
Existen restaurantes grandes que tras tanta fachada empequeñecen y otros como La Fundición, donde lo pequeño es mucho más grande de lo que pueda parecer.
En pleno centro de Oviedo, a veinte pasos (literal) de la consolidada Ruta de los Vinos nos encontramos con Adrián y su cocinita de la Señorita Pepis. Al igual que las niñas pequeñas, de la imaginación ilimitada de este joven pero curtido cocinero, salen platos de una factura extraordinaria.
Veinte, son también los comensales que permite el aforo de un local enfocado como gastro bar, ese concepto tan de moda, que ellos reinterpretan con el término Bistronomía pues se acerca mucho más a un restaurante que a un bar donde también te dan de comer.
He de insistir en el minúsculo espacio, a la vista, donde podemos ver trabajar a Adrián. Sin duda, la buena organización, limpieza y estructuración de la carta permite al cocinero sacar unos platos con una solvencia digna de empresas mayores. En cierto modo me recuerda a otro pequeño muy grande, el Married de Cesar Casado. Esas pequeñas cocinas son para chefs de método y gran clase.

Aunque el nombre tiene un origen familiar que recuerda la vinculación de esta con las empresas de soldadura, Adrian y Noelia le han dado otro sentido, ambos se funden como un todo y son capaces de soldar excelentes servicios donde será difícil que encontremos algún poro o rebaba que no pase el control de calidad diario al que se someten.
En un breve periodo de tiempo La Fundición ha conseguido estar en boca de muchos ovetenses y hace que cada día sea más complicado conseguir sitio en alguna de sus mesas.
El local, por tamaño, no precisa grandes descripciones, todo está a la vista y lo que vemos gusta. Básicamente se distingue por un gran mural a dos paredes firmado por Mesie Pulgar y Patricia Moutas donde a modo de comic, currantes interaccionan con la comida que toma vida propia. Precisamente, pensando en esos trabajadores cada día disponen de un menú diferente donde poder elegir a precios muy asequibles entre uno o dos platos, según el hambre o prisas que haya.

El resto del local se nutre de pizarras, paredes con platos escritos y alguna estantería. El mobiliario resulta muy de mercado de las pulgas y en concreto me encantan unas sillas que me recuerdan a las que mi abuela tenía en su cocina.
La oferta líquida según me comenta algún amigo, tiene algunos vinos interesantes. Lo mio es la cerveza y tiene mi aprobado, toda la gama de Alhambra y unas cuantas artesanas asturianas como la Deva, Xana, Cotoya, Caleya y Voragine.

Por el momento han sido dos las visitas que conforman este artículo y fijo estarán más por llegar, puesto que en ambas ocasiones siempre me he quedado con ganas de más. A riesgo de que seáis alguno de vosotros el que me quite el sitio os recomiendo probar cualquier cosa, todo está de cine.
Suelen ponernos algún aperitivo de cortesía. Una crema de lentejas que estaba muy sabrosa o un agua de tomate.


Las ensaladas saben y esto hoy en día resulta complicado. Algo tan sencillo como juntar unos cuantos ingredientes e integrarlos con un aliño, parece fácil pero muchas veces nos vemos defraudados y teniendo en cuenta que suele ser uno de los primeros platos, no parece una buena tarjeta de presentación. En el caso de estas dos, empezamos a prestar atención y mostramos interés por ver que más nos cuentan.
Ensalada de langostinos con queso de cabra, fruta y albahaca.



Ensalada de cecina, Rey Silo (queso Afuega’l Pitu) y miel.



Las pizzetas son ideales para compartir hasta que las probáis. Os arrepentiréis y hubieseis preferido ser egoístas y pediros una para vosotros solos. La masa esta esponjosa y crujiente y cualquier combinación elegida integra muy bien los sabores y resulta generosa en los ingredientes. No hay nada mas desastroso que ver una pizza oasis, todo arena y cuatro palmeras que no engañan a nadie y nos recuerdan que estamos en medio del desierto.
Pizzeta de hongos con jamón. Tiene hongos y tiene jamón.



Pizzeta de quesos asturianos, «Vidiago, Casín, Ovín y Cabrales». Tiene quesos asturianos.


Pizzeta de salmón. Tiene salmón. Creo que habeis captado mi ironía, carajo!!!!, no es tan difícil entender algo tan básico, pero en muchos sitios se empeñan en hacernos pasar por miopes.



«Tortilla de bacalao». Cremoso de patata, huevo a 65º y bacalao. Somos perros viejos y ya no sorprenden estas deconstrucciones conceptualmente hablando, pero si que pueden sorprender para mal, precisamente por esa inercia de la popularización en las que todos creen saber de todo porque se lo vieron hacer a un tal Adriá. Oye, igual es porque tiene una n de más y Adrián lo ha bordado.



La caldereta de pulpo y chipirones tiene un buen fondo y cada ingrediente sabe a los que tiene que saber un pulpo y unos chipirones, juntos pero no revueltos.



Producto de temporada, el bonito sobre un cremoso de patata con una picada de tomate, oliva y albahaca. Sin llegar a ser un tataki, el punto más que lo diferencia de este, fue perfecto para conservar la jugosidad de este manjar del norte.



La burger de vaca vieja, cebolla caramelizada y foie cumple a la perfección las expectativas. Carne jugosa al punto solicitado, buen trozo de foie y un pan que aguanta con solvencia los jugos.



Finalizamos la parte salada con este risotto de boletus, ahumado de Pría (queso) y magret de pato. Este fue el plato fuerte de mi primera visita, sin duda el que acabó por enamorarme, potencia de sabor a hongos, grano de arroz al dente, melosidad incomparable y abundancia de magret.



Poco hueco queda para las llambionadas pero si os decidís por alguna de ellas, son caseras. En este caso un coco muy refrescante con helado de coco, y creo recordar fruta de la pasión aunque no me hagáis mucho caso.



Ya habéis visto un amplio repertorio de la carta que seguro no os ha dejado indiferentes. Una cocina con unas bases muy sólidas marcadas por el sabor y calidad de sus ingredientes. Lo pequeño se hace grande en La Fundición, nada de realidades virtuales, con los pies en el suelo y manteniendo este nivel tenemos Bistronomía para rato.
Editado 07/10/2016
Tras unas merecidas vacaciones Adrian y Noelia vuelven a la carga para ponernos las pilas con sus clásicos y numerosos platos fuera de carta que van cambiando según mercado.
Las fotos en esta visita dejan mucho que desear y no están a la altura de las exquisiteces que pudimos degustar en esta ocasión. Es divertido ir a comer con amigos que descubren por primera vez el local, no dan crédito y salen encantados. Cliente que prueba, cliente que repite.
Como iba acompañado, hoy os puedo mostrar un vino, el L’Equilibrista pero yo sigo fiel a mis cervezas y como quiera que aquí tienen una buena selección de artesanas asturianas, me incliné por la Avorigen una IPA de los gijoneses de VOR.


Tal y como os recomendará Noelia, lo mejor es disfrutar de una variedad de platos al centro. Comenzamos con sus croquetas caseras de cecina, buena textura y potente sabor.


Los patatinos al Cabrales con praliné de avellanas es sorprendente en sabores. La patata perfecta y la salsa líquida en la medida perfecta. Yo la partí por miedo a que estuviese muy caliente pero si os entra en boca mejor comerla entera.

La ensalada de guacamole, cebolla roja agridulce y quicos está en la línea de las otras ensaladas que ya pude probar en otras ocasiones, combina muy bien los sabores y no tenemos la sensación de comer cosas deslavazadas, todo se integra perfectamente.


No podía faltar una pizzeta en la comanda y con esta de chorizo picante he completado todas las que tienen disponibles.

Como plato estrella no pudo faltar el risotto de boletus, ahumado de pría y magret de pato. Para qué lo probaría la primera vez, ahora es un fijo y me limita con el resto de platos. La próxima vez que los visite espero que me digan que ya no les queda.

En cuanto a los postres, me empeñe en que probaran el coco aunque también añadimos la torrija hecha de brioche y el bombón de chocolate Cibeles. Magníficos.



Por el momento esto fue todo, fijo que ampliaré la oferta en breve.
La Fundición – C/ Campoamor, 17 – Oviedo Tlf: 984 046 432 Facebook

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