Con este restaurante italiano situado en el corazón del Barrio de Salamanca cierro el periplo madrileño exprés, un día y medio ha dado para bastante y sumar las experiencias en Dani Brasserie y Barracuda MX han sigo un buen bagaje, si bien queda mucha tela que cortar en la viva escena gastro de Madrid.
Por su cercanía en el tiempo, me ha venido muy bien la calima sufrida en todo el territorio nacional para explicar como me siento cuando hago visitas nocturnas. Esa iluminación «romántica» ejerce de filtro naranja y resulta imposible hacer unas fotos decentes, una pena pues uno de los éxitos del local son los diferentes ambientes con sus diversos colores, un sello que el estudio Kiki imprime de manera variada a todos los locales del grupo.
Antes de profundizar en la pequeña revolución que causó su apertura en septiembre del 2021, un local descrito como instagrameable, veamos que hay detrás de una estética que sin saberlo, ya me olía a grupo empresarial. Un lugar tan céntrico, un restaurante que ocupa 1000 metros de la primera planta de un edificio, 120 trabajadores la mayoría italianos, un servicio a veces demasiado casual, en definitiva algo bien montado con mucha intención.
Resulta que pertenece a un grupo francés llamado Bigmamma con cerca de 15 restaurantes, el primero abierto en Paris durante el 2015. Nacidos en 1984 Victor Lugger y Tigrane Seydoux se conocieron y formaron en la HEC de París (Escuela de Estudios Superiores de Comercio), pero después de graduarse cada uno por separado ejercieron en otras empresas. En un momento dado, concluyeron que la cocina italiana en Paris era un desastre, o barata de mala calidad o demasiado cara sin justificación.
Tenían muy claro que los pilares del nuevo negocio debían asentarse en el producto y en el personal. Se pasaron un año y medio viajando por toda Italia para establecer contacto directo con los futuros proveedores, querían buscar una materia prima que marcara la diferencia y que realmente uno se sintiera en Roma o La Toscana estando en pleno Saint Germain o Montparnasse. Parece que en Paris han con seguido lo que buscaban y se han expandido por otras zonas del territorio galo, también en Londres y ahora en Madrid donde además de este Bel Mondo podrás encontrar a su hermano pequeño en la calle Hortaleza, Villa Capri.
Una muestra de la implicación y apuesta que han hecho por Madrid, es que el propio Seydoux y el chef napolitano titular del grupo, Ciro Cristiano, se han establecido como residencia fija. Calculando la media de dos aperturas que llevan por año, esto me hace pensar que los planes para Madrid son mucho más ambiciosos.
Dentro de sus valores no se definen como una cadena porque cada restaurante es diferente a los demás. Estrictamente compro la idea pero ya os dije que mi primera impresión sin conocer toda la información era la de apariencia de cadena, franquicia, grupo empresarial…y no me equivoqué. Quieran o no, utilizar a Kiki Studio para todos sus proyectos deja un sello de identidad, me da igual que en uno lo llenen de botellas, en otro de cerámicas o en Bel Mondo los 60.000 vinilos y películas de vídeo, hay un patrón bastante definido aunque a uno lo inspiren en La Toscana y a otro en la costa amalfitana.
No digo que no me guste, ese tag de instagrameable es muy merecido porque todo es excesivo, recargado, macro, apabullante y cada estancia del restaurante tiene infinidad de ángulos donde inmortalizar nuestra foto favorita de postureo. Sin duda alguna, la entrada con su escalinata, las cariátides florales y ese collage de neones es muy molón y no importa la edad que tengas o lo inmerso que estés en redes sociales, vas a querer tener una foto ahí.
Según describen en su web «Concebido como la mezcla perfecta entre un palacio de verano a orillas del Lago de Garda y el piso de soltero de un chico guay de los 80, Bel Mondo son 900m2 de pura felicidad. 300 asientos en total, situados entre pequeños rincones, cerca de la chimenea para una cena romántica o frente a la gran cocina abierta para mesas más grandes. 235m2 de terraza en un jardín secreto lleno de flores, un puro concentrado de romanticismo.».
Desde luego, la estética diferenciada está muy conseguida. Por un lado ese comedor principal con el mármol y las lamparas de cristal de Murano se disfrutan con una chimenea, la zona de bar y camino a los servicios con todos esos discos y posters aunque habiendo vivido los 80´s y siendo coleccionista de vinilos, ni por asomo me podía costear esa colección a 1000 pesetas la pieza de 33rpm, 60 millones de rubias en esa época equivalía a comprarse dos Ferrari F40 en 1987. Respecto a la terraza, la inspiración en la costa amalfitana es brutal y puede resultar abrumadoramente empalagosa.
Vamos al meollo, tras tanto envoltorio ¿Cómo se come?. Sinceramente, me gustó la comida y creo que ese espíritu que buscaban los dueños lo han conseguido y están por encima de la media de muchos de los restaurantes que haya visitado, incluidos unos cuantos en Roma. No hacía mucho, uno de mis foodies referentes, Javier Mortera les hacía visita y quedé prevenido con un ni fu, ni fa, pero reconozco que mi experiencia fue estupenda.
Si que le doy la razón en el excesivo colegueo del servicio, al igual que los argentinos, pueden llegar a ser cansinos si no marcas ciertos límites. Para beber un Aperol spritz siempre te pone en el buen camino de la alegría, como engaña este cocktail. y mucho mejor así para no darte cuenta del tremendo timo que son el pica pica de aceitunas y focaccia, la verdad que siempre pico con la misma estampita ya sea en forma de aceituna o mantequilla.
Para lo lleno que estaba el local, me sorprendió muchísimo la rapidez con la que llegó toda la comanda de golpe tras el entrante de una burrata rossa, es decir, una burrata pugliese de 250grs rellena de pesto de albahaca y pappa al pomodoro. Después de leer que son 120 empleados, entiendes muchas cosas.
Si instagrameable es la decoración, no puede faltar en vuestras comandas las Carbomamma, spaghetti caseros servidos directamente en la rueda de queso pecorino Borgo Antico con el auténtico guanciale de la Toscana. Una vergüenza, no lleva nata!!!!!, es broma, era solamente por recalcar que la auténtica carbonara no lleva nata, solo yema de huevo al punto de alcanzar la cremosidad pero que no se cuaje.
Siguiendo con la pasta, un buen chute de trufa para los Mafaldine al Tartufo. Pasta fresca casera con trufa negra de Molise, champiñones y cremosa nata de tartufo. Se sirve en una cacerola de cobre, ración muy abundante y plena de sabor a trufa, no escatiman.
Vamos con las pizzas al horno de estilo napolitano. La Mammargherita con mozzarella flor di latte, frescos tomates San Marzano con hojas de albahaca fresca, un clásico que sirve de base a otras elaboraciones más complejas, si falla esta, no esperes mucho más, no fue el caso, deliciosa.
Para los amantes de la trufa, os recomiendo la Shuffle Truffle con una base de queso ricotta, salsa tartufata, setas y un último toque de escamas de trufa fresca y cebollino.
Un tiramisú, unos profiteroles o un helado del día hechos en la casa podría haber sido una buena opción de postre, pero el limite calórico estaba superado.
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