Cuando hace años los fabricantes empezaron a empaquetar sus productos en envases más pequeños, me chocó, averigüe que habían pensado en el nicho de mercado de singles. Un mundo del que ahora formo parte y que cuando se vive en pareja o en familia te es totalmente ajeno, piensas más en los pack ahorro.
Me ha venido este pensamiento al encontrarme con dos botifarras, una negra y otra blanca, que me han traído mis padres directamente desde Barcelona. Tratándose de productos frescos y perecederos no queda otra que repartir o darse un atracón.
Como regalar un regalo no me parece correcto, y tampoco es plan de dilapidarlo comiendo en crudo, he tenido que pensar en unas cuantas formas de homenajear al producto. En estos últimos días hago cocina monográfica de botifarra con diferentes recetas para no acabar aborreciéndola.
Aunque esta siendo un otoño muy benigno, el invierno está a la vuelta de la esquina y un guiso siempre entra estupendamente. Aunque unas patatas con la botifarra no hubiesen sido mala opción, necesitaba una buena pareja de baile, y la costilla de cerdo adobada era el Fred Astaire que necesitaba mi Ginger Rodgers.
Os puedo decir que el resultado ha sido genial, ese sabor a sangre de la botifarra negra conjuga perfectamente con el adobo de la costilla. El caldo está tan enriquecido, que hará las delicias de aquellos que gustan de machacar la patata con el caldo, aunque personalmente prefiero hacer esas mezclas en boca, con abundante caldo.
Tampoco está bien visto devolver regalos a excepción de que los transformemos. El hijo les llevó un tupper a los padres para su aprobación y deleite.
Ingredientes:
Para el caldo: 3 puerros, 3 hojas de apio, 3 zanahorias, 1 cebolla, 1 muslo de pollo, 1 trozo de ternera, 1 hoja de laurel, aceite de oliva virgen extra, sal y agua.
Para el guiso: Botifarra negra, un costillar de cerdo adobado, 1 pimiento rojo, 2 tomates pera, 1 cebolla, 1 ñora (pimiento choricero), 2 dientes de ajo, 1 hoja de laurel, 3 patatas terciadas, caldo de carne y verduras, aceite de oliva virgen extra y sal.
El día anterior había hecho un caldo oscuro para el que doramos bien la carne, después añadimos y rehogamos bien la verdura, cubrimos con agua, despumamos, fuego medio y en unos 45 minutos ya estará listo.
Si no tenéis carne de pimiento choricero envasada tendremos que hidratar sumergiendo en agua nuestra ñora. Será el primer paso pues lleva su tiempo.
Lo primero que hice fue freír en una pota alta la botifarra, con este proceso lo que hacemos es sellar, la tripa se encoje y no se desmenuzará. Reservamos
Pelamos y cortamos en brunoise los ajos, cebolla y pimiento rojo, por este orden vamos pochando en el mismo aceite que utilizamos para freír la botifarra. Limpiamos la ñora de semillas y con una cucharilla extraemos la carne que añadiremos al sofrito, pasado un minuto de ligazón incorporamos las costillas dejándolas que se doren.
Pelamos los tomates, cortamos en una fina brunoise e incorporamos, removemos, añadimos un poco de sal y dejamos que poche. Mientras aprovechamos para pelar las patatas, las escachamos, salamos y a la pota. Remover de vez en cuando durante unos 3 minutos, momento en el que procedemos a cubrir con nuestro caldo oscuro.
Este fue el momento elegido para añadir la botifarra, queremos que las rodajas queden enteras. Mezclando durante alguna parte del pochado, con tanto remover se reblandecen y pueden desmontarse. Os aseguro que tienen tanto sabor que es suficiente con tenerlas durante el proceso de chup chup y en 20-30 minutos (dependiendo de la patata) estará listo, pero ni punto de comparación con el reposo de toda la noche.
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