El Hogar del Productor – Av. Alcalde José Fernandín, 29 – Piedras Blancas Tlf: 984 83 32 35
Allí donde fueras, haz lo que vieras y si podéis pedir la ayuda de algún lugareño os encontrareis con joyitas como la que hoy os presento. Supongo que al ver la foto de portada habréis entrado en modo pánico y os preguntareis donde carajo me lleva este y os garantizo que podría ser peor de haber estado empapelado el espacio reservado a las esquelas.
La Casa del Pueblo, o lo que es lo mismo, la sede del PSOE de Piedras Blancas, es donde deberéis dirigiros para encontrar El Hogar del Productor, digamos que no hay pérdida. En este caso el bosque no nos deja ver los árboles, tendremos que fijarnos en el bajo comercial para darnos cuenta que tras esa vidriera lechosa se encuentra un restaurante.
Cuando traspasamos la puerta de entrada lateral es como viajar en el DeLorean hasta 1974, fecha de su apertura. Techos muy altos, unos fluorescentes colgantes, mesas tradicionales de madera, manteles de papel, suelos de gres que parecen una acera, una zocalada que parece algo más moderna y en las paredes un batiburrillo decorativo que más bien se trata de un almacén en vertical. Cuadros y posters que mezclan plantillas del Barcelona y Madrid además del tributo a Fernando Alonso son la clásica decoración de un chigre deportivo y marinero.
Se que la estética puede espantar a más de uno, a mi me encanta encontrar lugares que rezuman personalidad e historia y una reforma echaría a perder el encanto de ese hombre solitario tomando un chato de vino viendo lo que quiera echen por esa televisión. Personalmente lo que me llamó la atención fueron las dos cetáreas repletas de producto, sin duda una muy buena señal.
Ya os adelanto que nuestra comanda fue de toma de contacto, un poco de picoteo para observar el potencial que ofrece y que sin duda seguiré explorando en futuras visitas. Paella de marisco o parrillada de pescados por encargo pinta muy bien y viendo como trataron las andaricas tanto a la plancha como cocidas, centollo, ñoclas o bogavantes se me antojan muy apetecibles para la próxima vez.
Sirven sidra natural de Trabanco y aunque tengamos que escanciarla con el tapón, siempre es un placer poder comer con nuestra bebida autóctona. La atención fue muy buena, rápida, empática y preocupada por el el buen servicio.
Para ir abriendo boca y entretenernos comenzamos con unas andaricas que como os dije pedimos en dos cocciones, sinceramente, hacía mucho que no comía una tan grande, llena, fresca y con el punto perfecto, con los dientes fue suficiente para romper la cáscara.
Las patatas dos salsas por simples que parezcan no suelen alcanzar una buena nota y aquí eran perfectas, caseras, bien fritas y las dos salsas brava y alioli también caseras. Este es un buen termómetro para ver el interés que ponen en lo más simple y creedme hay mucho dejado que piensa que todo vale, podrás picar una vez pero no habrá segunda como el caso de un local de la calle Galiana en Avilés donde recalamos por estar casi todo cerrado un lunes y todo lo que nos dieron era congelado, 60€ de pura basura que por respeto a los empleados omitiré el nombre.
Seguimos con las croquetas caseras, de las que pedimos un mix de sus tres versiones. Jamón ibérico, quesos asturianos y chipirones en su tinta, a cada cual mejor aunque si repitiera muestro mi debilidad por las de chipirón.
Había antojo de chorizos a la sidra, un clásico imperecedero.
Turno de los mejillones en salsa, en realidad son al vapor y se sirven con una salsa casera para que cada cual se provea. Buen tamaño del mejillón y muy buena la salsa.
Con las almejas a la marinera aunque eran de muy buena calidad si que nos faltó un pelin de picante y quizás un punto más de espesor en la salsa, gustos personales que para nada empañan la ejecución.
Terminamos con unas gambas al ajillo burbujeantes, para variar, no tuve paciencia y me quemé, menos mal que ya concluíamos y la caipirihna que después me tomé en el chiringuito de Arnao ayudó a cicatrizar la lengua dañada.
Cuando sales de un restaurante sintiendo que aún te falta mucho por descubrir y cuentas las horas para repetir, la satisfacción es máxima porque además pagando 90€ con cuatro botellas de sidras te devuelve a realidades que cada día parecen más extintas, poder comer opíparamente por menos de 25€/persona.
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