A pesar de considerarme bastante urbanita siempre he tenido bastante apego al campo. De pequeño pasé muchos fines de semana en una casa de campo que tenían mis padres, colaborando con las diferentes tareas que una vida rural conlleva. De aquella, había que transportar cubos de carbón para la cocina, cestos de leña para la chimenea, recolectar todo tipo de frutas, podar serruchando ramas, trabajar la tierra, limpiar maleza….etc.
Reconozco que siempre he sido cascarrabias y nunca he hecho nada a la primera. La adolescencia es un periodo muy complicado y saber que tus amigos están ligando en una discoteca mientras tu ayudas a plantar patatas o recoger manzanas saca la parte más rebelde que todos tenemos.
Con el paso de los años me he dado cuenta de lo afortunado que he sido por poder disfrutar todo eso. Por desgracia la sociedad ha avanzado muy rápido y creo que de la manera incorrecta, no puede ser que lo que bebamos hoy en día sea cualquier cosa menos leche de verdad, fruta que dura 2 días, tomates insípidos…etc. La tendencia esta cambiando, pero ¿a que precio?, ahora lo más IN es tener un huerto urbano y consumir productos orgánicos, tienen precio de artículo de lujo porque efectivamente, es un lujo poder volver a partir un tomate que sepa a tomate o unos pimientos que perfumen toda la cocina.
Las nuevas generaciones han nacido sin conocimiento histórico y realmente les envidio, la ignorancia en este caso es una virtud. Sin embargo aquellos que superamos la cuarentena comparamos y nos sentimos frustrados, ¿tan difícil resulta comerse una buena ensalada o unos huevos fritos?, por desgracia la respuesta es un rotundo SI.
De vez en cuando como si de haber ganado la lotería se tratase un conocido te obsequia con productos de casa. En este caso una antigua compañera de instituto de mi madre le dió un nutrido surtido de hortalizas que compartió conmigo y de ahí la receta que hoy os traigo.
¿Qué hacer con tanta zanahoria?, me paro a pensar y recuerdo mi visita al Atrio donde su primer plato del menú degustación lleva como ingrediente estrella la zanahoria. Hora de emular a Toño Pérez y lanzarme al reto de componer algo parecido, una sopa fría de zanahoria sería la base que debía complementar con algo más. Aquí entra en escena José Antonio Campoviejo y su crema de coliflor con encurtidos y anguila ahumada del Corral del Indianu, por qué no hacer un mix con mi toque personal.
Para ello pelamos las zanahorias, trituramos en nuestro robot de cocina, añadimos un par de vasos de agua caliente y dejamos asentar durante media hora antes de proceder al colado. Utilizar un colador de malla cerrada o un papel de cafetera para un filtrado más concienzudo, no lo hagáis con el chino. Uno de mis toques ha sido triturar junto con la zanahoria un poco de jengibre. Guardamos en la nevera, cuanto más frío mejor.
Para el montaje del plato he utilizado pepinillos en vinagre, alcaparras, un hermoso boquerón también en vinagre, queso feta, huevas de salmón, unas hojas de eneldo y shichimi togarashi. Servimos con cuidado la sopa de zanahoria para no crear un tsunami y rematamos con unas gotas del aceite de los boquerones.
Creo que el resultado estético ha sido acertado y de sabor mejor os dejo a vosotros que juzguéis, a mi me ha parecido espectacular y muy refrescante.
Wow, que presentación… Todo un plato Gourmet
Me gustaMe gusta
Gracias Jacky, hay platos que son más dispuestos para hacer cosas mas impactantes
Me gustaMe gusta