A partir de El Pilar ya podemos encontrar las castañas en nuestros bosques, y digo nuestros, porque en Asturias es muy típico salir a por castañas al monte, incluso se celebra una fiesta llamada amagüestu donde se asan y maridan con sidra dulce. En general la península ibérica es muy rica en castaños, un árbol muy preciado por su madera y su fruto, aunque su procedencia vino importada del este y sudeste asiático. Hoy en día Turquía e Italia se posicionan como grandes productores, aunque nada que ver con el 25% de la producción mundial que atesora China.
Los que hayan consumido grandes cantidades de castaña están sometidos a las molestas flatulencias, ¿por qué?. Las castañas son una importante fuente de hidratos de carbono y en épocas de escasez de cereal, se encontró en ellas, el gran sustituto para hacer harinas y pastas. Suponen un gran aporte calórico para el hombre y animales, ya que son ricas en grasas, proteinas, minerales y vitamina C.
En la gastronomía es un recurso muy celebrado. Podemos pasar de la a polenda, unas humildes gachas consumidas en Corcega, a los exquisitos y golosos marrón glacé franceses, pasando por el espectacular pote de castañas que consumimos en Asturias y del que ya hice receta.
Es un fruto que me gusta bastante pero que consumo poco, tiene un gran problema, su doble piel. La exterior no es muy molesta, pero la pelusilla interior es una auténtica pesadilla con la que lidiar, además de las grandes probabilidades de encontrar algún gusano. Me fascina como las asan en Italia, pasear por las calles de Roma y encontrarse con puestos ambulantes en los que tienen alineadas unas gordísimas y perfectas castañas de las que se desprende la piel como si nada, es algo que hay que hacer si os coincide la época.
Cuando mi amiga Sara nos regaló una buena bolsa, tuve claro que esta vez tendría que hacer un postre. Hay muchísimas formas de hacer una tarta, desde su utilización en una base que se asemeje a la galleta, triturando para convertir en harina y hacer un bizcocho o mezclarlas para un relleno. Opté por esta última combinando con un queso crema, es decir, una tarta de queso con castañas.
Si no tuviésemos que pelar las castañas sería un postre super fácil y rápido, pero no ha quedado otra que cabrearse y quemarse a partes iguales. Hay técnicas para abrirlas y que se queden enteras pero debemos manipularlas muy rápido, mientras estén calientes, para retirar la piel interior. Aún con todo, seguro se os resistirán una buena cantidad pero no os desesperéis, al final las vamos a triturar y da igual que se rompan.
Para darle un aspecto de tarta más elaborada y porque su combinación con chocolate es fantástica, decidí darle una cobertura de chocolate negro con alto porcentaje de cacao. Mezclado con mantequilla nos da un brillo imponente y rematado con azúcar glasé y unos flakes dorados es el remate perfecto para una tarta sorprendente.
Ingredientes:
300grs de castaña pelada, 300grs de queso crema, 300ml de leche entera, 150grs de azúcar blanquilla, 4 huevos, 1cts de esencia de vainilla, 1 tableta de chocolate 75% cacao, 1 nuez de mantequilla, agua, azúcar glasé y flakes dorados.
Comenzaremos haciendo en la cintura de las castañas un corte lo suficientemente profundo como para rasgar la piel interior, sumergimos en agua hirviendo para escaldarlas durante minuto y medio, las retiramos y pasamos a una sartén muy caliente, tapamos y dejamos que las pieles de separen.
Algunas os saldrán perfectas pero otras, en caliente, se os resistirán y ayudados de una puntilla iremos quitando la telilla sin desesperarnos. Os recomiendo utilizar unos 400grs, perderemos el peso de las pieles.
A partir de ahora es coser y cantar. Ponemos las castañas en una cacerola con la leche, el azúcar y la vainilla, dejamos cocer a fuego suave diez minutos. Trituramos en un procesador, añadimos el queso y los huevos, volvemos a triturar y dejamos reposar en la nevera diez minutos.
Mientras preparamos nuestro molde. Si es desmontable ponemos un papel de horno, lo pillamos cerrando y con el cuchillo retiramos el exceso de papel de los bordes, untamos un poco de mantequilla por la base y bordes, ponemos una cucharada de harina y movemos para que se adhiera a toda la superficie, un proceso que se llama encamisado.
Vertemos todo el contenido y horneamos en la parte media durante 45 minutos en el horno precalentado a 170º con calor arriba y abajo. Comprobamos con un palillo que ha de salir seco, dejamos atemperar y desmoldamos, colocamos en una rejilla y preparamos la cobertura de chocolate mezclando el chocolate con la nuez de mantequilla a fuego suave, echamos por encima y con una espátula extendemos uniformemente por encima y los bordes.
Cuando esté totalmente fría le ponemos el azúcar glasé, si estuviese caliente se nos licua, unos flakes dorados y unas castañas mini completarán nuestra tarta.
Me encanta esta tarta de castañas! Qué delicia!
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Si no hubiese que pelarlas le daria un 10/10 pero la molestia merece la pena. Gracias 😊
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