Muchos os estaréis diciendo, pero si eso son los típicos canutillos o cañas, y estáis en lo cierto. Resulta muy complicado viajar por el mundo y no encontrar recetas similares a las nuestras, sin duda algunas son autóctonas y otras importadas así que no entraré en disquisiciones sobre el origen de este postre porque daría para hacer una tesis doctoral.
Pero si tengo una cosa clara, es que esta versión italiana es totalmente atribuible al país de la bota por su relleno, en el utilizaremos ricotta, una especie de requesón que difiere bastante de nuestros habituales rellenos de crema pastelera, chocolate o nata.
Efectivamente, la ricotta es utilizada por su sabor bastante neutro, en elaboraciones saladas y en postres como este. Para ello deberemos aportarle una parte dulce, aromática que los distinga si bien no se caracterizan por un sabor excesivamente dulce.
Tal y como sucede en muchas de nuestras masas utilizadas para postres, ponerle un vino blanco, dulce o destilados como el anís hace que la propia masa ya aporte un sabor que se complementará con el relleno.
Sin duda uno de los atractivos de este postre es su forma de canutillo que nos permite ver el relleno y jugar con ellos a la hora de apilarlos. Ahora podéis encontrar unos tubos de acero pero antiguamente se hacían con unos cilindros de madera.
A pesar de no gustarme el dulce en demasía, algo que sin duda repercute en mi pericia repostera, ver cualquier cocinado de Jamie Oliver hace que te vengas arriba y no veas las cosas tan difíciles. Aunque si que es cierto que no resultan nada complicados, de la tele a vuestras cocinas hay un trecho, la edición de los vídeos hace milagros y hay un equipo técnico listo para volver a repetir cualquier plano.
Ingredientes:
Para la masa: 250grs de harina de trigo, 2 huevos, 3 cdas de AOVE, 6cl de vino dulce Marsala, aceite vegetal para freír.
Para el relleno y decoración: 300grs de ricotta, 4 cdas de cacao puro en polvo, 1 rama de vainilla, 2cdas de miel, 1cda de grappa, 100grs de chocolate negro, 50grs de chocolate blanco, 1 nuez de mantequilla, azúcar glassé y pistachos u otro fruto seco.
Comenzaremos por la masa puesto que necesita reposo. Para ello en un bowl grande batiremos un huevo, las tres cucharadas de aceite y el vino marsala, batimos bien y poco a poco iremos integrando la harina hasta obtener una masa que podamos manipular con las manos sin que se nos pegue a los dedos. La sacamos a la encimera donde espolvoreamos un poco de harina y la trabajamos hasta que nos quede una textura de culito de bebé, luego la envolvemos en papel film y la dejamos reposar una hora.
Tenemos tiempo suficiente para preparar el relleno y comenzaremos por cortar la vaina de vainilla en longitudinal, con la punta de un cuchillo arrastraremos y sacaremos todas las semillas. En un bowl ponemos la ricotta totalmente seca, añadimos la vainilla, el cacao, la miel y la grappa, varillamos con energía y cuando esté lista la pasamos a una manga pastelera, en mi caso hice una casera con una boquilla y una bolsa zip de Ikea. Mantenemos refrigerada.
Pasada la hora ponemos la masa en la encimera con un poco de harina, un ligero amasado y cortamos la bola a la mitad (yo me he reservado en el congelador una mitad para otra ocasión). Con esa mitad haremos un cilindro de unos cuatro centímetros y lo iremos subdividiendo en porciones que bolearemos individualmente. Les damos primeramente una forma circular en la palma de la mano y luego las pasamos a la encimera para con el amasador hacer unos discos finos que enrollaremos en los tubos metálicos ligeramente enharinados, pincelamos con un huevo batido para sellarlos en su extremo.
Ponemos a calentar el aceite vegetal, en mi caso usé uno de maíz. Yo lo puse a fuerza 7/10 y los fui friendo de uno en uno, en menos de un minuto se inflan y cogen un tono dorado. Los pasamos a una fuente con papel absorbente para recudir excesos de aceite y cuando se templen un poco podremos sacarles el tubo metálico con mucha facilidad.
Una vez reposados procedemos a rellenarlos con la manga, como mi manga era casera tuve miedo a una rotura al ejercer mucha presión para rellenar solo por un lado, así que metí el relleno por ambas partes. Cuando estén todos listos los colocamos en forma de pirámide, espolvoreamos un poco de azúcar glassé y ponemos unos hilos de chocolate negro y blanco que previamente habremos fundido a fuego lento con un poco de mantequilla para dar brillo. Finalizamos con los pistachos que habremos picado en trozos.
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