Quilla – Rivera del Marlin, Puerto Sotogrande (Cádiz) Tlf: 956 615 569
El Covid 19 ha traído tiempos de incertidumbre, la hostelería, entre otros, lo está pasando muy mal pero siendo potencia mundial del turismo no es hora de achantarse y proyectos como el de Urbano González García con Quilla, recién inaugurado en Sotogrande, merecen todo el ánimo y fuerza por salir al ruedo en momentos tan complicados.
Si los empresarios hacen su esfuerzo, aunque sea por solidaridad patria, nosotros como consumidores debemos arrimar el hombro y tratar de volver a la normalidad. Nada de «Nueva Normalidad», esto es una mierda sobrevenida y no podemos dejar que políticos nos sometan a la sumisión de la complacencia con dosis de anestesia populista. Por supuesto que hay que ser responsables y nada mejor que el sentido común para volver a reengancharnos a la realidad vigente.
No puedo pedir mis altas dosis de entusiasmo y frikismo, porque cogerse un vuelo para ir cuatro días a Marbella con el único propósito de comer en Leña, el último proyecto de Dani García, no es ni medio normal. Así con todo, líneas aéreas, hoteles, taxistas y hostelería han recibido una pequeña bocanada de aire, esa que necesitamos todos tras estar encerrados.
Y ya que estoy en Marbella, quedar con amigos como Helen y Curro hacen que surjan artículos como este. Como representante de Maite Geijo Vinos (Acontia) pioneros en el envejecimiento de vinos en barricas de roble español y jefe de compras de un importante grupo empresarial hostelero, tienen muy trillada su zona y siempre tienen aportaciones muy interesantes.
Marbella y Sotogrande siempre ha rivalizado por conseguir turistas en un nicho de mercado considerado de lujo, normal, son menos de 60 kms. de distancia pero pasamos de las provincias de Malaga a Cádiz. Son estilos diferentes y más allá de la sana competición prima la Costa del Sol, uno de los mejores destinos mundiales que muchos extranjeros y nacionales jubilados eligen como cementerio de elefantes del que en un futuro «lejano» me gustaría formar parte.
En uno de los extremos de los canales encontramos Quilla y la puesta de sol reflejando en las edificaciones a escasos metros de los pantalanes repletos de yates y veleros, crea una postal incomparable. La temperatura envidiable incita al terraceo, por más que en el interior, una decoración marinera moderna muestre un espacio poco recargado y sugerente.
Viendo el mero de 27kgs y escuchando a Urbano hablar del próximo ronqueo para extraer diversas partes y hacer diversas elaboraciones, se aprecia un culto al buen producto.
Como aperitivo para acompañar una crema de ensaladilla rusa y una mantequilla de chimichurri no faltaron las copas de La Vie En Rose para brindar por la reunión con este cava rosé hecho en Requena (Valencia).
En la comida seguiría el Acontia Mar de Seda, un verdejo de Toro que yo secundé con una lager de baja fermentación Pergara, una artesana sevillana de Cazalla de la Sierra.
Comenzamos con un delicioso sashimi de alistado con nata agria, este tipo de gamba es una locura y en crudo es como mejor se aprecia su calidad.
Con el siguiente plato me sorprendí, el rodaballo es uno de mis pescados favoritos por ese punto de gelatina en sus extremos y nunca lo había comido en forma de fritura. El buen tamaño que se apreciaba en los cortes me pareció muy interesante, además se acompaña de un sorprendente alioli de ajo negro con higos, un dulzor que junto a los toques de regaliz no te deja indiferente.
Continuamos con dos buenos salmonetes de trasmallo que se acompañan de unas verduras crocantes y un puré de patata trufado.
Sobre la marcha añadimos a la comanda la pata de pulpo a la brasa sobre puré de patata, trufa y Payoyo. Teniendo una muy buena textura se echó en falta un poco más de braseado y el puré delicioso aunque la trufa per se, resulta invasiva y mata a ese gran queso de cabras autóctonas de la sierra gaditana.
Rematamos con uno de los arroces del día, una paella de arroz abanda con almejas, vieiras y jamón al corte.
Para finalizar una selección de pastelitos marroquíes que como amante de la baklava, kadaif y börek…me parecieron sensacionales y mucho menos pesados. Nada que ver con la pasta filo bañada en almíbar, estas versiones caseras muy trabajadas en estética no defraudaron con sus sabores de cacahuete, almendra sola y también mezclada con limón.
Sin dudarlo una excelente cena, compañía y entorno inmejorable con una cocina a la altura que sin duda será todo un éxito entre la comunidad de Sotogrande. Como soy de los que siempre veo el vaso medio lleno, partir de cero con la apertura será todo un reto, pero con buenos mimbres, estos cestos y a poco que se acabe de normalizar todo, Urbano y su equipo verán unas buenas cuentas de explotación.
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