Marina Davila – Muelle de Reparaciones de Bouzas, s/n – Vigo Tlf: 986 114 446
Ya son dos años seguidos en los que durante el puente del día de Asturias me acerco a visitar a mis amigos de Vigo. Conociéndome, va por el camino de institucionalizarse esta visita y convertirse en uno de mis clásicos del verano.
En cuanto envié la confirmación se encargaron de buscar un lugar para nuestro primer encuentro, un restaurante que tuviese encanto y del que pudiese hacer una entrada para el blog. Siempre da gusto que se preocupen por uno e intenten complacerlo, es una filosofía que tengo muy arraigada de mi etapa americana y agasajar a la visitas resulta muy gratificante. Gracias Ana, Malena y Juan Carlos.
Un inesperado catarro me hizo no llegar en condiciones optimas y mi deseado baño en Samil según llego, tuvo que ser sustituido por una siesta con dopping para recuperar y bajar la fiebre.
Vigo es una ciudad que me encanta y que poco a poco voy conociendo más. Su zona portuaria es una de las más grandes de España, un auténtico laberinto de naves, muelles y esplanadas entre las que os puede sorprender encontrar un restaurante como el Marina Davila.
Un restaurante muy bien montado donde tener una cena tranquila o una gran celebración. Dos buenas terrazas flanquean el cuerpo central del restaurante, desde una divisamos la esencia industrial portuaria con la enorme esplanada llena de vehículos Citroen listos para ser montados en los ferry. Desde la otra, mucho más agradable, vistas a la ría con su puerto deportivo.
La ambientación de leds durante las cenas resulta muy relajante y le da un toque romántico moderno, aunque no hay exceso de luz por lo menos se ve lo que comes en comparación con restaurantes donde optan por una vela. Lo siento, puede que no sea romántico, no los soporto, me da la sensación de estar en una capilla.
Ya que estamos en Galicia vuelvo a apostar por una de sus cervezas artesanas, la Nós que ya había degustado por primera vez en el Culler de Pau.
El aperitivo de la casa fue una deliciosa crema de calabacín con papada ibérica.
Como entrantes unas buenas croquetas de pescado y marisco.
Por problemas de punto con el siguiente entrante y ante la demora tuvieron el detalle de traernos este plato a base de berenjena, guacamole y salmón ahumado.
Llegaron los choquitos de la Ría a la parrilla con crema de ajos confitados y chips de boniato. El punto de los cefalopodos puede ser caprichoso por ello en calamares y sepia siempre soy partidario de hacer una limpieza extrema, lleva mucho tiempo pero eliminar todas las telillas ayuda a la buena cocción. La crema de ajos muy buena, nada fuerte pero la tinta resultó insípida, como parte de una salsa ligada habría mejorado el plato.
El timbal de huevos rotos con patatas, trufa negra y secreto ibérico tiene esta increíble pinta y aunque no lo probé mis tres acompañantes mostraron su beneplácito 3/3.
Yo me incliné por un rape con cebolla caramelizada y risotto de setas. Ambos tenía el punto perfecto y la ración resultó abundante.
Para el postre nos decidimos para compartir entre los cuatro una torrija de brioche caramelizada con crema de moka y helado de vainilla bourbon, fue la opción más dulce.
El segundo postre fue un helado artesano de mandarina sobre streussel de frutos secos, la opción mas refrescante y menos pesada.
Por la buena compañía, la buena comida o quizás la inteligente siesta o el conjunto de todo, a medida que avanzaba la noche me fui animando y rematamos el viernes tomando una copa en uno de los lugares de moda inaugurado este verano, el Marina Cíes Beach Club.
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