Me declaro consumidor de redes sociales por obligación. Son las nuevas formas de comunicación que nos ha tocado vivir y para dar visibilidad a mi trabajo, no me ha quedado otra que crear mi página web, estar en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube. Me niego a usar el Tik Tok, tengo silenciado el Whatsapp y en principio soy bastante reacio a tener mediatizada mi vida dependiendo de un movil o un ordenador, pero al igual que un médico debe estar al tanto de nuevos descubrimientos, uno necesita conocer todas las novedades para estar actualizado en un mundo tan tecnológicamente cambiante.

Todo esto me lleva al mundo de las tendencias, esos vídeos cortos donde lanzan un huevo y aparece batido, tiran la harina y en el siguiente fotograma ya esta mezclada…etc. Reconozco que son muy atractivos y hasta adictivos, desconozco los métodos de edición e igual me ahorrarían mucho trabajo con mejores resultados de comunicación, pero me niego a reducir mis creaciones a un minuto. Llamarlo romanticismo o gilipollez, prefiero dar valor añadido a mis recetas mostrando en un tiempo prudente lo que implica cocinar una receta y por supuesto recogerlo por escrito, porque no siempre las palabras se las lleva el viento.

Aunque se trata de una receta que vi en el programa de Karlos Arguiñano, me recordó a esos vídeos de un minuto, son pocos ingredientes y cuatro pasos bien definidos que arrojan un resultado muy lucido. Aunque procuro hacer recetas de creación propia, cuando falta la inspiración observo el trabajo de otros y en el caso de sentirme atraído procuro darles mi toque personal.

Para esta flor de manzana, Karlos lo simplificó poniendo una mermelada de frambuesa y yo la sustituí por una miel con nueces y un toque de canela. Esta combinación siempre es ganadora y me recuerda a los magníficos strudel alemanes.

La receta no puede ser más fácil y el resultado final seguro os alegrará cualquier desayuno, o postre. Al no ser aficionado a la repostería, me faltan muchos artilugios pero siempre hay alternativas para sustituir como los morteros que he utilizado como molde. La cocción del hojaldre suele hacerse en veinte minutos pero a mi me llevó el doble de tiempo, supongo que por no tener moldes específicos y porque al enrollar el hojaldre el interior tarda más en hacerse.

Precisamente, al hacerlo en los morteros nos permite tener un soporte para añadir por ejemplo una bola de helado sin necesidad de desmoldar.

Ingredientes:

1 lámina de hojaldre, 1 manzana, miel, nueces, canela, 1 lima, mantequilla, azúcar glasé y agua.

Comenzaremos llenando un bowl con agua fría donde exprimiremos el jugo de una lima o limón. Tomamos una manzana y le retiramos el corazón, cortamos a la mitad y laminamos unos gajos muy finos que pondremos en el bowl para evitar que se nos oxide la manzana.

En una cacerola ponemos la manzana con agua a bullir y dejamos durante un par de minutos para escaldar y que los gajos se nos queden blandos para poder manipular sin que se nos rompan. Los sacamos y ponemos sobre un papel absorbente para eliminar todo el agua y no transferir humedad al hojaldre.

Desenrollamos el hojaldre y lo cortamos a la mitad por su parte más larga. Colocamos los gajos de manzana dejando que sobresalga un pequeño pico y semi montados a lo largo de las dos piezas, espolvoreamos la canela, machacamos en el mortero unas cuantas nueces, pincelamos con miel y esparcimos las nueces.

Ahora, con cuidado hacemos una doblez cubriendo la mitad de la manzana y comenzamos a enrollar desde el otro sentido. Ya tenemos formada nuestra flor, mojaros el dedo y sellar la unión para que no se nos abra durante el horneado.

Engrasé los morteros con un poco de mantequilla, colocamos las flores dentro del molde y horneamos en un horno precalentado a 200º. Por lo explicado anteriormente, me llevó unos cuarenta minutos, pero lo mejor es que observéis el color e introduzcáis un palillo. Dejamos enfriar un un poco, sacamos del molde y espolvoreamos el azúcar glasé con moderación.