Auga – C/ Claudio Alvargonzález s/n 33201 – Gijón Telf: 985 168 186
Se que estas palabras que voy a decir resultan políticamente incorrectas viniendo de un Carbayón pero «me gusta Gijón». Son muchos años visitando la ciudad y en ella he vivido momentos muy especiales, totalmente compatibles con el amor de mi querida Vetusta.
Tener a 25 kilometros de casa uno de los mejores paseos marítimos de la costa norte es un privilegio y ya quisieran muchos tener esta cercanía con el Mar Cantábrico, por ello me siento afortunado y todas mis visitas exceptuando las de trabajo siempre me dejan con un buen sabor de boca.
Hace una semana tuve la boda de un buen amigo en el Palacio de los Figaredo y disfruté de las vistas y del atardecer que este rincón de Somió ofrece desde una relativa lejanía. Como si de un potente imán se tratase, el magnetismo del Cantábrico me atrajo de nuevo y quiso que este vez desde el epicentro de la ciudad disfrutase de otra increíble puesta de sol camino del Auga.
Por desconocimiento aparqué en Fomento aunque el restaurante cuenta con parking propio, sin embargo el paseo sin duda mereció la pena ya que contemplar los barcos atracados con el anaranjado del sol poniéndose e incluso un completo arco iris pone los pelos como escarpias al más recio.
El emplazamiento del Auga es sencillamente espectacular y en noches de temperaturas que superaban los 20º es recomendable aunque solo sea para tomarse una cerveza en su terraza, algo que fue de imperiosa necesidad en el previo a la cena concertada.
Es común que se hagan valoraciones de restaurantes por su bodega pero siempre suelen hacer referencias a los vinos y se olvidan de las cervezas. A mi modo de ver en restaurantes de cierto nivel debe imponerse una selección de cervezas acorde, somos un país que suele encontrarse entre el Top 10 mundial aunque muy lejos de la República Checa líder indiscutible y por ello creo que se le debería prestar un poco más de atención o mimo.
En el caso que nos ocupa al menos contaban con la excelente Alhambra Reserva 1925 y para mi, antes de entrar a cenar, ya supuso un punto favorable potenciado con el acompañamiento de unas croquetas recién hechas a modo de tapa.
La decoración del Auga es muy marinera aunque nada recargada, lo que más llama la atención a parte de la vistosa cava de vinos que nos recibe a su entrada es su doble altura y las extensas cristaleras que favorecen unas vistas fabulosas.
La vajilla resulta sorprendente en alguna de sus piezas sobre todo las pétreas y de vidrio, sin duda detalles que ayudan a ensalzar la comida y potenciar la categoría del restaurante, algo que hay que valorar cuando estamos en un restaurante con Estrella Michelín.
La elección de la comida fue sencilla aunque en cierto modo force a mi acompañante a comer el menú degustación pues se sirve a mesa completa, tenía miedo no poder acabarlo pero al final pudo con el y es que 4 entrantes, 3 principales y 2 postres pueden asustar sobre todo si de una cena se trata.
El servicio fue muy profesional y atento con cada una de las peticiones, mi acompañante se percato medio en broma de que mis platos tenían una decoración más perfecta y que todo era por mi cámara. No se si llevaría razón pero si así fuese agradezco el detalle mostrado, uno más.
A continuación os detallo el menú con algún comentario que tan solo ha de ser tenido en cuenta desde la subjetividad y gustos personales. No soy ningún crítico gastronómico, tan solo quiero narrar experiencias desde un punto de vista muy aséptico y que cada cual saque sus propias conclusiones, éstas en modo alguno deberían tomar cuerpo hasta que la experiencia no sea en primera persona.
Comenzamos con un aperitivo de cortesía, una crema de bacalao.
Ostra del Eo, pimienta rosa, algas y limón verde.
Me llamo la atención el tamaño de la ostra aunque no me sorprendió porque las veces que he comido esta variedad he comprobado que son muy carnosas y de gran sabor.
Manzana caramelizada, Rey Silo, tomate y sardina marinada.
Hablar del Rey Silo es hablar del mejor queso Afuega’l pitu, no existe comparación alguna y es que estamos ante el mejor Rafael Nadal en Roland Garros, un 9 sobre 10.
Langostinos frescos en su jugo y tocino ibérico
La palabra fresco debería sobrar pues para mi resulta un epíteto constante pero entiendo el énfasis, cuando comes la cabeza no hay duda alguna y el cuerpo vestido con una finísima lamina de tocino parecía un diseño de alta costura con transparencias de Jean Paul Gaultier.
Vieira gallega, manzana verde y coliflor trufada.
Aunque su valor gastronómico este por debajo me gusta que sirvan el coral, aporta color y una textura diferente. La combinación con la coliflor me resulta fuerte y puede tapar el sabor de la vieira al mezclar.
Bacalao con Pil-Pil de pimentón ahumado y tomate seco
Aquí quiero destacar el intenso olor y sabor de ese Pil-Pil, sencillamente divino.
Lubina con puré de ajos confitados, setas, ramallo de mar y aceite de limón verde.
Carré de cordero asado en su jugo con orejones
Buen punto de la carne y perfecto contraste con los orejones
Sopa de queso de cabra con avellanas y miel.
Muy refrescante y el toque de las avellanas garrapiñadas muy acertado.
Flan de chocolate blanco, compota de piña y yogur.
Buena combinación de sabores aunque me cansó un poco, esta claro que a estas alturas de la cena uno ya llega algo tocado y en mi caso los postres siempre me saturan.
Con los cafés nos sirvieron una trufa rellena de frambuesa, finísima y en mi caso no me podían dar mejor con el gusto respecto de la frambuesa.
Una vez más me marcho de Gijón con un buen sabor de boca, fue una velada perfecta digna de agradecer al restaurante por su buen hacer y a mi acompañante por la paciencia y comprensión en esos momentos que parezco estar ausente absorto en la fotografía.
Los gin tonic tuvieron que esperar a Oviedo por mucho que nos apeteciera quedarnos en una terraza con la temperatura tan agradable, seré que me hago mayor y mi sentido de la responsabilidad no acepta jugársela en los necesarios controles de alcoholemia.
VAYA PINTA,,,,,,,,, Y VAYA VISTAS
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Si, un sitio muy recomendable.
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