Trattoria da Teo – Piazza dei Ponziani, 7A – Roma Tlf: +39 06 581 8355
En el artículo de ayer os había dejado un poco a medias pero no era cuestión de amontonar restaurantes, cada cual ha de tener su especial protagonismo. Tras el shopping nos fuimos al hotel a descansar un poco y la verdad que tampoco teníamos muchas expectativas con la cena, quizás picar algo cerca del hotel. De repente me llego un mensaje de Carmen Ordiz por el Instagram con varias recomendaciones y su conocimiento de Roma e Italia en general, hizo que no cayeran en saco roto.
Entre las opciones estaba una en el Trastevere, y mis conclusiones son que es la mejor zona para comer. Desde el hotel, estábamos donde Cristo perdió la alpargata, tres kilómetros que no dudamos en volver a patear, a las bravas, sin reserva, porque soy muy chulo y vago como para llamar, al fin y al cabo quien se atreve a cenar a las 8. Zasca!, estaba todo reservado y nos daban hora y media de espera pero si queríamos, en la terraza….pronto, subito, yo ya no camino mas aunque me hiele el culo, que para eso somos asturianos.
La verdad que una estufa bastante pequeña y una ñapa que hicieron poniendo un plástico hizo que cenara en manga corta. Mira tu que atentos, el servicio apunta maneras y encima uno de los camareros era sudamericano y nos explicó todas las dudas con buenas recomendaciones.
Un par de cervezas para los sedientos, la conocida Peroni y la desconocida Menabrea. Hermanas gemelas, igual de flojas para alguien como yo que disfruta con cervezas potentes.
Comenzamos con la flore de zuca, es decir, flores de calabacin rellenas con mozzarela y anchoa a la gabardina. Deliciosas, en cuanto encuentre las flores de calabacín o calabaza esta receta cae para el blog.
El otro entrante fueron unos calamari con carciofi, traducido, calamares con alcachofas. Resultaron interesantes aunque el ligero empanado lo hubiese suprimido.
Como platos principales elegimos un fuera de carta, los ya conocidos tonnarello pero con trufa. una trufa italiana de noviembre, una delicatessen que como en este caso del fuera de carta hubiese sido aconsejable preguntar por el precio, 30€ por una pasta pueden sorprender, pero vaya pasta!!.
Visitando Italia y si encima son pocos días corremos el riesgo de limitarnos a platos de pasta y pizza pero su gastronomía es más rica y recomiendo explorar otras cosas. Nos quedamos con ganas de un rissoto pero las veces que preguntamos eran para dos personas y con tiempo de espera.
Yo me decante por la coda alla vaccinara, la versión de nuestro rabo de toro pero en este caso de ternera. La verdad que estaba sobresaliente y abundante, con mucha salsa para mojar o incluso mezclar con algunos tonnarelo.
Llegamos un poco saturados a los postres, solo pensar en otros tres kilómetros de vuelta nos daba modorra así que completamos con un café que vino acompañado de unos roscos de vino caseros que me parecieron deliciosos.
La caminata nocturna nos vino bien para bajar la comida, ver alguna edificación con la iluminación nocturna y cerrar el viaje de la mejor manera posible. Al final volvieron a caer los 20kms de rigor, con la satisfacción de haber hecho todo lo que estuvo en nuestros piés por sacar toda la esencia de esta gran ciudad. Ritorneremo.
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