El Foralín – C/ Manuel García Conde, 3 – Oviedo Tlf: 985 746 797
Qué tendrá la mar que tantas pasiones y llantos siembra. Su azul, su inmensidad, su bravura y su calma mecen esas olas que se transforman en ilusiones y anhelos viajeros, capaces de sucumbir al deseo terrenal de pisar puerto y regresar a casa. Que tendrá la mar que tantas pasiones y llantos siembra.
Podéis estar tranquilos, este sigue siendo un blog de gastronomía aunque haya comenzado el artículo jugando a ser poeta. Todo tiene su razón de ser, y es que el restaurante que hoy reviso, toma su nombre del barco donde el abuelo del chef y propietario Félix Martínez, recorrió muchas millas llegando incluso a caladeros de tierras irlandesas.
Al igual que El Foralín, un barco modesto, no hay empresa ni idea pequeña. Nuestros límites son tan inalcanzables como tesón y empeño pongamos para conseguirlos.
Félix Martínez, ovetense de nacimiento y llanisco de adopción, lleva muchos años curtiéndose en cocinas de renombre local y nacional. Desde que comenzara su andadura en el Siete Puertas de Llanes, su paso por El Real Balneario de Salinas, La Corrada del Obispo, La Mar del Medio, la mítica Broche de Sergi Arola y sobre manera el entorno Manzano en Casa Marcial, La Salgar y Gloria, han forjado un chef que transmite la honestidad del buen producto trabajado con mimo y sin estridencias.
A Nacho Manzano le llevo un año de ventaja, somos pseudo jóvenes, los cuarenta son los nuevos treinta. Además de su enorme talento, ha sido capaz de rodearse de un gran equipo de jóvenes «de verdad» que ya están escribiendo páginas de la historia gastronómica de nuestra región.
Forjados en la misma cocina, Ricardo Sotres (El Retiro) y Diego Fernández (Regueiro) llevan tiempo cosechando éxitos con sus proyectos personales. Ahora le toca a Félix y su Foralín, que habiendo zarpado a finales del año pasado, ya está surcando las olas a toda máquina.
En el muelle número 3 de la calle Alcalde Manuel García Conde podréis adentraros en el cálido camarote del Foralín, aunque previamente podamos quedarnos en la terraza de su cubierta tomando el aperitivo. Suelos y mobiliario de madera con decapados, unas preciosas y cómodas sillas en el comedor principal combinan los marrones envejecidos del cuero con los grises y blancos de paredes y mesas.
Sin duda su último atraque como Jefe de Cocina en Gloria le debió hacer pensar que la sidra debía estar presente y aunque sólo cuenta con un palo, la elección de la DOP naveta de Prau Monga del llagar Viuda de Angelón, es magnífica y si se acompaña de unas buenas olivas y guindillas cortesía de la casa, entra mucho mejor.
Hemos perdido el romanticismo de la cultura sidrera pero hemos ganado en deleite y efectividad. Los escanciadores automáticos nos permiten disfrutar de nuestra bebida en más sitios y en los últimos años cada vez se consume más, superando holgadamente los 50 litros/año por asturiano.
Si cuando abrió Gloria me llamó la atención la posibilidad de disfrutar sus platos en versiones tapa y media ración, en El Foralín toman buena nota y la mayoría pueden ser degustados en 2/3, lo que hace que podamos hacer comandas más extensas y probar más cosas.
Tras una primera visita, en poco más de una semana nos animamos a repetir los mismos tres comensales, optamos por los 2/3 en las entradas.
Unas deliciosas anchoas sobre ensalada de rúcula, albahaca y ajo negro.
Las ultra cremosas croquetas de jamón.
La irrenunciable tortilla de bacalao «Foralín» con sus callos en salsa verde.
El contraste del mar y montaña que nos ofrece el pulpo de pedreru y papada ahumada.
Y unas alcachofas naturales con cocochas y su pilpil.
Si mi padre levantara la cabeza, no podría ponerse más contento de ver que uno de los platos de moda es el tuétano, en este caso a la brasa con mollejas de ternera glaseadas. Lo sirven al modo tradicional, cortado como el del cocido de toda la vida en contraposición al corte longitudinal que tanto auge ha cogido.
La melosidad de la salsa e ingredientes me hace ser visceral, nunca mejor dicho, y lo califico de «c…do», ¿resolvéis o compráis vocal?.
El siguiente plato es la picaña de vaca a la brasa. Otro plato que está de moda, hace referencia al corte ubicado en las patas traseras y cadera, muy típico de brasil y sus rodicios. Toma su nombre de la picanha, una vara terminada en punta de hierro que utilizan los ganaderos para guiar las reses.
El jarrete de cerdo glaseado y cuscus es una buena elección para aquellos que buscan algo clásico con ciertos toques viajeros. Sigo diciendo que el cuscus está mucho más bueno que la quinoa, absorbe mucho mejor las salsas y esta era deliciosa.
Del Manzano ¿la manzana?. Pues va a ser que me quedo con el arroz con pitu de caleya, que obviamente Felix borda.
Llega el turno de las llanvionadas (dulces). Mi madre, que ya no tiene mi buen comer, comentaba que eran muy abundantes, a lo que corregí diciendo que eran contundentes. Si pensamos en comandas compartidas me parecen unas raciones perfectas, pero si sois valientes y os animáis de manera individual, más vale que hayáis dejado hueco.
La tarta de galleta negra y queso Afuega’l Pitu es muy acertada, el contraste del dulce con la cierta acidez de este queso le va fenomenal y el helado de frambuesa le ayuda a suavizar.
Nevadito, crema de limón, merengue y helado de lima es un postre refrescante que engaña, tampoco es tan ligero, el merengue ademas de tener una textura muy fina realza la belleza del plato.
Por último la interpretación de una Nocilla. Leche, cacao, avellanas y azúcar con helado de chocolate blanco. Sin duda un postre para los más golosos.
Ya van cinco meses de navegación y El Foralín se ve un barco muy sólido capaz de surcar marejadas y calma chichas. Buen producto, carta contenida, buen servicio, ambiente agradable, céntrica ubicación, son argumentos suficientes para repetir y recomendar las delicias que el patrón Félix nos ofrece.
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