Casa Arturo – Plaza de San Miguel, 1 – Oviedo Tlf: 985 229 488
Hablar de segundas o terceras generaciones me pone en una situación un tanto incómoda, indicativo de que uno ya va cumpliendo años y la perspectiva temporal empieza a verse con cierto vértigo. Lejos de asustarme, confío en convertirme en un abuelo cebolleta y poder rememorar momentos del pasado sin esa superioridad moral de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
En un futuro cada vez más cercano, no me veo inmerso en un club cicloturista recorriendo la antigua N-634 ni de tertulia en una sidrería hablando del gol de Bango en la temporada 91-92 cuando jugamos aquella eliminatoria UEFA con el Génova. Tampoco creo que sea de justicia decir que la movida de la Calle Rosal no tenía color comparado con el botellón de la Plaza del Sol, cada cosa tiene su momento y lo importante es disfrutar de lo que toca en su tiempo.
¿Cuantos años han de pasar para que un lugar se convierta en clásico?, ¿serán 25 como en el caso de los coches?. En el caso de la hostelería resulta muy complicado llegar a unas bodas de plata, oro y no digamos de platino aunque más allá del tiempo creo que es justo asimilarlos al calado que han tenido en la Sociedad aunque «sólo» hayan sido 10 años.
Para mi, hablar de Casa Arturo es hacerlo de un clásico. Este asador al estilo vasco sigue maravillando y en la actualidad Roberto Gómez dirige el local que hace muchos años fundaron Arturo Gallo y Manolo Gómez.
En un ambiente neorústico, como lo define la Guía Michelín, podremos disfrutar junto a la ovetense Plaza de San Miguel de unas de las mejores carnes que podáis encontrar en el Principado de Asturias. Ambiente formal y selecto, nada de barullos, lugar ideal para una relajada comida de trabajo, celebración de aniversario o simplemente que os gusta comer bien.
Mucho ha cambiado el barrio y las costumbres, el oasis en el que convivían Casa Arturo, la primera Cuadra de Antón y el Dorado del recientemente fallecido Manolín, ha dado paso a numerosas vinaterías en las que poder comer de manera informal con calidad. Los sufridores vecinos que durante años tuvieron que aguantar los tumultos de la marcha juvenil que se concentraban en el Me Da Igual, Corintia, Chaquetón, Zumería Al Loro…etc ya pueden bajar a sus calles de forma más distendida y relajada o quizás debería decir que somos los mismos con treinta años más pero ya civilizados.
A día de hoy, aún podemos disfrutar de su terraza para tomarnos el vermú. Esperemos que la grotesca ordenanza de terrazas se quede en agua de borrajas y no priven al ciudadano y negocios hosteleros de unos espacios que desde el respeto, dan respuesta a una demanda social y a los hechos me remito, si no gustaran no estarían llenas.
Suelos cerámicos, aplacados de piedra, ladrillo cara vista, recias sillas y bancos corridos de madera junto con una estructura a modo de cenador ya nos da indicios de una cocina contundente.
En el día de mi última visita tenían expuesta una pieza de 29kgs de Trasacar, para un amante de la carne, ver esa maravilla, me produjo los mismos sentimientos que a un amante de la pintura, ver la Gioconda en el Louvre. Esbocé la misma media sonrisa de la Mona Lisa, no sé lo que Leonardo quiso transmitir pero ya os digo que la mía era sinónimo de incurrir en unos cuantos pecados capitales.
Acompañado de otros tres comensales y al margen de mi Alhambra Reserva 1925 dejé paso a los entendidos en vinos, su elección fue este Numanthia 2011 de Toro que tras 18 meses de envejecimiento, es descrito por la misma bodega de la siguiente manera:
Color: Rojo oscuro, brillante y profundo, con intensos reflejos rubí. Aroma: Un vino intenso y complejo que presenta notas de fruta madura y fresca, especialmente de fresas e higos, acompañadas de aromas de crema pastelera. En nariz, hay ligeros toques balsámicos perfectamente ensamblados con especias como la pimienta negra, además de notas de hoja de tabaco y tiramisú. Gusto: Un vino intenso, potente y vigorosos, de gran estructura. Una expresión afrutada acompañada de taninos dulces y maduros conforma una sensación untuosa marcada en boca. El final es muy largo y persistente, con notas especiadas y de cacao.
Estaba claro que habíamos venido a comer carne en abundancia pero para comenzar hay un par de platos que en Casa Arturo preparan muy bien y no tienen relación con la carne. Se trata de la ensalada de bacalao, unas hermosas lascas acompañadas de oricios, puerro y un aliño de balsámico. Un conjunto que una vez mezclado tiene una cremosidad inusual.
El segundo envite vino en forma de tortilla de merluza, un tamaño muy considerable con una cantidad de huevos que no acierto a saber. La frescura del pescado, el punto del huevo y una forma perfecta nos indica que son expertos en estas lides.
Ya es otoño, temporada de setas, y dentro de las recomendaciones nos ofrecieron unos boletus con foie a los que fue imposible renunciar.
Llega el plato fuerte que previamente nos habían presentado, un par de chuletones que pesaron entre los dos, un par de kilos setecientos gramos. A primera vista asustaron al resto de la mesa y pensaron que quizás me había excedido en la comanda considerando los dos entrantes, les transmití seguridad, firmeza y por supuesto la garantía de que allí sólo quedarían un par de huesos que un perro rechazaría.
Servidos en dos turnos para que no se enfriaran los acompañamos de unas patatas fritas y unos pimientos del piquillo caramelizados. El corte, color, olor, sabor, ternura hizo nuestras delicias y a costa de ser cansino, lo mejor es que podáis deleitaros y salivar con estas imágenes. El punto estaba perfecto para los que nos gusta más cruda que sin demora tomamos un trozo según llegó, para el resto, un par de minutos en el plato de barro caliente obtuvo el resultado deseado.
Tal y como había predicho allí sólo quedaron un par de maltrechos huesos y excesos de grasa que hace años, bien turrada, no hubiese tenido contemplación con ellos.
Para el postre unánimemente compartimos dos raciones de un soufflé de chocolate acompañado de sorbete de mango. Aún no siendo muy goloso, este tipo de postre me fascina por sus contrates de temperatura y textura, además el chocolate va muy bien con el mango.
Cafes y chupitos ayudaron a una larga sobremesa para digerir el exceso de una comida que como siempre no defraudó. Espero poder seguir pecando en Casa Arturo durante mucho años más aunque la penitencia fuese tener que subir los sesenta y nueve peldaños de las escaleras del Seminario.
Editado 26/12/2016
Hacer una celebración a medias, cuando falta uno de los actores principales resulta muy insulsa, mucho más si se trata de tu esposo o padre, pero 48 años de casados han celebrarse, porque la muerte nunca los separará y ahí estuvo con nosotros toda la comida.
En estas fechas repletas de acontecimientos y excesos se da la paradoja de que cuanto más comemos más capacidad estomacal tenemos pero más nos hartamos de comer.
Quien me iba a decir a mi que por hastío renunciaría a uno de sus magníficos chuletones, preferí reservarme para otra ocasión en que lo disfrutara mejor. Aún así en Casa Arturo, la carta esta repleta de producto excelente y cualquier elección es buena así que aproveché para ampliar el artículo.
Para abrir boca con mi Alhambra Reserva, un buen salchichón como aperitivo de la casa.
La ensalada de bacalao me parece irrenunciable y por suerte sirven medias raciones, todo un alivio.
La chuletillas de lechazo de mi madre estaban deliciosas, mucho sabor. Yo nunca las pido porque siempre me saben a poco, podría comerme 4 platos sin despeinarme.
El descubrimiento del día fue el cachopo y pensareis, habla de que esta cansado de comer y renuncia a un chuletón, pero se pide un cachopo. Olvidaros de esos cachopos grasientos que tengáis en mente, esos rebozos o empanados que acaban por saturar, esos tamaños desmesurados que en muchos casos resultan de batalla, esas carnes demasiado hechas que de no ser por el queso se nos harían bola, este cachopo es de 10.
Dicho esto, reconozco que no es un cachopo apto para todos los paladares, ha de gustarte la carne poco hecha porque no entiendo otra manera de hacerlo sin perder la calidad. Elaborado con solomillo de buey, cada bocado era como meter mantequilla, el rebozo se nota pero no satura y tanto el jamón como el queso tienen una proporción equilibrada que mantiene la calidad de la carne.
De postre lo que llaman una tarta tatin, no se parece en nada, el nombre no es acertado pero el postre es excelente. El cubo relleno de manzana con un helado de avellanas tiene un dulzor muy equilibrado, nada pesado.
Ofrecen muy buenos pescados pero no se si algún día llegaré a probarlos, aquí ¿quien se puede resistir a los placeres de la carne?.
Editado 26/12/2017
El destino suele ser muy caprichoso, y en un dia tan especial como el del aniversario de boda de mis padres, quiso que volviéramos a repetir en el mismo restaurante donde lo habíamos hecho el año pasado.
Que conste que no hubo premeditación, de hecho tras unas gestiones en Gijón, la lógica indica que allí deberíamos habernos quedado. No solo eso, una llamada a Casa Lobato y una presencia en La Nozaleda de Bueño, ambos cerrados por descanso, hizo que nos decantasemos por el asador.
Este año iba más sobrado de sitio en mi estómago y el chuletón fue irrenunciable, una pieza de 850grs tan sabrosa como tierna que acompañe de unos pimientos del piquillo caramelizados, la patatas a esas alturas de la navidad ya me sobran.
Para picar la recurrente ensalada de bacalao con oricios y unos calamares frescos de potera.
Mi madre tenía capricho de unos huevos con patatas, en Casa Arturo los sirven acompañados de foie pero ante la pregunta de si tenía chorizo, hubo suerte y cumplió sus simples gustos.
De postre la ya conocida versión de su tarta Tatin.
Se que soy de sota, caballo, rey pero para qué cambiar cuando lo que pides es lo que te gusta.
Acertada la elección del vino y a punto de cruzarme la península para comerme un corte de esa carne, son sólo 6 horas, creo que merece la pena.
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Pues creo que no te defraudaría y merecería la pena pero desde luego con pernocta incluida, cuando salí no estaba para muchos trotes.
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