Asturias y la manzana van unidas de la mano, pero no nos engañemos, ni los asturianos estamos todo el día bebiendo sidra, ni comemos manzanas como el que come pipas.
Convendréis conmigo que el sabor de fruta y verduras ya no es el que era antaño. En la búsqueda genética de aumentar producciones, en la química de eliminar escalones de una pirámide alimenticia, nos ha dejado productos hermosos pero más desaboridos que un noruego o fines.
Vale que esa rubia noruega y el vigardo fines tienen una planta imponente, pero donde este un español chapurreto con gracia y salero que se quiten los modelos de pasarela, esos solo quedan bien en la revista.
Con este símil (disculpen los maziz@s escandinavos) pretendo denunciar la regresión que hemos sufrido en el mundo de la horticultura. No puede ser que abras una bandeja de fresones hermosos y en cuanto les da el aire se mustian a la la velocidad de un Bugatti Veyron; no es de recibo que se enceren unas manzanas para que brillen más y así sucesivamente.
Los pájaros, caracoles, gusanos..etc no están licenciados en ninguna universidad, si acaso, en la de la vida y la supervivencia. Por ello, ese higo picado por el pájaro, esa manzana horadada por el gusano o esa lechuga medio comida por el caracol, nos indica que está en su mejor momento para ser consumida.
Aunque no sea mi fruta favorita, la manzana, si es buena, resulta muy sabrosa y nunca renuncio a una de esa calidad. Ir al mercado y «picar» con una Golden, Granny Smith, Pink Lady, conociendo a qué sabe una manzana de verdad, ha hecho que no la suela incluir en mi dieta.
La manzana asturiana tiene infinidad de variedades, en este enlace podéis ver la gran mayoría. Mi gusto particular se inclina por esas pequeñinas con un punto medio de acidez, las demasiado dulzonas me empalagan.
Durante una escapada de finde rural a finales de septiembre en el concejo de Villaviciosa, concretamente en Lugás, los manzanos del entorno estaban esplendorosos y debía hacerme con unas cuantas.
La fruta robada es la más sabrosa, así que no dudé bolsa en mano para recolectar unas cuantas. Me sentí como un niño en una tienda Tutti Frutti, las quería todas y me trajo recuerdos de infancia cuando junto a mi padre recogía sacos de manzana para sacarme unos duros.
Cuando la bolsa de supermercado ya iba casi vencida me pillaron in fraganti unos vecinos, y lejos de reprenderme, me indicaron aquellos manzanos buenos. Agradezco desde aquí a los dueños ignorantes de mi tropelía horticultora.
Ante semejante recolecta, lo mejor que se me ocurrió al llegar a casa para que no se echasen a perder, fue hacer una compota. Sola, templada o fría, con yogur, en unas empanadillas, con unos cereales, como relleno de un bizcocho, como acompañamiento de una carne de caza…etc las aplicaciones son tan numerosas como vuestro ingenio.
Soy de mano grande y aunque el cuchillo se me da muy bien en el arte de pelar, el pequeño tamaño de este tipo de manzanas y la ingente cantidad, me hizo pelar manzanas como si de patatas en la mili se tratara.
La rama de canela es un imprescindible que todos usareis, pero en esta compota también he añadido una esencia de vainilla casera que le ha dado un toque extraordinario.
Ingredientes
Manzanas, 150gr de azúcar moreno, rama de canela, rama de vainilla, agua, 50ml de ron y 1 lima.
Comenzaremos por preparar la esencia de vainilla. Para ello necesitamos una vaina de vainilla que partiremos a la mitad, extraemos todas las semillas y en una cacerola con el ron, 100ml de agua y las dos cucharadas abundantes de azúcar, dejamos infusionar sin que llegue a romper a hervir. Reservamos 24h, cuantos más días pasen más sabor concentrado obtendréis.
Pelamos y descorazonamos las manzanas partiéndolas en cuatro trozos, las pasamos a un gran bowl con agua y una lima exprimida para que no se oxiden.
En una cacerola amplia ponemos la rama de canela, 120grs de azúcar moreno y 120ml de esencia de vainilla, llevamos a punto de ebullición y añadimos las manzanas y medio vaso del agua cítrica que las preservaba. Removemos, bajamos al 6/10 y tapamos entre 20-30 minutos, todo depende del tamaño y tipo de manzana.
Si buscáis la receta en otro sitio, habitualmente os recomiendan mas o menos el doble de agua que de azúcar. A mi no me gustan estas medidas, cada manzana es un mundo y cuanto más jugosas sueltan más agua, lo mismo con el azúcar, yo utilizo morena que no empalaga tanto y si fuese necesario es mejor rectificar al final dependiendo de gustos.
Personalmente me gustan las compotas con un punto ácido porque si se combina en una tarta por poner un ejemplo, ese punto no tan dulzón ayuda a equilibrar los azúcares del bizcocho.
Dependiendo de los gustos se puede servir más tipo mermelada u optar por conservar la forma de los trozos, en mi presentación he mezclado las dos formas. La manzana está tan blandita que con remover un poco ya se disgrega formando una textura puré.
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