía ojitos.
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