Zokarrá – C/ Ola, 12 Zahara de los Atunes (Cádiz) – Tlf: 608 238 955
Hace tres años le dijo la sartén al cazo, ¿y si nos asociamos?. Y así comenzó esta bonita historia de amor entre pucheros, casi los mismos que pongo yo al borde del salto de lágrima, cuando pruebo alguna de las elaboraciones del Grupo Zoko.
Peter Alexander (Fundador y Director General del Grupo) y Javi Álvarez (Chef Ejecutivo) son los artífices de algo más que un restaurante, venden un concepto o modelo de negocio atípico, y viendo lo visto, con aperturas en Zahara de Los Atunes, Sevilla y Madrid, con éxito.
Locales bulliciosos donde la música es parte muy importante, personal que parece salido de una fiesta rave, comedores informales y unas cartas donde la fusión es tan original como explosiva, nos puede recordar a la tribu de Dabiz Muñoz en su StreetXo.
Se trata de un concepto más internacional que huye de los formalismos de esas salas ñoñas donde los camareros parecen salidos del Madame Tussauds, una visión o evolución que no encajaría en mi rancio Oviedo. Alguna señora con cuello de marta al ver acercarse uno de esos camareros hipertatuados e hiperperforados podría encontrar el cielo antes de lo previsto.
Ya os había hablado de Zoko y de Salvaje pero hasta este verano no pude encajar la visita a la Santa Trinidad, el Zokarrá. Porque si algo tiene veneración y culto pagano en nuestras costas, esos son los arroces, no se entiende un veraneo sin una paella.
Situado en los bajos del hotel Colores y con vistas a la extensa playa y a ese mar turquesa parecería la ubicación más atractiva pero algo nos chirría, ese parking público de a millón de dólares el minuto que parece un decorado del Far West rompe todo el romanticismo esperado.
Por otro lado, comparando con los otros dos locales del Grupo, este tiene una decoración sosa, apreciaciones de tiquismiquis que pasan a un tercer plano cuando empezamos a comer, que es de lo que se trata.
Cuando abrimos la carta y vemos las propuestas de Javi Álvarez entendemos que aquello es más que una arrocería, no todo el mundo tiene por qué conocer el nexo de unión del Grupo, aunque a poco que andes por Zahara, uno se da cuenta y fácilmente reconoce a algún camarero de los otros locales.
Empezamos por un salmorejo de libro, con una decoración muy vistosa y una emulsión capaz de sostenerse boca abajo.
Seguimos con los tacos de camarón, una fusión de Cádiz y sus tortillitas de camarones con los tacos mexicanos, una delicia crujiente que sólo el raciocinio puede parar pensando en los arroces que se nos vienen.
Nos gustan los finger food, comer con las manos mola y el que no se chupe los dedos aunque sea en la intimidad de su casa, no es persona. Ahora la fusión es triple con unas nems vietnamitas con atún rojo de almadraba y un pibil mexicano.
El día anterior había coincidido con Peter en Salvaje y le anuncié nuestra visita a Zokarrá. A efectos de poder publicar más platos le consulté si los arroces podían ser individuales, yo creo que hicieron una excepción, algo que agradezco. Aunque soy de los que me como a Dios por una pata, ya me gustaría tener los cuatro estómagos de una vaca, uno para cada arroz.
Marinero, negro, con atún parecían más normales, me quede con ganas del ibérico con morcilla patatera o del japo en 3 fases y al final elegimos uno de plancton y ortiguillas que tenía muchísimo sabor a mar y mucha cremosidad por las ortiguillas (anémonas).
El otro fue uno vegetal con queso Payoyo, una combinación estupenda de productos autóctonos de la tierra gaditana. Ambos arroces tenían el grano suelto, en su punto y podrían considerarse dentro de los melosos.
A los postres nos tocó hacer las maletas, era nuestro último día de vacaciones y las cerramos de la mejor manera posible, comiendo opíparamente. El año se hará inevitablemente largo hasta que volvamos a zokear por Zahara, pero ya estoy pensando en acortar esa espera visitándolos en Madrid.
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