Una vez más me veo inmerso en la preparación de un postre y ya sabéis de otras veces que la repostería no es mi fuerte. Sinceramente prefiero abusar del salado y nunca llego con ganas de algo dulce, si acaso una cucharadita o algo nimio con lo que dulcificar el paladar.
Si a todo esto le unes que últimamente, por solidaridad, me he unido a la dieta de mi novia, uno no está para muchos dulces pero el inminente día de difuntos, día del cumpleaños de Diana, he querido publicar esta simpática y fácil receta. Simpática porque el nombre de chulas me ha hecho gracia y aún no he conseguido saber por qué las llaman así. Cosas de gallegos, porque este es un postre típico de Galicia consumido durante el samain.
El Samahin es la festividad de origen celta más importante del período pagano en Europa hasta su conversión al cristianismo, en la que la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre servía como celebración del final de la temporada de cosechas en la cultura celta y era considerada como el «Año Nuevo Celta», que comenzaba con la estación oscura. Es tanto una fiesta de transición (el paso de un año a otro) como de apertura al otro mundo. Su etimología es gaélica y significa ‘fin del verano’.
Precisamente con este fin del verano y de las abundantes cosechas de estas fechas, el exceso de calabazas que en estos días alcanzan su máximo tamaño, hizo que que se le dieran salidas gastronómicas como estas chulas o la infinidad de recetas que se pueden hacer con estas cucurbitáceas. Cuando medio mundo pasa hambre, parece bastante frívolo vaciar calabazas para iluminarlas, como si se trataran de juguetes, hemos de usar la pulpa para cocinar o de lo contrario vuestra conciencia no debería estar tranquila.
Y ya que le he puesto tantas pegas a esta receta, ¿por qué la hago?. Sencillamente porque la ví en el Instagram de O Graneiro de Amelia, una tienda que visité en Santiago de Compostela donde venden productos a granel, desde legumbres a especias, pasando por harinas. Ya tenía una calabaza del huerto de mis suegros y me pareció buena idea juntarla con otras variedades violín para asar en el horno, al precio de la electricidad, ya de usarla hagamos cantidad.
Aunque para las chulas solo necesitaremos 400grs. de pulpa me salió un kilo más que he repartido en dos bolsas para congelar y usar en un futuro. Ya sea para una crema de calabaza o cualquier otra receta, asada siempre estará más buena que cocida en agua o al vapor.
He metido un poco la pata respecto a la receta tradicional, si buscáis otras elaboraciones, veréis que son de un color naranja más potente. El «fracaso» ha sido por utilizar panela, oscurece mucho la elaboración, utilizar azúcar moreno o blanquilla para resultados más coloridos. De todas formas no le pongo un pero al sabor, espectaculares y como no podía ser de otra forma, he tenido que meterle mi toque de autor añadiendo ralladura de naranja y nuez moscada, ingredientes que no lleva la receta original.
La peor parte que he llevado de la receta, ha sido la fritura, cada vez me gusta menos. He ido haciendo de una en una tomando la medida de una cuchara sopera, os recomiendo que para mayor eficiencia utilicéis una manga pastelera.
Ingredientes:
400grs de puré de calabaza, 2 huevos, 150grs de azúcar de caña, 160grs de harina de trigo, 1cta de postre de levadura en polvo, canela en polvo, nuez moscada, 1 naranja, azúcar glass y AOVE.
El primer paso que haremos tras poner un papel sulfurizado en la bandeja del horno y precalentar este a 200º, es retirar el pedúnculo de la calabaza para poder partirla mejor a la mitad. Las colocamos boca arriba tal cual, sin aceite, ni sal, ni aromáticos, horneamos durante 45 minutos y a mitad de cocción les damos la vuelta. Dejar atemperar con el horno apagado y cerrado.
Cuando aún estén templadas retiramos las pepitas y pelamos muy fácilmente, separamos nuestra medida de 400grs en un bowl. El resto, hemos hecho deliberadamente más cantidad, la envasamos en bolsas de plástico (Ikea) y cuando enfríen las metemos en el congelador.
Mucho mejor que con un aparato eléctrico, con un tenedor hacemos un puré con la pulpa de calabaza, le añadimos los huevos que previamente habremos batido y mezclamos. Ahora le ponemos el azúcar, la canela y nuez moscada al gusto, volvemos a mezclar. Rallamos la naranja entera y volvemos a mezclar, es totalmente opcional pero ya os aviso que funciona muy bien con la calabaza.
Ahora toca añadir la harina, lo haremos en dos tandas e irá tamizada. Tras una primera parte mezclamos y añadimos la cuchara de postre de levadura química en polvo, mezclamos y tamizamos el resto de harina para volver a mezclar. Tapamos y dejamos reposar durante media hora.
En una sartén ponemos nuestro aceite de oliva virgen extra y ayudándonos de dos cucharas soperas, iremos friendo porciones. Los buñuelos se forman muy rápido y hay que darles la vuelta así que no os volváis locos llenando la sartén si no queréis que se os quemen, mejor ir individualmente o por tandas pequeñas.
Los iremos pasando a una fuente con papel absorbente y cuando hayamos terminado con todos y estén bien secos, los pasamos a una fuente definitiva en la que remataremos espolvoreando el azúcar glass.
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