Coincidiendo con el final del mes de agosto durante la prueba ciclista de veraneantes en la villa de Luanco, se me calentó la boca en uno de mis arrebatos de exaltación a la amistad. Ya sois conocedores de nuestro grupo de cenas mensuales y este evento nada tenía que ver con ello, al margen de una logística similar y del embolado en el que me acababa de meter, cualquier ocasión es buena para reunir a los amigos.
Antes de seguir avanzando pido disculpas a los asistentes por mi exigua presencia durante la comida. Cuando tengo invitados se cual es mi función de anfitrión y no se puede estar en misa y repicando,lo importante es atender la comida y en este caso, una barbacoa requiere muchas atenciones además de cocinar el producto en diferentes tandas. Ver disfrutar a los demás me satisface tanto o más que si nos lo dieran hecho, a los postres y copas uno ya está más relajado y lo disfruta de otra manera.
El titulo queda bastante claro, un único protagonista, el bonito. El tratamiento primordial fue la barbacoa, aunque no me pude contener y tuve que hacer otra elaboración en cocina para complementar.
Hacer una barbacoa en Asturias no creáis que es fácil, más si se trata de pescado y queremos la máxima frescura. Impensable hacerla con el bonito congelado, así que tuve que esperar al último día para comprar la materia prima.
El tiempo es tan variable y cambiante que planificar con antelación resulta una auténtica lotería. Cuanta envidia me dais aquellos que no tenéis este problema meteorológico y podéis disfrutar sin tener que mirar al cielo constantemente. Aquí somos tan aguerridos que el frío es una cosa accesoria, sólo queremos que no llueva.
Amanecía un día precioso, totalmente azul cristalino y con subida de temperaturas, hasta que precisamente dan las tres de la tarde y todo se empieza a cubrir con unas nubes negras que podrían arruinar la jornada. La limpieza de mobiliario exterior, podía quedarse en una gran perdida de tiempo y pudiendo estar durmiendo la siesta era algo que no me hubiese hecho nada de gracia.
Pase por mi supermercado a recoger el bonito, ya estaban avisados e Isabel me tenia preparada una hermosa pieza de 6kgs que con su maestría habitual me despiezó para la ocasión. Sacar la ventresca, cortar rodajas, limpiar la cola son procesos que disfruto ver pues siempre se aprende. No son bonitos excesivamente grandes y la ventresca es la que es pero tuve suerte y había otra disponible.
Ya en casa poco tuve que hacer, repasar un poco, trocear la cola y parte cercana a la cabeza. De esta limpieza fina han salido unas migas a las que daré uso muy pronto, ya tengo en mente un par de recetas.
Aunque cada corte tiene una textura y sabor diferente dependiendo de la infiltración de grasa por no aburrir al comensal la bonitada se disfrutó de las siguientes formas:
Dos rodajas al natural, pinceladas con aceite de oliva virgen extra y servidas con escamas de sal Maldon.
El mismo tratamiento para las ventrescas. Con estas, en la barbacoa, es difícil que no puedan salir bien pues se colocan con la piel hacia abajo casi todo el tiempo, esta protege y vamos viendo como va cambiando de color la carne. Rematamos dando la vuelta un par de minutos y listo. Salen muy pero que muy jugosas.
Para las otras dos rodajas, me incliné por exprimir una naranja tal y como había aprendido en la barbacoa que hizo el padre de mi amiga Noelia el pasado 15 de agosto. En la otra utilice un aliño de achiote como el de la lubina tikin xic, pasta de achiote, partes iguales de zumo de limón y naranja, vinagre y orégano.
Finalmente el plato cocinado fueron unos tacos de bonito encebollado a la sidra. Gustó mucho y pronto podréis leer la receta.
Para el postre trajeron un hermoso tocinillo de cielo de la confitería Jarama.
El resto de la noche discurrió entre risas y copas escuchando música. Pocos planes mejores se me ocurren para disfrutar de uno de los días grandes de San Mateo, estar alejado del bullicio con la gente que realmente quieres es la mejor de las fiestas.
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