No hace mucho publicaba la receta de Migas, Tuétano, Espárrago y Ajo Asado donde os hablaba de esas comidas energizantes que han sido sustento de generaciones pasadas. Hoy vuelvo a la carga con un tipo de cocina basada en la escasez, dos o tres ingredientes que juntos han servido para engañar al hambre sin dejar de ingerir algo sabroso.
La gasolina y el diesel ahora son los apestados, como en su día lo fue el carbón. Corren nuevos tiempos de imposiciones interesadas y nos quieren hacer entrar por el aro del eléctrico o híbrido cuando esos mismos gobernantes daban exenciones y primaban el diesel. A parte de lo caros que resultan estos vehículos, el supuesto bajo coste de la electricidad inicial hará que una vez el parque automovilístico eléctrico sea predominante vuelvan a jugar contra nosotros y apliquen subidas salvajes tal y como han hecho con los combustibles fósiles. Ya sabemos lo que pagamos en nuestras facturas de casa, imaginad lo que no harán con algo tan «superfluo» como un coche.
Voy a apaciguarme, que me caliento y para eso está la receta de hoy, una hibridación en toda regla. A base de restos los he integrado en un mismo concepto de esas sopas tradicionales porque entre las tres, me resulta difícil decidirme por cual es la que más me gusta.
Al tratarse de un híbrido observareis que no hay pan, el 2035 está a la vuelta de la esquina y no queremos la gasolina que aporta uno de los nutrientes más antiguos del mundo. En su lugar he añadido un poco de patata para dar consistencia.
Aunque por si solos, cada uno de los ingredientes ya tiene mucho sabor, a la hora de remojarlos nunca está de más el uso de especias aromáticas y así el orégano, laurel y romero nos recordarán los aromas del campo. He usado unos ajos que tengo envasados con aceite de oliva virgen extra, laurel, romero y pimienta negra, que además de no resultar tan contundentes, ese aceite aromatizado me sirve como nexo de unión.
Para rematar el plato, nada mejor que una costra de parmesano gratinado como el de la tradicional sopa de cebolla y por supuesto un huevo escalfado al horno que nos recuerda al que usamos en las sopas de ajo.
Desconozco el aporte calórico pero seguro que no es mucho, se trata de una sopa muy saludable y compensada. Se que os resultará difícil comer sólo un bowl, pero si os ceñís a esta cantidad, me parece un plato de dieta de diez.
Ingredientes:
5 dientes de ajo, 2 cebollas grandes, 4 tomates raf, 2 patatas medianas, parmesano rallado, 1 huevo, romero, orégano, 1 hoja de laurel, 1 cta de pimentón picante, AOVE, agua, sal y unas pipas de calabaza para decorar.
Lo primero que haremos será pelar y picar el ajo y la cebolla en brunoise, en una cacerola con un poco de ese aceite aromatizado que os comenté doramos el ajo con una hoja de laurel y a continuación añadimos la cebolla, salamos un poco para ayudar que sude y se poche.
Mientras tanto pondremos nuestros tomates a los que les habremos hecho una incisión en forma de cruz en otra cacerola con agua hirviendo a fin de escaldarlos y que sea más fácil pelarlos, los tipo raf con todas sus hendiduras son un suplicio a la hora de pelar si no los escaldamos. También pelaremos las patatas y las cortaremos en pequeños cubos, también podríais escacharlas pero he querido que en el resultado final podamos encontrar algún trocito, aunque la mayoría los ayudaremos con la garcilla a desintegrarse.
Una vez pochada la cebolla incorporamos las patatas y rehogamos un par de minutos, después le añadimos el tomate que tras haberlo pelado lo cortaremos en trocitos. Finalmente ponemos una ramita de romero fresca y un poco de orégano seco, ponemos otra poca de sal y cubrimos con abundante agua, tapamos y dejamos a fuego medio durante 45 minutos. Destapamos, rectificamos de sal y añadimos el pimentón picante o dulce, según gustos, dejamos otros 15 minutos sin la tapa y con una garcilla o cucharón ayudamos a deshacer la patata en su mayoría.
Serviremos en un cuenco amplio y dejamos templar unos minutos, rallamos encima nuestro queso parmesado hasta crear una buena capa, introducimos en el horno precalentado a 180º con la función grill, dejamos un par de minutos para que el queso funda y se empiece a hacer una costra que pueda sostener el peso del huevo. Sacamos y ponemos un huevo, una pizca de sal encima y volvemos a gratinar hasta que veamos que la clara se vuelve blanca y que el queso se ha gratinado. Retiramos y decoramos con unas pipas de calabaza antes de servir.
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