Nana Vini e Cucina – Via della Panetteria, 37 – Roma Tlf: +39 06 6919 0750
Resultaría una aberración decir que con tres días hemos visto todo lo que hay que ver en Roma, pero si que exprimiendo los días nos podremos marchar con una idea muy amplia de esta gran ciudad. De haber estado en otra época del año con días de luz más largos habríamos podido repartir esta tercera jornada entre las dos anteriores y quizás tomar un tren hasta Florencia, que todo el mundo recomienda.
De todas formas me doy por satisfecho y creo que esta segunda vez en Roma he podido visitar muchas más cosas. Este tercer y último día completo decidimos encararlo con más calma y realmente disfrutar de las vacaciones con una agenda menos apretada que nos permitió estar relajados y con menos presión.
Amanece el día soleado y la primera parada del itinerario es visitar otra vez la Piazza di Spagna pero con luz solar, subimos la famosa escalinata que desemboca en la basílica de Trinita del Monti para contemplar la ciudad desde esta bonita atalaya. A continuación Villa Medici y tomamos dirección a Via Vittorio Veneto para encararla desde la Piazza Barberini con su famosa Fontana Tritone.
Via Veneto se hizo famosa en el mundo entero en las décadas del 60 y 70 por la película de Federico Fellini «La Dolce Vita», de hecho tiene una placa que lo homenajea. En ella se encuentran tiendas de lujo y los famosos Café de París y el Harry’s Bar, lugares distinguidos donde han recalado las celebridades. Actualmente es una calle donde se concitan los hoteles más elegantes de la ciudad, embajadas como la de Estados Unidos en el edificio del Palazzo Margherita o el Casino Ludovisi.
En aquella época Cinecittá Studios atrajo muchos productores, directores y actores americanos y era frecuente verlos en el Harry’s. Así la propia Anita Ekberg actriz de la Dolce Vita, Audrey Hepburn, Marlon Brando, Federico Fellini, Lana Turner, Ava Gardner o Sophia Loren frecuentaban este selecto local donde incluso Frank Sinatra tocó su piano.
Más allá de su historia, es un local de los que podríamos decir en la actualidad que es rancio u old fashion. Panelado de maderas nobles, suelos de mármol, grandes cortinas, vigas cubiertas de marmol, butacones de cuero, una barra bastante pequeña y el piano. Aún con todo, merece la pena visitarlo y sentirse parte de la historia porque al fin y al cabo Roma es eso, historia en estado puro.
¿Se os ocurre mejor sitio para desayunar?. Sentados en la terraza me sentí como un director con su actriz estrella, cuando llegó la cuenta el sentimiento fue otro, el de la Dama y el Vagabundo, 26 eurazos por una capuccino y un café irlandés, eso si, con mucha clase y un variado de bollería «gratis».
A escaso metros tenemos la Porta Pinciana que da acceso a uno de los pulmones de la ciudad, la Villa Borghese, todo un mundo que incluye diferentes museos. Tomamos dirección a la Piazza della Repúbblica dejando atrás la Iglesia de Santa Susana. No podían faltar coches italianos y topamos con un concesionario Lamborghini donde este Aventador SVJ me dejó babeando un buen rato.
Por cierto, si pensabais que Roma iba a estar plagada de super deportivos o llena de utilitarios como el Cinquecento, estáis confundidos, el coche estrella de la ciudad son los Smart. Se cuentan por centenares, es sorprendente, allá donde mires hay tres o cuatro aparcados. La verdad que si tuviese un Ferrari o Lamborghini no se me ocurre peor ciudad para circular, su pavimentación destroza las suspensiones.
Esta gran plaza destaca por su Fuente de las Náyades y frente a ella la Basílica de Santa María degli Angeli e dei Martiri integrada en parte de lo que fueron las Termas de Diocleciano. Nos acercamos hasta la Estación Termini dejando atrás el Teatro de la Opera y llegamos a la iglesia de Santa Maria Maggiore.
Desde aquí giramos para volver al «centro» buscando la Via Nazionale que llega a la Plaza de la República, hacia la mitad nos encontramos con el Palazzo delle Esposizioni y unos doscientos metros más arriba, subiendo la colina llegamos al Palazzo del Quirinale, residencia oficial del Presidente de la República, otrora residencia de papas y reyes diversos.
Ya sabéis eso de que todos los caminos llevan a Roma, pues bien, volvemos a estar en el entorno de la Fontana de Trevi y siguiendo las recomendaciones de mi amigo Tino busco el restaurante Nana Vini e Cucina donde acabamos comiendo.
El restaurante resulta agradable y como su nombre y decoración indica están muy enfocados al vino, donde una gran barra con amplia variedad es el eje central. Aunque ya estaba lloviendo, su terraza está bien cubierta y con las setas calefactoras preferimos quedarnos en el exterior.
La bebida en Roma es bastante cara, una caña de 0,40L cuesta 6€ aunque también pagamos 5€ por una de 0,30L o 7€ por una pinta de IPA. Acompañamos de un cesto de pan con dos variedades.
Como entrante una buena burrata que acompañaron con unos excelentes cherry y rúcula.
Scialatielli frutti di mare. Que queréis que os diga, a mi me parecieron iguales a los tonnarello, los diferentes nombre de pasta son para hacer una enciclopedia. Resultaron algo insípidos.
Por mi parte tenía ganas de probar la pasta fresca rellena y elegí unos ravioli que tenía como especialidad ese día. Iban con una salsa de mantequilla y salvia, originales, buena textura y relleno pero escasos a todas luces para cobrar 20€.
Ya me sabe mal porque era recomendación de un amigo, pero no quedamos muy contentos y además nos metieron 2€ por persona por el mero hecho de ser un servicio, al menos en Portugal te meten la mantequilla o las aceitunas.
El resto de la tarde la empleamos en dar más vueltas, ver tiendas, compras de último día y relax en el hotel hasta la hora de cenar. Aprovechando las fechas navideñas, hay una tienda muy original en Via del Corso, 416 se llama Mr. Christmas y tiene infinidad de colgantes para el árbol de navidad que unas mañosas dependientas personalizan con vuestros nombres y mensajes. También los hay para ocasiones especiales como bodas, embarazos, etc.
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