Me considero un ser muy libre y el altavoz que supone este blog personal, me permite no regirme o ceñirme a lo que podríamos considerar como estándard. Por mucho que lea libros, visite restaurantes, navegue por las redes sociales, intento hacer recetas con un sello personal. Obviamente al beber de diversas fuentes, uno capta ideas o conceptos, pero digamos que siempre intento abstraerme y partir de un lienzo en blanco, son esos momentos donde surge la creatividad.
Obviamente hay recetas clásicas que intento seguir al pié de la letra, otras veces me gusta darles un giro irreverente, y si decido hacer alguna versión de algún afamado chef, me gusta rendirles el merecido crédito. El caso que hoy nos ocupa, surge de una receta que se ha hecho viral en Instagram y que por pesadez, apareciendo un día si y otro también, me he animado a replicarla.
Revestida como challenge (reto) me sumo a la penúltima tontacada de las redes sociales. Le doy este apelativo, porque considerar como reto hacer este plato de pasta, es mera ficción, si por reto entendemos algo que entrañe dificultad, estando al alcance de cualquiera con un mínimo de interés. Ya os avanzo que a pesar de mi actitud negacionista en cuanto a la gestación, el resultado es sobresaliente, un plato de pasta muy suculento que seguro repetiréis desterrando al baúl de los recuerdos vuestra viejuna receta de pasta napolitana.
Y cúal es el secreto de esta pasta con queso feta horneado, pues ninguno, simplemente que unir todos los ingredientes funciona muy bien en su conjunto. Por un lado tenemos que este tipo de queso griego fundamentado en una cuajada con leche de cabra y curado en salmuera, tiene unos matices ácidos y un porcentaje mínimo del 43% de grasa que empasta muy bien con el ligero dulzor de los tomates cherry. Si a todo ello le unimos el hecho diferencial de un horneado con la presencia de abundante aceite de oliva, un poco de vino blanco y diversos aromáticos, los sabores se realzan.
Podéis usar diversas hierbas aromáticas, tomillo, orégano, romero y abundancia de pimienta negra recién molida, pero yo nunca me dejaría el toque de la albahaca, fresca, por supuesto. Utilizaremos parte durante el horneado para que suelte sabor pero también cuando mezclamos, las hojas frescas nos aportaran fragancia y mucho frescor que en su caso, podríamos sustituir por una hierbabuena.
Dentro de mis toques personales, piñones tostados, un par de chiles secos tipo thai y la ralladura de limón, le da un punch directo al mentón, ganareis el combate por K.O. Otro tema a destacar es el del ajo, hay gente que lo agrega después del horneado pero personalmente pienso que acertaremos más si lo agregamos rallado y horneamos. Le va a rebajar la potencia, nos da otros aromas y sobre todo, la gente que os circunde, lo agradecerá.
El tipo de pasta que usaremos está abierta, va en gustos, pero yo recomiendo una que tenga agujero y a ser posible con estrías. Tras esta frase lapidaria que parece un anuncio de Durex, me explico, ese tipo de formato hará que la salsa penetre en el interior y se adhiera en las canales, resulta más placentero en boca. Lo terminé de arreglar.
Esto no es palabra del Papa Francisco, si os apetecen unos espaghetti o farfalle, andiamo! Ya veis que he optado por una versión integral de unos rigatoni, así que tampoco puedo hablar muy alto.
Puede que os llame la atención esta receta porque desconocíais este tipo de queso, yo llevo consumiéndolo unos treinta años desde que lo descubrí en San Francisco y es muy habitual en mis ensaladas, sobretodo en una que hago con pepino. Os lo explico más en detalle en la vídeo receta y si podéis, comprar esos mix de tomate cherry, el pera, amarillo y kumato, aportan un sabor diferente cada uno.
Ingredientes:
400grs de queso feta, 400grs de tomate cherry, 300grs de pasta, 3 dientes de ajo, 20grs de albahaca fresca, 2 chiles thai, 1 limón, 100ml de vino blanco, piñones tostados, AOVE, agua, sal y pimienta negra recién molida.
Comenzamos pelando los ajos y lavando los tomates cherry, también abrimos el queso feta y escurrimos el suero. En una bandeja grande apta para el horno pondremos un buen chorro de aceite de oliva virgen extra, colocamos una pieza de queso en el centro, le echamos un poco de aceite encima y colocamos la otra pieza, rodeamos con los tomates cherry, salpimentamos y con una cuchara movemos los tomates para que se impregnen.
Rallamos los dientes de ajo, distribuimos algunas hojas de albahaca que romperemos con los dedos, despizcamos los chiles, esparcimos el chorreton de vino blanco y horneamos en un horno precalentado a 140º durante 30 minutos.
Paralelamente comenzaremos a cocer la pasta en abundante agua a la que añadiremos la sal cuando empiece a bullir, agregamos la pasta y dejamos cocer uno o dos minutos por debajo del tiempo recomendado por el fabricante, para que nos quede al dente. Escurriremos el agua y pondremos unas gotas de aceite para que no se nos pegue la pasta ya cocida.
En mi caso ya tenía los piñones tostados pero si no los tenéis, en una sartén sin nada de aceite procedemos a su tostado. Sacamos la fuente del horno y con un gran tenedor mezclamos el queso feta machacando los cherry, dejad alguno entero o medio chafado a efectos decorativos, incorporamos unas hojas frescas de albahaca, los piñones, rallamos un poco de limón, volvemos mezclar y ahora incorporamos la pasta haciendo un último mezclado.
Para emplatar vuelvo a rallar un poco de limón , añado más piñones y coloco las hojas más pequeñitas de albahaca. Ahora solo queda hincarle el diente, porque ya los tendréis bastante largos con todos los aromas que inundan vuestra cocina.
Te puedes creer que el feta fundido me echa para atrás completamente!!!! Pero si ya leo tu artículo y veo que te ha conquistado me haces dudar y es que no me gusta sucumbir fácilmente a las tontunas de las redes cómo tu bien dices!…..voy a pensar si lo pruebo! 🤪
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Esta rico por la combinación del ácido y el dulce del cherry, pero no deja de ser una pasta más
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